OTRA PERSPECTIVA
Tu rostro ya no es tuyo: la trampa de Face ID
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
Face ID se nos vendió como el
futuro de la seguridad: basta una mirada para acceder al mundo digital. Es
práctico, elegante, casi mágico. Pero en esa comodidad puede estar la trampa.
1. Lo que no te dicen
Apple afirma que los datos de tu
rostro nunca salen del teléfono, que permanecen en un chip cifrado. Eso suena
tranquilizador. Sin embargo, la historia de la tecnología demuestra que lo
“seguro hoy” puede ser lo “vulnerado mañana”. ¿Quién garantiza que en una
década esos registros no se usen de formas que hoy consideramos inaceptables?
En algunos países, el
reconocimiento facial ya se emplea para controlar multitudes, identificar
disidentes o rastrear a ciudadanos sin consentimiento. ¿De verdad creemos que
esas prácticas nunca llegarán a nuestro entorno?
2. Una seguridad relativa
Face ID es seguro contra la
mayoría de fraudes, pero no es infalible. Casos documentados muestran que
gemelos idénticos han desbloqueado dispositivos ajenos. En condiciones
controladas, se han creado máscaras 3D capaces de engañar al sistema. Y, más
preocupante aún: alguien puede obligarte a poner tu cara frente al teléfono.
Una clave escrita se resiste; tu rostro dormido no.
3. El consentimiento aparente
Se nos dice que Face ID requiere
nuestro permiso. Pero, ¿qué tan “libre” es ese consentimiento cuando dependemos
del teléfono para trabajar, pagar, comunicarnos y movernos? Al aceptar sin leer
las condiciones, cedemos más de lo que creemos. Y en la práctica, ¿quién tiene
el control si basta con acercar el dispositivo a tu cara para desbloquearlo?
4. La normalización silenciosa
Ese es quizá el punto más
inquietante: Face ID no es solo una función del iPhone, es un ensayo cultural.
Cada vez que usamos el rostro como llave, reforzamos la idea de que entregar
datos biométricos es natural, cotidiano, inevitable. Así, cuando el gobierno o
una empresa implementen sistemas de reconocimiento facial en el transporte, en
estadios, en calles o bancos, ya no habrá resistencia: “si lo uso en mi
celular, ¿por qué no aquí también?”.
5. Consecuencias a largo plazo
- Tus
datos son únicos e irreversibles. Una contraseña robada se cambia; un
rostro filtrado, no.
- La
frontera entre seguridad y vigilancia se difumina. Lo que hoy es
desbloquear un iPhone, mañana puede ser rastrear tu vida en tiempo real.
- La
industria ya mira más allá. Aseguradoras, bancos, aerolíneas y hasta
comercios estudian usar tu cara no solo para identificarte, sino para
analizar tus emociones o hábitos de consumo.
6. Tips para no caer del todo en la trampa
- Activa
siempre la opción de requerir atención ocular (Face ID no funciona si
no miras la pantalla).
- Mantén
contraseñas fuertes como respaldo. No dependas solo del rostro.
- Usa
autenticación de dos factores para servicios sensibles.
- Piensa
dos veces antes de aceptar reconocimiento facial fuera de tu dispositivo.
El paso del celular a lo público es el verdadero salto.
- Infórmate
y cuestiona. El problema no es la tecnología, sino el poder que damos
sin darnos cuenta.
Conclusión
Face ID funciona. Es práctico y
hasta fascinante. Pero el riesgo no está en que falle, sino en que nos
acostumbre a entregar lo más íntimo de nuestra identidad como si nada. El día
que el rostro sea la llave de todo, ya no podremos recuperarlo como propio.
La pregunta no es si desbloquea
bien tu teléfono, sino qué mundo estamos construyendo al normalizar que tu
cara deje de ser tuya.
Perspectiva dos reflexiones que tocan de manera indirecta
este tema:
Distopías Mexicanas III: CURP Biométrica y la Distopía
Codificada
https://otraperspectivarafamoya.blogspot.com/2025/07/otra-perspectiva-distopias-mexicanas.html
Ficción Distópica y Realidad Programada II: Resistencias
Digitales y Horizontes Éticos
https://otraperspectivarafamoya.blogspot.com/2025/07/otra-perspectiva-ficcion-distopica-y_27.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario