jueves, 31 de julio de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

Distopías Mexicanas III: CURP Biométrica y la Distopía Codificada

Opinion de Jose Rafael moya Saavedra

 

En el mundo de Chimal, ya estamos dentro

“No había cámaras visibles, pero todos sabían que estaban siendo observados.
No había barrotes, pero nadie cruzaba las puertas sin permiso.
No había dictador, pero el sistema decidía a quién silenciar…”

"La noche en la zona M", Alberto Chimal”

En los relatos de Alberto Chimal, la amenaza no lleva uniforme. Se esconde tras pantallas, servidores, bases de datos y términos de servicio. No grita. Susurra desde algoritmos que predicen, controlan y condicionan. Sus protagonistas no siempre son héroes, sino personas comunes que caminan entre dispositivos, redes y sistemas que los definen, clasifican… y los pueden borrar.

Hoy, la literatura de Chimal parece menos ficción que prólogo.

El 16 de julio de 2025, México dio un paso sin retorno hacia una versión oficial de ese universo: nació la CURP biométrica. No fue una novela, fue un decreto. Desde entonces, todo ciudadano debe entregar su rostro, sus huellas, su iris, su firma digital… para existir legalmente.
Ya no basta con ser mexicano. Hay que ser codificado.

I. CURP Biométrica en México: Realidad y Polémica

Desde el 16 de julio de 2025, el gobierno federal exige que la Clave Única de Registro de Población (CURP) integre datos biométricos obligatorios: fotografía, huellas dactilares, escaneo del iris y firma digital. Esta medida, promovida por la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum, es ya el documento nacional de identidad de aceptación universal para trámites públicos y privados.

La ley establece que esta CURP será obligatoria para trámites escolares, médicos, bancarios, laborales y de todo tipo (Artículo 91 Bis de la Ley General de Población). Aunque la narrativa oficial habla de modernización y seguridad, la medida ha encendido el debate sobre vigilancia estatal, derechos humanos y privacidad.

¿Marca de la bestia? ¿O distopía codificada?

No hay referencias religiosas ni chips implantados. Pero hay una centralización total de la identidad ciudadana desde la infancia, en una plataforma nacional única. La medida plantea un modelo de vigilancia más ambicioso que el de cualquier otro país latinoamericano.

Organizaciones de derechos humanos han advertido sobre los riesgos de abuso, hackeo, falta de controles independientes y posible discriminación algorítmica. Lo que para algunos es avance digital, para otros es el umbral de una nueva forma de sometimiento.

II. La literatura mexicana ya lo había advertido

Los autores mexicanos de literatura distópica no imaginaron este escenario en vano. A través de personajes, tramas y universos controlados por la tecnología, anticiparon muchas de las preocupaciones que hoy se materializan con la CURP biométrica:

Carlos Fuentes

  • "La silla del águila" (2003) y "Cristóbal Nonato" (1987): futuros controlados por Estados hipervigilantes, manipulación tecnológica, identidades rastreadas. La política y la tecnología como dupla autoritaria.

Homero Aridjis

  • "La leyenda de los soles": ciudades en ruinas, vigilancia opresiva, resignación colectiva. La CURP biométrica encajaría naturalmente en estos escenarios.

Alberto Chimal

  • "Los atacantes", "La noche en la zona M": vigilancia digital, miedo difuso, algoritmos que deciden sin rostro. Relatos donde la CURP no sería una herramienta neutra, sino una amenaza silenciosa.

Guadalupe Nettel

  • “El Sopor” Obra centrada en la pérdida de privacidad emocional y el aislamiento generado por la tecnificación de la vida cotidiana.

Elisa de Gortari

  • "Todo lo que amamos y dejamos atrás" imagina un México del futuro después de un apagón global donde no existe la electricidad, la Tierra está rodeada de anillos planetarios y las sociedades deben reinventarse tras catástrofes climáticas y tecnológicas

Eve Gil

  • "Virtus" (2008): manipulación mediática y tecnológica del poder presidencial, hologramas como símbolo del control simbólico. La CURP como construcción del sujeto digital.

Gerardo Porcayo

  • "La primera calle de la soledad" (1993): primer cyberpunk mexicano. Vigilancia constante, redes opresivas, despersonalización digital.

Guillermo Lavín

  • "Él piensa que algo no encaja" (2014): realidad aumentada, percepción filtrada, alienación tecnológica.

Pepe Rojo

  • "Punto cero", "Ruido gris": algoritmos, manipulación digital de identidades, erosión total de privacidad.

Bef (Bernardo Fernández)

  • "Ojos de lagarto": cyborgs, redes de vigilancia, cuerpos administrados por tecnologías invasivas.

III. Elementos recurrentes en la distopía mexicana

  • Sujetos identificados y rastreados desde la infancia.
  • Ciudadanos resignados a la vigilancia.
  • Rebeldes marginales que resisten desde los márgenes.
  • Funcionarios que perpetúan el sistema.
  • Estados que justifican el control total con el argumento de la seguridad.

La CURP biométrica no es ficción. Es la institucionalización de todos estos elementos. Es el paso legal que convierte al ciudadano en dato, al cuerpo en expediente, a la identidad en propiedad estatal.

IV. Qué hacemos cuando el código se convierte en patria?

La literatura mexicana nos advirtió. La prensa lo confirmó. Y hoy, el aparato legal lo codifica. La CURP biométrica no es una exageración futurista ni un símbolo religioso. Es un paso concreto hacia la centralización de la identidad y el control del ciudadano desde lo más íntimo: su cuerpo.

En un país donde los desaparecidos aún no tienen nombre registrado en ningún sistema, resulta paradójico que ahora todos debamos tener firma digital, escaneo de iris y huella para existir ante el Estado.

Quizás el verdadero acto de resistencia, como en los cuentos de Chimal, no esté en destruir el sistema… sino en seguir imaginando, nombrando y escribiendo otros futuros. Porque si todo puede ser escaneado, lo único que puede escapar es lo que aún no ha sido dicho.

Y ahí entra la literatura.

Y ahí entramos nosotros.

miércoles, 30 de julio de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA 

Distopías Mexicanas II: Las Ficciones que Nos Advirtieron del Futuro (y Nadie Leyó)

Opinion de José Rafael Moya Saavedra


“El futuro ya fue escrito. Solo que lo tomamos por exageración literaria.”

Mientras el nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum toma forma y la narrativa de la Cuarta Transformación se consagra como doctrina de Estado, la literatura distópica mexicana reciente —aunque no nombra directamente a la 4T— ya advertía desde sus páginas sobre la tentación autoritaria, la manipulación del discurso y la erosión democrática. Pero esta vez, no son solo los novelistas quienes levantan la voz.

También lo hacen periodistas, politólogos, escritores y analistas que, con investigaciones, columnas y ensayos, han encendido las mismas alertas que la ficción planteó tiempo atrás.

Voces que narran la distopía desde el periodismo

Carmen Aristegui

Una de las analistas más lúcidas sobre el deterioro institucional:

"Estamos observando cómo, desde el poder obtenido de una manera democrática, se están desmontando la articulación democrática... la ruta hacia donde se dirige este barco es de autoritarismo y totalitarismo."

La advertencia no es literaria. Es real. Y llega desde alguien que conoce bien los efectos del poder cuando se vuelve absoluto.

 León Krauze

En su diagnóstico, la distopía se filtra desde las conferencias matutinas:

"La libertad de expresión en México está amenazada... medidas legales y judiciales pretenden limitar el derecho a informar y a opinar sobre los asuntos públicos."

La narrativa única se convierte en jaula. Y la crítica en sospechosa.

Denise Dresser

Señala el silenciamiento progresivo de los medios y la complicidad editorial:

"Los nuevos siervos solo buscan tapar la realidad del país... sin servir a la verdad."

Un ecosistema informativo colonizado por la lealtad al poder, no a los hechos.

Sabina Berman

Denuncia la simplificación ideológica de todo el discurso público:

"Las opiniones políticas en México se han visto simplificadas a dos bandos: a favor o en contra del presidente..."

Polarización como método de control. Opinión como dicotomía impuesta.

Hernán Gómez Bruera

Plantea una visión matizada:

"...no es necesariamente sinónimo de autoritarismo."

Una distopía también puede construirse desde las buenas intenciones no cuestionadas.

Blanca Heredia

Desde el pensamiento académico, nos recuerda:

"...el fenómeno del lopezobradorismo debe entenderse sin ensalzar ni denostar."

La pluralidad narrativa también es un acto de resistencia.

Equipo Aristegui Noticias (Cabrera, Lizárraga, Huerta, Barragán)

Sus investigaciones, como La Estafa Maestra, revelan:

"...más de 3,433 millones de pesos desaparecieron... incluso durante los primeros años del actual gobierno."

Corrupción, impunidad, fallas estructurales del Estado: elementos de toda distopía.

Pedro Haces Barba

Una figura política que ilustra el uso autoritario y contradictorio del poder:

"...ha estado envuelto en varios escándalos... y opera atropellando desde la estructura de la 4T."

