miércoles, 20 de agosto de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

Tu rostro ya no es tuyo: la trampa de Face ID

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

Face ID se nos vendió como el futuro de la seguridad: basta una mirada para acceder al mundo digital. Es práctico, elegante, casi mágico. Pero en esa comodidad puede estar la trampa.

1. Lo que no te dicen

Apple afirma que los datos de tu rostro nunca salen del teléfono, que permanecen en un chip cifrado. Eso suena tranquilizador. Sin embargo, la historia de la tecnología demuestra que lo “seguro hoy” puede ser lo “vulnerado mañana”. ¿Quién garantiza que en una década esos registros no se usen de formas que hoy consideramos inaceptables?

En algunos países, el reconocimiento facial ya se emplea para controlar multitudes, identificar disidentes o rastrear a ciudadanos sin consentimiento. ¿De verdad creemos que esas prácticas nunca llegarán a nuestro entorno?

2. Una seguridad relativa

Face ID es seguro contra la mayoría de fraudes, pero no es infalible. Casos documentados muestran que gemelos idénticos han desbloqueado dispositivos ajenos. En condiciones controladas, se han creado máscaras 3D capaces de engañar al sistema. Y, más preocupante aún: alguien puede obligarte a poner tu cara frente al teléfono. Una clave escrita se resiste; tu rostro dormido no.

3. El consentimiento aparente

Se nos dice que Face ID requiere nuestro permiso. Pero, ¿qué tan “libre” es ese consentimiento cuando dependemos del teléfono para trabajar, pagar, comunicarnos y movernos? Al aceptar sin leer las condiciones, cedemos más de lo que creemos. Y en la práctica, ¿quién tiene el control si basta con acercar el dispositivo a tu cara para desbloquearlo?

4. La normalización silenciosa

Ese es quizá el punto más inquietante: Face ID no es solo una función del iPhone, es un ensayo cultural. Cada vez que usamos el rostro como llave, reforzamos la idea de que entregar datos biométricos es natural, cotidiano, inevitable. Así, cuando el gobierno o una empresa implementen sistemas de reconocimiento facial en el transporte, en estadios, en calles o bancos, ya no habrá resistencia: “si lo uso en mi celular, ¿por qué no aquí también?”.

5. Consecuencias a largo plazo

  • Tus datos son únicos e irreversibles. Una contraseña robada se cambia; un rostro filtrado, no.
  • La frontera entre seguridad y vigilancia se difumina. Lo que hoy es desbloquear un iPhone, mañana puede ser rastrear tu vida en tiempo real.
  • La industria ya mira más allá. Aseguradoras, bancos, aerolíneas y hasta comercios estudian usar tu cara no solo para identificarte, sino para analizar tus emociones o hábitos de consumo.

6. Tips para no caer del todo en la trampa

  1. Activa siempre la opción de requerir atención ocular (Face ID no funciona si no miras la pantalla).
  2. Mantén contraseñas fuertes como respaldo. No dependas solo del rostro.
  3. Usa autenticación de dos factores para servicios sensibles.
  4. Piensa dos veces antes de aceptar reconocimiento facial fuera de tu dispositivo. El paso del celular a lo público es el verdadero salto.
  5. Infórmate y cuestiona. El problema no es la tecnología, sino el poder que damos sin darnos cuenta.

Conclusión

Face ID funciona. Es práctico y hasta fascinante. Pero el riesgo no está en que falle, sino en que nos acostumbre a entregar lo más íntimo de nuestra identidad como si nada. El día que el rostro sea la llave de todo, ya no podremos recuperarlo como propio.

La pregunta no es si desbloquea bien tu teléfono, sino qué mundo estamos construyendo al normalizar que tu cara deje de ser tuya.


Perspectiva dos reflexiones que tocan de manera indirecta este tema:

Distopías Mexicanas III: CURP Biométrica y la Distopía Codificada

https://otraperspectivarafamoya.blogspot.com/2025/07/otra-perspectiva-distopias-mexicanas.html

Ficción Distópica y Realidad Programada II: Resistencias Digitales y Horizontes Éticos

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