OTRA PERSPECTIVA
¡Viva México! Ser mexicano y ser católico
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
El 15 de septiembre, cuando el
grito resuena en plazas y calles, la voz del pueblo no solo recuerda la
independencia, sino también la esperanza de un país que quiere vivir en paz y
justicia. Este año, la Conferencia del Episcopado Mexicano nos recordó que el “¡Viva
México!” puede ser más que una consigna patriótica: puede ser una
plegaria.
En su mensaje, los obispos
mexicanos no se quedaron en la superficie de la fiesta. Transformaron el grito
en oración: ¡Que viva México en sus niños, en sus jóvenes, en sus
mujeres, en sus familias! Una exclamación que pide respeto a la vida
desde la concepción, oportunidades para la juventud, dignidad para la mujer y
fortaleza para la familia. No es un discurso político; es un llamado ético y
espiritual.
Aquí aparece el vínculo profundo
entre ser mexicano y ser católico. La Virgen de Guadalupe, patrona y
madre, vuelve a ser presentada como símbolo de unidad. En ella, fe e identidad
nacional se entrelazan. No hay contradicción, sino complementariedad: la patria
como casa, y la fe como techo que la resguarda.
El Episcopado denuncia con
sutileza un México herido: violencia que desangra, ideologías que confunden,
instituciones amenazadas. Y frente a esa realidad, propone no el odio ni la
revancha, sino la oración y la confianza en que Dios no abandona a su pueblo.
Ese es el matiz que diferencia un grito vacío de una promesa de esperanza.
La pregunta es si los mexicanos
estamos dispuestos a gritar “¡Viva México!” no solo en la plaza,
sino en la vida cotidiana: defendiendo la inocencia de los niños, el futuro de
los jóvenes, la dignidad de las mujeres y la fortaleza de las familias. Esa
sería la manera más honesta de que la patria viva de verdad.
Porque, al final, ser mexicano y
ser católico es reconocer que nuestra identidad no está completa si se queda
solo en los símbolos patrios o en los rituales religiosos. Es en la conjunción
de ambos donde encontramos el sentido más profundo de nuestra historia y de
nuestro destino.
¡Viva México, con fe y con esperanza!
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