Alma Delia Murillo

Su mirada literaria y política refleja la angustia social ante el rumbo institucional. Aunque más implícita, su voz conecta con el imaginario narrativo de la desilusión.

¿Y la literatura?

Mientras tanto, las novelas mexicanas recientes insinúan más que declaran:

  • Gobiernos hipervigilantes.
  • Ciudadanos domesticados por el relato del “cambio irreversible”.
  • Desencanto con transformaciones vacías de contenido ético.
  • Sociedades sin agua, sin crítica, sin identidad.

Pero los periodistas ya lo están diciendo en voz alta.

Colofón

La distopía mexicana no solo se escribe en novelas.

Se investiga en redacciones, se comenta en columnas, se denuncia en entrevistas.
Y eso convierte a la prensa libre en el último muro antes del silencio.

Si los escritores nos advirtieron,

los periodistas lo están confirmando.

Y ahora nos toca a nosotros:

leer, compartir, imaginar… resistir.

martes, 29 de julio de 2025

 


OTRA PERSPECTIVA

Inseguridad y Desarrollo: Una Tormenta que Desafía al Empresariado Mexicano

Por José Rafael Moya Saavedra (Maestro en Gestión Integral de Riesgos)

La reciente alerta lanzada por CONCANACO SERVYTUR y COPARMEX sobre el impacto de la inseguridad y la falta de certeza jurídica en el desarrollo económico de México no es una advertencia menor. Es, en realidad, una llamada de auxilio que resume la sensación de asfixia que viven las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), así como las cadenas de suministro y las inversiones estratégicas que sostienen la economía nacional.

Hoy, el crecimiento económico no solo enfrenta retos de mercado o innovación, sino una verdadera “tormenta perfecta” en la que convergen violencia, extorsión, corrupción y un clima político que no garantiza confianza ni protección jurídica.

El rostro actual de la inseguridad empresarial

La extorsión, que ya afecta al 78% del territorio nacional según CONCANACO SERVYTUR, se ha convertido en la principal amenaza para los negocios. Desde cobros por “protección” hasta despojo de propiedades, el crimen organizado ha minado la confianza y ha elevado los costos de operación, obligando al cierre de miles de empresas en estados como Sinaloa, Morelos y Colima.

El asesinato de Julio César Almanza Armas, presidente de FECANACO Tamaulipas, tras denunciar estas prácticas criminales, es un recordatorio de que la violencia empresarial no es abstracta: tiene nombres, víctimas y consecuencias devastadoras.

Por su parte, COPARMEX habla de una “crisis alarmante” que ha dejado la economía “de rodillas” ante el miedo. La cifra es reveladora: 92.9% de las extorsiones no se denuncian, principalmente por desconfianza en las autoridades y temor a represalias. ¿El resultado? Una impunidad que se retroalimenta, debilitando el Estado de Derecho y apagando el ánimo para invertir: 12.8 puntos porcentuales menos de intención de inversión entre sus socios, el peor nivel desde la pandemia.

Impacto económico y social

La inseguridad no es solo un problema de policías y delincuentes, sino un fenómeno sistémico que desmantela el tejido social y empresarial.

  • Alza de costos: En varias regiones los precios de productos básicos se han triplicado por la presión criminal.
  • Parálisis productiva: Comunidades completas han visto cerradas sus tiendas, mercados y fábricas.
  • Desánimo para invertir: La incertidumbre jurídica y política frena la innovación y el desarrollo de nuevos proyectos.
  • Competitividad reducida: México pierde atractivo en las cadenas de valor internacionales frente a países con mayor seguridad y estabilidad institucional.

¿Qué hacer? Una visión desde la Gestión Integral de Riesgos

La respuesta no puede ser solo reactiva. La Gestión Integral de Riesgos (GIR) ofrece una metodología para anticipar, reducir y controlar los impactos de la inseguridad.

  1. Identificar y priorizar riesgos: Extorsión, robo de mercancías, fraude, violencia, corrupción y riesgos reputacionales deben ser diagnosticados y categorizados.
  2. Prevenir antes que corregir: Las empresas necesitan protocolos de seguridad internos, capacitación del personal y digitalización de procesos para blindar su operación.
  3. Alianzas estratégicas: Es vital que cámaras empresariales, universidades y autoridades creen Observatorios de Riesgos Empresariales para mapear zonas rojas y actuar en conjunto.
  4. Cultura de denuncia segura: Canales confiables y anónimos para reportar extorsiones son indispensables para romper el círculo de impunidad.
  5. Planes de resiliencia: Las Mipymes deben contar con estrategias de continuidad de negocio, seguros, redes de apoyo y asesoría legal especializada.

