jueves, 11 de septiembre de 2025

 



OTRA PERSPECTIVA

Los cabos sueltos que no se atan: marinos muertos y la sombra del huachicol fisca

Matando Cabos: la distopía que se volvió expediente

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

En 2004, el cine mexicano presentó Matando Cabos, una comedia negra donde los enredos, secuestros accidentales y ajustes improvisados hacían reír con un humor ácido: en lugar de “atar cabos”, los personajes los “mataban”.
Veintiún años después, esa ironía parece encarnar en la vida pública mexicana: no en la pantalla grande, sino en los expedientes judiciales del huachicol fiscal.

Muertes que no encajan en el guion oficial

En menos de un año, al menos siete marinos y funcionarios vinculados a investigaciones de contrabando de combustibles han muerto en circunstancias que, más que coincidencia, parecen capítulos de una misma trama:

  • Abraham Jeremías Pérez Ramírez, Capitán en Altamira, Tamaulipas. El 8 de septiembre de 2025 fue hallado muerto, oficialmente un suicidio, días después de ser señalado por recibir sobornos de 100 mil pesos para permitir descargas ilegales de diésel. Su nombre estaba en carpetas de la FGR.
  • Adrián Omar del Ángel Zúñiga, Capitán, murió en un “accidente de tiro” el 9 de septiembre de 2025 en Puerto Peñasco, Sonora. Antes fue subdirector de la Aduana de Manzanillo, un punto rojo en la trama del huachicol fiscal.
  • Gloria Cházaro, Capitana de Fragata, primera en morir en circunstancias extrañas; oficialmente suicidio tras denunciar hostigamiento. Su círculo de trabajo incluía contactos directos con implicados en la red.
  • Juan Carlos Sario Pichal, Capitán de Fragata, señalado en expedientes de la FGR por manipulación de documentación para descargas ilegales. Fue removido y trasladado tras filtraciones mediáticas; después, murió en circunstancias aún no esclarecidas.
  • Contralmirante Fernando Rubén Guerrero Alcántar, ejecutado en Manzanillo, Colima, tras haber denunciado a superiores por operaciones ilícitas. La FGR vinculó su homicidio con el de la funcionaria Magaly Janet Nava Ramos.
  • Ernesto Cuitláhuac Vásquez Reyna, delegado de la FGR en Tamaulipas, asesinado en agosto de 2025, tras liderar decomisos de combustible y desmantelar bodegas de huachicol.
  • A estos casos se suman funcionarios retirados y empresarios relacionados, como Sergio Carmona Angulo, “El Rey del Huachicol, asesinado en 2021 y considerado pieza clave para entender la red.

La narrativa oficial habla de accidentes, suicidios o hechos aislados. La coincidencia de los tiempos —mueren cuando los expedientes avanzan o después de filtraciones mediáticas— sugiere otra lectura: ¿estamos frente a un patrón de eliminación de testigos incómodos?

Del humor negro a la distopía criminal

En la película, matando cabos era un recurso cómico: personajes que, en su torpeza, creaban más caos al intentar resolver un problema. En el México actual, la frase se resignifica como metáfora oscura:

  • Ya no se atan cabos para esclarecer.
  • Se matan cabos para silenciar.

El resultado no es risa, sino miedo: la sospecha de que detrás de la red del huachicol fiscal se esconde una maquinaria capaz de “borrar” a quienes saben demasiado.

Instituciones en entredicho

La Fiscalía y el gobierno han pedido evitar especulaciones. Sin embargo, la acumulación de muertes bajo el mismo paraguas —el contrabando de combustibles, las aduanas, los sobornos— siembra desconfianza.
En esta distopía, los cabos que deberían ser atados para esclarecer la verdad aparecen como cabos sueltos… eliminados.

Epílogo: la risa que se volvió sospecha

La ironía cruel es que un título nacido para el humor negro hoy encierra un drama nacional. La vida pública mexicana se parece a la película, pero sin risas: un guion donde cada testigo caído parece más un “cabo” eliminado que un cabo atado.

En el cine, los enredos terminan con créditos finales. En México, la película sigue corriendo, con víctimas reales y un público que ya no ríe, sino que se pregunta: ¿quién será el próximo cabo en caer?

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