OTRA PERSPECTIVA
Cuando Borrar el Riesgo del Mapa Mata: El Caso
Mystic y la Lección para América Latina
Por José Rafael Moya Saavedra
El 4 de julio de 2025, las
aguas del río Guadalupe, en Texas, arrasaron con la vida de 27 personas —niñas
y jóvenes monitores— en el Campamento Mystic, un centro veraniego de élite
ubicado en una zona conocida por sus crecidas repentinas.
A primera vista, podría
parecer consecuencias de un fenómeno natural. Pero no lo fue.
Este hecho trágico fue el
resultado de una cadena de decisiones humanas, administrativas y
regulatorias que ignoraron el principio de precaución, minimizaron alertas
previas y privilegiaron intereses sociales y económicos por encima de la
seguridad.
FEMA y el riesgo que se borra en papel
A pesar de que el Campamento
Mystic había sido identificado desde 2011 como parte de una llanura de
inundación centenaria por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias
(FEMA), en años posteriores el campamento logró apelar esa designación,
eliminando decenas de edificios del mapa oficial de riesgo.
Esto relajó regulaciones,
eliminó la obligación de contratar seguros contra inundaciones y facilitó la
ampliación de instalaciones. La prioridad dejó de ser la prevención y pasó a
ser la expansión.
Pero como se ha dicho con
amarga sabiduría: el riesgo no desaparece porque lo borres del mapa.
El prestigio social del
campamento, su acceso a asesoría legal y su posición dentro del tejido
económico local fueron factores que facilitaron el cambio del mapa. No se
protegió a las personas. Se protegió el negocio.
América Latina: cuando la historia se repite
Este caso, aunque ocurrido en
Estados Unidos, resuena profundamente en América Latina, donde el riesgo
también se gestiona —o se ignora— con base en intereses más que en evidencia.
México: el país donde también se borra el
riesgo
- En
Ciudad de México, se han permitido desarrollos inmobiliarios sobre
zonas con grietas geológicas activas, laderas inestables o antiguas minas,
como se evidenció tras los colapsos en el sismo del 19-S. Las
construcciones cumplían “en papel” pero no resistieron la realidad del
suelo.
- En
Veracruz o Tabasco, urbanizaciones enteras se construyeron en zonas
inundables, con permisos otorgados incluso después de estudios que
advertían el riesgo. Lo mismo en zonas de ladera en Guerrero y Chiapas,
donde la tierra habla... pero nadie escucha.
Mocoa, Colombia: tragedia por omisión
En 2017, más de 300 personas
murieron por un alud en Mocoa. El evento fue presentado como una tragedia
natural, pero ya existían estudios y advertencias. No se actuó. Se
urbanizó en zona de aluvión, como tantas veces ocurre en nuestros países, con
falsas garantías o promesas de reubicación que nunca llegan.
Cusco, Perú: vulnerabilidad crónica
Zonas enteras de población en
Cusco viven bajo amenaza constante de deslizamientos. Los riesgos están
identificados, pero las políticas de mitigación son débiles o lentas. Y
mientras tanto, la gente sigue habitando donde la naturaleza guarda memoria
de destrucción.
El problema no es la lluvia: es la soberbia
Cuando se elimina el riesgo
del mapa para facilitar una obra, para reducir costos, para evitar
regulaciones, lo que se elimina en realidad es la posibilidad de proteger
vidas.
No fue la naturaleza la que
mató en Mystic. Fue la decisión de ignorarla.
En América Latina, seguimos
caminando por la misma senda. Cambiamos usos de suelo como si fueran simples
trámites. Legalizamos lo ilegalizable. Nos tranquilizamos con mapas viejos y
promesas nuevas. Y cuando el río habla, decimos que fue “una tragedia”.
No, no fue la naturaleza la que nos golpeó.
Fue nuestra soberbia la que nos condenó.
Una lección pendiente
El caso del Campamento Mystic
no debe verse como una historia ajena. Es una advertencia clara para todos los
países que siguen gestionando el riesgo como si fuera una molestia y no una
responsabilidad ética.
En México y en América Latina,
no podemos permitirnos otro Mystic.
No podemos seguir borrando líneas en los mapas esperando que el agua nos
respete.
La verdadera gestión del
riesgo no consiste en evitar regulaciones, sino en proteger vidas.
Y esa es una decisión que no puede seguir siendo postergada.
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