Propuestas que deben trascender el discurso

Tanto CONCANACO SERVYTUR como COPARMEX han puesto sobre la mesa acciones urgentes:

  • Reforma constitucional para tipificar la extorsión como delito grave.
  • Fiscalía Especializada en Delitos contra la Economía, con autonomía y resultados medibles.
  • Botones de pánico y cámaras conectadas a C5, para reacción inmediata.
  • Mejora y profesionalización de policías, con salarios dignos y evaluación constante.
  • Agendas locales de competitividad, para impulsar polos de desarrollo seguros.

Estas medidas, sin embargo, solo tendrán éxito si se integran en una estrategia nacional de gestión de riesgos, con colaboración tripartita entre empresas, sociedad civil y gobierno.

Un llamado a la acción

La seguridad es más que un derecho: es la base del desarrollo económico y social. Sin un entorno seguro, no hay inversión, no hay empleo y no hay futuro.

Hoy México necesita un cambio de paradigma. Debemos pasar de una política de reacción ante el crimen a una estrategia proactiva de prevención, resiliencia y fortalecimiento institucional.

Porque cuando un país permite que la extorsión y la violencia se normalicen, no solo se quiebran empresas: se quiebra la esperanza de millones de familias que dependen de ellas.

 

 

José Rafael Moya Saavedra
Consultor en Protección Civil, Seguridad Laboral y Gestión de Riesgos

rafael@hkresiliencia.com
moyasaa50@gmail.com
📞 Tel. 729 237 7034 (teléfono y WA)

🌐 Planes de continuidad operativa | Simulacros reales | Formación de brigadas | Cumplimiento STPS | Protección Civil Institucional

🔻 Porque el riesgo no espera… y la resiliencia se construye antes de que haga falta.



 

OTRA PERSPECTIVA

Distopías Mexicanas I: Cuando la Ficción Alcanzó al Poder

Por: José Rafael Moya Saavedra

“Las distopías mexicanas dejaron de ser literatura.”

Durante décadas, escritores, ensayistas y periodistas imaginaron futuros oscuros para México. Novelas que hablaban de ciudades colapsadas, presidentes mesiánicos, escasez de agua, censura ideológica, violencia sistémica y ciudadanos programados para obedecer o sobrevivir.

Hoy, en plena consolidación de la Cuarta Transformación y ante la llegada de Claudia Sheinbaum al poder, no leemos esas distopías como ficción.
Las leemos como bitácoras anticipadas de un presente que se volvió ineludible.

Las letras que lo advirtieron todo

Carlos Fuentes nos dibujó en La silla del Águila (2003) un México gobernado por un presidente que elimina la crítica, controla la narrativa nacional y decide el futuro desde un despacho cerrado, rodeado de aduladores.

Hoy, los paralelos con el discurso vertical de la 4T —concentrado en una figura que lo absorbe todo— son imposibles de ignorar.

Homero Aridjis, en La leyenda de los soles, imaginó una Ciudad de México apocalíptica: contaminada, caótica, sin oxígeno ni sentido. Un Estado que colapsa desde adentro mientras el pueblo sobrevive entre ruinas, simulacros y fe.

Francisco Martín Moreno, con México sediento, adelantó la pesadilla hídrica que ya toca a Monterrey, a Sonora, a la misma CDMX. Su relato de un país dividido entre los que tienen agua y los que no, hoy parece reporte técnico más que novela.

Y tantos otros: Gabriel Trujillo Muñoz, Marcela del Río, José Agustín, los ensayistas del desencanto de los años noventa y los periodistas que en sus columnas encendieron alarmas que nadie quiso leer.

La Cuarta Transformación como espejo distópico

El discurso fundacional de la 4T se presenta como redentor: el pueblo por fin en el poder, la historia corregida, el neoliberalismo enterrado.
Pero como en toda distopía… el problema no es el relato. Es quién lo controla.

·       Cuando la crítica se convierte en traición,
cuando la disidencia es “conservadurismo”,
cuando el presidente es la única voz legítima,
el sueño empieza a parecerse al encierro.

La figura de AMLO como líder carismático que acapara sentido, narrativa y moral pública ya fue advertida en la literatura mexicana. Y ahora, su sucesión con Claudia Sheinbaum, más que un cambio, parece una continuidad calculada.

Sheinbaum hereda no solo el gobierno, sino la narrativa.
Y esa narrativa —de transformación irreversible— se acerca peligrosamente al dogma.

 Literatura, periodismo y distopía: el poder de la sospecha

No es que Sheinbaum sea una tirana. No lo es.

Pero los signos de una sociedad donde el poder se absolutiza, la prensa se deslegitima, y las instituciones pierden autonomía ya han sido retratados con fuerza simbólica por escritores y periodistas mucho antes de esta década.

