martes, 16 de septiembre de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

El grito del silencio, el grito de Claudia y los gritos ocultos de México

Opinión de José Rafael Moya Saavedra

El 15 de septiembre de 2025 marcó un antes y un después en la historia nacional. Claudia Sheinbaum, primera presidenta de México, encabezó desde el balcón de Palacio Nacional el Grito de Independencia. Por primera vez en 215 años, una mujer levantó la voz en el ritual cívico más emblemático de la nación.

Su arenga incluyó 22 vivas, no solo a los héroes consagrados, sino a las heroínas de la independencia: Josefa Ortiz Téllez Girón, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra y Manuela Molina. También evocó a las heroínas anónimas, a las mujeres indígenas, a los migrantes y a los valores de dignidad, igualdad, democracia, libertad y justicia. El gesto se reforzó con símbolos inéditos: la escolta femenina del Heroico Colegio Militar entregando la bandera; la guardia de honor frente al retrato de Leona Vicario, primera mujer en ocupar un lugar en la galería principal del Palacio Nacional; el vestido morado artesanal de la presidenta, color de la lucha feminista; y la banda presidencial confeccionada por manos de mujeres del Ejército.

El momento fue solemne, histórico y reivindicativo. Por eso algunos lo llamaron “el grito del silencio”, porque rompió con siglos de exclusión y dio voz a quienes fueron borrados de la narrativa oficial: mujeres insurgentes, indígenas, migrantes y olvidados de la historia. Desde ese balcón resonó lo que nunca antes se había pronunciado.

La otra cara de la patria

Pero mientras en el Zócalo se vivía una fiesta de símbolos y reivindicaciones, en al menos 22 municipios de siete estados el Grito no se celebró. La violencia, el duelo y los conflictos sociales impusieron silencio.

En Sinaloa, municipios como Navolato, San Ignacio y Angostura cancelaron las celebraciones por segundo año consecutivo. En Michoacán, Uruapan, Zinapécuaro, Peribán y Tocumbo suspendieron sus actos patrios por amenazas y hechos violentos. En Oaxaca, seis comunidades —Zapotitlán Palmas, Santiago Yosondúa, Santa María Yolotepec, La Reforma, San Juan Bautista Guelache y Santiago Amoltepec— se quedaron sin festejo por conflictos sociales. En Veracruz, localidades como Coahuitlán, Coxquihui, Zozocolco y Cerro Azul optaron por la cancelación. En el Estado de México, Xalatlaco suspendió su ceremonia tras una masacre en un tianguis. En Iztapalapa, CDMX, la verbena popular fue cancelada tras la explosión de un tanque que dejó más de 13 muertos. Y en Campeche, Tepakán y Bécal suspendieron festejos en señal de duelo por tragedias recientes.

Mientras en la capital se hablaba de inclusión y esperanza, en estas comunidades la patria guardaba luto. El contraste fue evidente: un país que grita por igualdad, pero calla por miedo.

Los gritos que no se escucharon

El grito de Claudia fue simbólico, histórico y necesario. Pero en las entrañas de México laten otros gritos, más dolorosos, que no se reflejaron en la arenga presidencial.

Inseguridad y violencia

Con más de 121 mil personas desaparecidas y una de las tasas de homicidios más altas del mundo, México vive una herida que no cicatriza. Cada madre que busca a su hijo es un grito ahogado que no resonó en Palacio Nacional.

Desigualdad y pobreza

Al menos el 40% de la población vive alguna forma de pobreza. Los rezagos en salud y educación persisten en el sur y en comunidades marginadas. El grito de la patria no retumba igual en una casa donde falta agua, pan o medicinas.

Corrupción e impunidad

Políticos y empresarios corruptos, intocables bajo un sistema débil, minan la credibilidad institucional. La impunidad se volvió costumbre, y ese grito de indignación tampoco se escuchó.

Crisis ambiental y recursos

La crisis hídrica golpea tanto a las ciudades como al campo. Monterrey, Querétaro y CDMX han vivido ya el racionamiento. El grito de las presas vacías, de los campos secos y de la biodiversidad perdida tampoco llegó al balcón.

Estancamiento económico

Un crecimiento del PIB de apenas 1.2%, la informalidad laboral del 54% y la amenaza de desempleo reflejan un estancamiento que lastima a millones de familias. El grito económico, de frustración e incertidumbre, quedó fuera de las arengas.

Cultura del silencio

Quizá la herida más honda sea la indiferencia. Nos hemos acostumbrado al dolor ajeno, a las desapariciones sin nombre, a la violencia que ya no sorprende. La cultura de la impunidad perpetúa el silencio y debilita el tejido social.

El grito pendiente

El grito de Claudia marcó un hito: rompió silencios históricos y abrió un espacio para las voces invisibilizadas. Pero no basta con símbolos ni con consignas. Los gritos ocultos de México siguen esperando: los gritos de las madres que buscan, de los jóvenes desaparecidos, de los campesinos sin agua, de los trabajadores sin seguridad, de los migrantes sin derechos.

La Independencia se renueva cada año, pero solo cobra sentido cuando los mexicanos pueden gritar libres, seguros y con esperanza en el futuro. Ese es el grito pendiente. Ese es el silencio que México necesita romper.

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