lunes, 15 de septiembre de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

¡Viva México! Ser mexicano y ser católico

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

El 15 de septiembre, cuando el grito resuena en plazas y calles, la voz del pueblo no solo recuerda la independencia, sino también la esperanza de un país que quiere vivir en paz y justicia. Este año, la Conferencia del Episcopado Mexicano nos recordó que el “¡Viva México!” puede ser más que una consigna patriótica: puede ser una plegaria.

En su mensaje, los obispos mexicanos no se quedaron en la superficie de la fiesta. Transformaron el grito en oración: ¡Que viva México en sus niños, en sus jóvenes, en sus mujeres, en sus familias! Una exclamación que pide respeto a la vida desde la concepción, oportunidades para la juventud, dignidad para la mujer y fortaleza para la familia. No es un discurso político; es un llamado ético y espiritual.

Aquí aparece el vínculo profundo entre ser mexicano y ser católico. La Virgen de Guadalupe, patrona y madre, vuelve a ser presentada como símbolo de unidad. En ella, fe e identidad nacional se entrelazan. No hay contradicción, sino complementariedad: la patria como casa, y la fe como techo que la resguarda.

El Episcopado denuncia con sutileza un México herido: violencia que desangra, ideologías que confunden, instituciones amenazadas. Y frente a esa realidad, propone no el odio ni la revancha, sino la oración y la confianza en que Dios no abandona a su pueblo. Ese es el matiz que diferencia un grito vacío de una promesa de esperanza.

La pregunta es si los mexicanos estamos dispuestos a gritar “¡Viva México!” no solo en la plaza, sino en la vida cotidiana: defendiendo la inocencia de los niños, el futuro de los jóvenes, la dignidad de las mujeres y la fortaleza de las familias. Esa sería la manera más honesta de que la patria viva de verdad.

Porque, al final, ser mexicano y ser católico es reconocer que nuestra identidad no está completa si se queda solo en los símbolos patrios o en los rituales religiosos. Es en la conjunción de ambos donde encontramos el sentido más profundo de nuestra historia y de nuestro destino.

¡Viva México, con fe y con esperanza!

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