  • La idea de un México dividido entre “pueblo bueno” y “enemigos del cambio”.
  • El centralismo presidencial que decide la moral, el rumbo, la verdad.
  • La invisibilidad de voces críticas en el sistema de medios estatales.
  • La hipervigilancia social, no digital… sino narrativa.

Todo eso ya lo vimos en los libros.
Y ahora lo vemos en los noticieros.

Si la distopía llegó… no es tiempo de callar

La literatura distópica mexicana nos ofreció una advertencia.

Hoy, con un nuevo gobierno que hereda la narrativa de un cambio total y una nación profundamente fracturada, no basta con leer esas ficciones como pasado. Hay que activarlas como herramientas de análisis.

Porque lo que está en juego no es solo el rumbo político.
Es la libertad de imaginar futuros no impuestos.
Es la posibilidad de disentir sin ser señalado.
Es el derecho a cuestionar incluso a quienes dicen estar “del lado correcto de la historia”.

Cuando la distopía se normaliza,
el arte, la palabra y la crítica deben volver a ser trinchera.

¿Qué sigue?

        Lectores, periodistas, escritores, comunidades: el relato oficial no puede ser el único.
Aún hay tiempo de escribir otra historia.
        Pero solo si nos atrevemos a imaginarla sin miedo.

lunes, 28 de julio de 2025


 

OTRA PERSPECTIVA

Ficción Distópica y Realidad Programada III: Del Miedo a la Acción — Reapropiarse del Futuro Digital

Por: José Rafael Moya Saavedra

"No se trata solo de resistir… se trata de reapropiarse del mañana."

Después de recorrer los pasillos sombríos de las distopías digitales —desde el panóptico de Orwell hasta la prisión de los datos biométricos—, esta última entrega busca lo que todo testigo consciente está llamado a hacer: transformar el miedo en posibilidad.

Porque el futuro digital no está escrito solo por gobiernos ni por algoritmos:
lo escribimos también nosotros.

1. El Futuro de la Privacidad: Nuevas Fronteras Éticas

La privacidad ya no es solo un derecho legal. Es un reto existencial.

En un mundo donde cada búsqueda, cada compra y cada gesto puede ser rastreado, el "derecho al olvido", el control de los datos personales y la transparencia de los algoritmos se han vuelto temas cruciales.

¿Quién decide qué recordará la red sobre ti en veinte años?
¿Quién posee tus datos genéticos, de consumo, de opinión?

La ética digital del siglo XXI no se limitará a proteger. Tendrá que redefinir la dignidad en clave tecnológica.

2. El Capitalismo de la Vigilancia: Las Big Tech como Nuevos Estados

Shoshana Zuboff lo advirtió: el capitalismo de la vigilancia ha creado una economía basada no en el trabajo… sino en el comportamiento predecible.

Google, Meta, Amazon, Microsoft y otras no solo almacenan información: la transforman en control, en influencia política, en poder fáctico por encima de muchos gobiernos.

Las Big Tech ya no compiten: dominan. Y lo hacen en nombre de la innovación, mientras colonizan la esfera más íntima del ser humano.

3. Resiliencia Social: Iniciativas que Recuperan el Control

Ante este panorama, surgen propuestas reales, vibrantes, que no solo resisten… reconstruyen:

  • Software libre y plataformas cooperativas.
  • Litigios estratégicos por derechos digitales.
  • Constituciones digitales ciudadanas en países como Estonia o Chile.
  • Proyectos de descentralización tecnológica en África y América Latina.

Estas no son ideas aisladas. Son laboratorios vivos de democracia digital.

 4. Utopías Digitales y el Poder de la Imaginación Colectiva

La imaginación no es evasión. Es una herramienta política.
Soñar ciudades inteligentes centradas en el bien común, redes de solidaridad digital, plataformas de consulta ciudadana, economías colaborativas no es utopía ingenua:
es planificación ética del futuro.

Porque si no imaginamos nosotros, lo harán los algoritmos… a su modo.

 5. Convertir la distopía en oportunidad: seis claves para la acción

A partir de este recorrido, compartimos seis ejes para transformar la crítica en estrategia ciudadana:

1. Alfabetización digital y pensamiento crítico

Enseñar a niños, jóvenes y adultos a leer, cuestionar y rediseñar la tecnología que usan.

2. Reapropiación de tecnología y datos

Usar software libre, redes descentralizadas, exigir soberanía sobre los datos personales.

3. Nueva gobernanza tecnológica

Leyes claras, participación civil, regulación de IA y transparencia algorítmica.

4. Tecnología para la justicia y la inclusión

Diseñar herramientas que sirvan a las personas vulnerables y corrijan desigualdades.

5. Utopías prácticas e inspiradoras

Crear espacios de ensayo para futuros posibles: laboratorios sociales, arte digital crítico, literatura especulativa.

6. Organización colectiva y protocolos de resiliencia

Activismo digital, defensa legal, redes de comunicación autónomas, respaldo análogo ante apagones tecnológicos.

COLOFON

"Las distopías tecnológicas no son sentencias.
Son advertencias.
Pero también son oportunidades… si sabemos escucharlas."

Hoy más que nunca, necesitamos comunidades que piensen, eduquen, regulen y sueñen con la tecnología, no como amenaza inevitable, sino como campo de batalla para la libertad, la justicia y la esperanza.

Porque el futuro no es el que viene.
Es el que elegimos construir.

domingo, 27 de julio de 2025


 

OTRA PERSPECTIVA

Ficción Distópica y Realidad Programada II: Resistencias Digitales y Horizontes Éticos

Por: José Rafael Moya Saavedra

"La distopía no es un destino. Es una elección colectiva no cuestionada."

Si en la primera parte advertimos que el futuro ya llegó disfrazado de eficiencia, vigilancia y algoritmos que deciden por nosotros, en esta segunda entrega damos un paso más: ¿qué podemos hacer frente a ese futuro? ¿Estamos condenados a la sumisión digital… o existen caminos de resistencia, alternativas tecnológicas y grietas por donde aún respira la libertad?

No basta con denunciar la distopía. Hay que imaginar el contra-mundo.

 1. Resistencia y contracultura en la era del control digital

En tiempos donde cada clic es un dato, cada huella es una pista y cada conversación puede ser procesada por inteligencia artificial, la resistencia no solo es ética: es supervivencia cultural.

Movimientos como Anonymous, colectivos de arte digital, defensores de la soberanía tecnológica o redes de cifrado ciudadano están demostrando que no todo está perdido.

Hoy, cifrar un mensaje, usar un navegador anónimo o apoyar plataformas descentralizadas no es paranoia: es higiene política.

El hacktivismo no destruye: revela. Y el arte digital no adorna: denuncia.

2. Posibilidades utópicas frente a distopías

No toda tecnología oprime. También puede emancipar.

Proyectos como DemocracyOS en Argentina, o los sistemas de presupuesto participativo digital en Brasil, muestran que la democracia digital puede existir… si se construye desde abajo, con transparencia y vocación ética.

Del mismo modo, cooperativas digitales, plataformas de economía solidaria o redes de telemedicina comunitaria están demostrando que otro modelo es posible: uno donde el dato no sea mercancía, sino herramienta de bien común.

La tecnología no es el problema.
El problema es para quién trabaja.

3. Desinformación, manipulación algorítmica y control narrativo

La censura moderna no siempre bloquea. A veces oculta lo importante bajo una avalancha de irrelevancia. O simplemente no lo muestra. El algoritmo decide lo que vemos… y lo que no sabremos nunca que existió.

“Las ideas son a prueba de balas”, decía V.
Pero no si no llegan a tu pantalla.

Ante esto, la alfabetización digital no es opcional. Necesitamos ciudadanos que entiendan cómo funcionan los filtros, qué es un sesgo de confirmación, cómo se fabrica una "realidad" a partir de lo que no se dice.

No podemos defender la libertad si no entendemos cómo se manipula la percepción.

4. Estrategias personales para sobrevivir en la prisión digital

La lucha también es íntima. También es de a uno. Y empieza con prácticas cotidianas:

  • Usar contraseñas robustas.
  • Revisar las configuraciones de privacidad.
  • Pagar en efectivo cuando sea posible.
  • Salirse —aunque sea un día a la semana— del ecosistema dominante.
  • Pensar antes de publicar.
  • No aceptar todo por comodidad.

Cada gesto importa. Cada grieta abre paso a otra forma de habitar lo digital.

5. El futuro de la imaginación colectiva

La distopía más peligrosa no es la que controla… sino la que nos hace creer que no hay alternativa.

Por eso, el arte, la literatura, el cine y la filosofía siguen siendo espacios de resistencia activa. En tiempos donde todo tiende a la programación, imaginar lo no previsto es el acto más revolucionario.

Mientras haya quien sueñe, quien cree, quien pregunte… la distopía no podrá cantar victoria.

 Epílogo: Un click más allá del miedo

Este no es el final de la historia. Es apenas el momento en que comenzamos a recuperar el timón.
Porque el futuro digital será ético, humano y plural…
solo si lo construimos así.

 

sábado, 26 de julio de 2025


 

OTRA PERSPECTIVA

Ficción Distópica y Realidad Programada: El Futuro ya Llegó y no Tocó la Puerta

Opinion de José Rafael Moya Saavedra

"La distopía no es lo que viene... es lo que hemos dejado pasar sin darnos cuenta."

La distopía ya no habita solo en las páginas de Orwell ni en los guiones de Hollywood. Camina entre nosotros con rostro de algoritmo, con voz de inteligencia artificial, con lenguaje de decreto presidencial. Se oculta en la eficiencia que todo lo rastrea, en la comodidad de los pagos sin efectivo, en la seguridad prometida por la vigilancia total.

Hoy, lo que ayer fue advertencia, se normaliza en nombre del orden, del progreso, de la protección. Las ficciones apocalípticas ya no son ventanas al futuro: son espejos del presente.

“Civil War” (2024): el colapso como advertencia

En la brutal Civil War de Alex Garland, no hay bombas nucleares ni alienígenas: solo un país que se rompió por dentro. Una democracia devorada por la polarización, por el odio ideológico, por líderes que confundieron poder con verdad.

La película retrata a un Estados Unidos gobernado por un presidente autoritario —una figura que evoca, sin eufemismos, a Donald Trump— mientras periodistas se juegan la vida cruzando zonas de guerra… en su propio país.

La línea entre la verdad y la propaganda ya no existe”, dice uno de los personajes.
Y nosotros, espectadores, entendemos que esa línea ya se borró también en nuestras pantallas.

De Orwell al algoritmo: vigilancia 5G, represión 2.0

1984 ya no es solo una novela. Es una metáfora convertida en política pública. El Gran Hermano no necesita cámaras físicas: ahora tiene nuestros celulares, nuestras búsquedas, nuestras compras, nuestros gestos frente a una pantalla.

“La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza.”

Lo que Orwell imaginó con miedo, hoy se implementa con marketing. La vigilancia masiva ya no genera rechazo: genera descuentos. A cambio de privacidad, recibimos conveniencia. Nos estamos vendiendo… por un clic.

 V de Vendetta: del miedo al control simbólico

El régimen de V de Vendetta controlaba a su pueblo mediante miedo, virus, pantallas y silencio. ¿Te suena familiar?

Hoy, los gobiernos no necesitan quemar libros ni clausurar emisoras: basta con manipular algoritmos y decir que es por tu seguridad. Basta con etiquetar como “falso” lo que incomoda, con volver extremista lo que es crítico, con eliminar del feed todo lo que nos haga pensar distinto.

“Las ideas son a prueba de balas”, decía V.
Pero las plataformas pueden dejar de mostrarlas.

Gattaca: la genética como sentencia

En Gattaca, la ingeniería genética define tu lugar en la sociedad: naces con una secuencia de ADN y ya está decidido si serás piloto o portero, astronauta o empleado de limpieza.

Hoy, esta distopía toma forma en laboratorios reales. Bancos de ADN, seguros médicos selectivos, niños a la carta. El sueño de la perfección genética está cada vez más cerca… y con él, el abismo de una nueva eugenesia social.

Inteligencia Artificial: El nuevo Dios sin alma

La IA ya no es una novedad. Es juez, filtro, maestro, repartidor, niñera, espía. Decide a quién se le da un crédito, a quién se le ofrece un trabajo, a quién se le censura la voz.

No duerme. No duda. No olvida.
Y si un algoritmo te encasilla… no hay apelación.

Mientras tanto, las plataformas nos “recomiendan” lo que queremos ver, pensar, comprar, decir… sin que lo notemos. El control ya no es por la fuerza: es por diseño.

La prisión digital: barrotes sin hierro

No necesitamos muros para estar presos. Nos vigilan los dispositivos, nos siguen los anuncios, nos observan los sensores. Cada paso deja una huella. Cada huella es analizada. Cada análisis define si mereces confianza… o no.

"¿Dónde estabas anoche? ¿Qué compraste? ¿Qué tecleaste? ¿Qué pensaste?"

La autocensura crece. La espontaneidad muere. La libertad se vuelve condicional y cuantificable.

Sin efectivo, sin refugio

La desaparición del dinero físico se presenta como modernidad… pero es también el fin del anonimato económico. Cada transacción digital deja un rastro. Y ese rastro es usado para predecirte, clasificarte, controlarte.

Cuando no puedes pagar sin ser observado, tu libertad se convierte en un privilegio... y no en un derecho.

¿Quién gana con una sociedad 100% digitalizada?
Quien controla la plataforma. Quien decide las reglas.
Quien puede apagarte… con un clic.

Cultura cercada: la última trinchera

La censura no siempre se impone con decretos. A veces basta con imponer aranceles del 100% al cine extranjero, como propone Trump, o limitar los contenidos “seguros” para las plataformas.

Cuando el Estado quiere “proteger” la industria cultural, muchas veces lo que quiere es dirigir la imaginación colectiva. Y cuando ya no puedes imaginar un futuro distinto… la distopía ha ganado.

¿Y ahora? El cine aún es resistencia

La cultura es la última línea de defensa. Porque ver, imaginar, pensar y soñar sigue siendo el acto más subversivo en tiempos de control.

No es que la distopía venga en camino.
Es que ya llegó.
Solo que lo hizo en forma de recomendación, descuento, comodidad y orden.

Y mientras nos distraíamos… nos reorganizó el mundo.





 Entre la Cruz y la Consigna … y centro desplazado

Capítulo V – Cierre simbólico y meditativo de la serie “Entre la Cruz y la Consigna”

Por: Rafael Moya | Fuente: Catholic.net

En medio del ruido, la confrontación política, las disputas internas y la indiferencia social, la cruz permanece en pie… pero no siempre en el centro.

Este capítulo no busca añadir argumentos ni disputar teologías. Busca, más bien, hacer silencio y mirar. Detenernos. Respirar hondo. Y preguntarnos desde lo más hondo:
¿Dónde quedó el centro de nuestra fe? ¿Qué hemos hecho del Evangelio en la plaza pública?

Durante los capítulos anteriores recorrimos tensiones históricas, testimonios invisibilizados, rupturas teológicas y desafíos contemporáneos. Este último momento quiere ser una pausa contemplativa, una especie de vía lucis después de una cruzada intelectual.

No hay conclusiones definitivas, pero sí una certeza:

  • La fe que no se encarna se vuelve eslogan.
  • La Iglesia que no escucha, se aísla.
  • La consigna sin cruz, pierde alma.
  • La cruz sin pueblo, pierde sentido.

¿Qué Iglesia soñamos?

·       Una que camine con su pueblo, sin perder a Cristo en el camino.

·       Una que no se encierre en el poder, ni renuncie a la verdad profética.

·       Una que no tema al conflicto si eso implica defender la dignidad humana.

·       Una Iglesia que se atreva a poner a los últimos en el centro.

Hoy, quizás más que nunca, la cruz y la consigna nos llaman a reconciliarse en lo esencial: en el amor hecho acción, en la esperanza compartida, en el Evangelio vivido como fermento.

Y tú, desde tu esquina, desde tu parroquia o desde tu desencanto…
¿Qué Iglesia estás ayudando a construir?

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Entre la Cruz y la Consigna:  Epílogo ¿Y ahora qué Iglesia soñamos?

Serie: Entre la Cruz y la Consigna –Capitulo IV

Por: Rafael Moya | Fuente: Catholic.net

¿Y ahora qué Iglesia soñamos?

Este epílogo no busca una conclusión, sino una apertura. Después de recorrer los caminos complejos de una Iglesia en tensión entre el poder y el pueblo, entre la cruz institucional y la consigna popular, lo que queda no es una tesis, sino una travesía.

Una travesía que nos llevó:

  1. A mirar con ojos críticos la historia compartida entre el altar y el Estado.
  2. A reconocer a esa otra Iglesia que no sale en los noticieros: la que acompaña, denuncia y transforma desde abajo.
  3. A confrontar posturas teológicas que revelan tensiones profundas sobre el centro de la misión eclesial.
  4. A preguntarnos, honestamente, qué Iglesia queremos construir hoy.

        La respuesta, si existe, no será uniforme ni vertical. Surgirá de muchas voces, muchos rostros, muchas heridas… y muchas esperanzas.

        Porque la cruz, cuando no está acompañada por la vida, se vuelve carga inútil.
Y la consigna, cuando no tiene raíz en el amor, se convierte en ruido sin fruto.

        Hoy, más que nunca, necesitamos una Iglesia que camine con el pueblo, que no tema ensuciarse en las calles, que sepa llorar con los que lloran y soñar con los que aún creen.

🕊️ Una Iglesia “en salida”, como dice el Papa Francisco, pero también “en escucha”.

·       Una Iglesia que no sustituya la voz de los pobres, sino que la amplifique.

·       Una Iglesia que no bendiga el poder sin discernir, ni rechace las luchas sin comprender.

Esta capitulo termina aquí, pero la pregunta apenas comienza:

¿Qué Iglesia soñamos… y qué estamos dispuestos a hacer para construirla?


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