OTRA PERSPECTIVA
Los cabos sueltos que no se atan: marinos
muertos y la sombra del huachicol fisca
Matando Cabos: la distopía que se volvió
expediente
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
En 2004, el cine mexicano
presentó Matando Cabos, una comedia negra donde los enredos, secuestros
accidentales y ajustes improvisados hacían reír con un humor ácido: en lugar de
“atar cabos”, los personajes los “mataban”.
Veintiún años después, esa ironía parece encarnar en la vida pública mexicana:
no en la pantalla grande, sino en los expedientes judiciales del huachicol
fiscal.
Muertes que no encajan en el guion oficial
En menos de un año, al
menos siete marinos y funcionarios vinculados a investigaciones de
contrabando de combustibles han muerto en circunstancias que, más que
coincidencia, parecen capítulos de una misma trama:
- Abraham
Jeremías Pérez Ramírez, Capitán en Altamira, Tamaulipas. El
8 de septiembre de 2025 fue hallado muerto, oficialmente un suicidio, días
después de ser señalado por recibir sobornos de 100 mil pesos para
permitir descargas ilegales de diésel. Su nombre estaba en carpetas de la FGR.
- Adrián
Omar del Ángel Zúñiga, Capitán, murió en un “accidente de
tiro” el 9 de septiembre de 2025 en Puerto Peñasco, Sonora. Antes fue
subdirector de la Aduana de Manzanillo, un punto rojo en la trama del
huachicol fiscal.
- Gloria
Cházaro, Capitana de Fragata, primera en morir en
circunstancias extrañas; oficialmente suicidio tras denunciar
hostigamiento. Su círculo de trabajo incluía contactos directos con
implicados en la red.
- Juan
Carlos Sario Pichal, Capitán de Fragata, señalado en
expedientes de la FGR por manipulación de documentación para descargas
ilegales. Fue removido y trasladado tras filtraciones mediáticas; después,
murió en circunstancias aún no esclarecidas.
- Contralmirante
Fernando Rubén Guerrero Alcántar, ejecutado en
Manzanillo, Colima, tras haber denunciado a superiores por operaciones
ilícitas. La FGR vinculó su homicidio con el de la funcionaria Magaly
Janet Nava Ramos.
- Ernesto
Cuitláhuac Vásquez Reyna, delegado de la FGR en
Tamaulipas, asesinado en agosto de 2025, tras liderar decomisos de
combustible y desmantelar bodegas de huachicol.
- A
estos casos se suman funcionarios retirados y empresarios relacionados,
como Sergio Carmona Angulo, “El Rey del Huachicol”, asesinado en
2021 y considerado pieza clave para entender la red.
La narrativa oficial habla de
accidentes, suicidios o hechos aislados. La coincidencia de los tiempos —mueren
cuando los expedientes avanzan o después de filtraciones mediáticas— sugiere
otra lectura: ¿estamos frente a un patrón de eliminación de testigos
incómodos?
Del humor negro a la distopía criminal
En la película, matando
cabos era un recurso cómico: personajes que, en su torpeza, creaban más
caos al intentar resolver un problema. En el México actual, la frase se
resignifica como metáfora oscura:
- Ya
no se atan cabos para esclarecer.
- Se
matan cabos para silenciar.
El resultado no es risa, sino
miedo: la sospecha de que detrás de la red del huachicol fiscal se esconde una
maquinaria capaz de “borrar” a quienes saben demasiado.
Instituciones en entredicho
La Fiscalía y el gobierno han
pedido evitar especulaciones. Sin embargo, la acumulación de muertes bajo el
mismo paraguas —el contrabando de combustibles, las aduanas, los sobornos—
siembra desconfianza.
En esta distopía, los cabos que deberían ser atados para esclarecer la verdad
aparecen como cabos sueltos… eliminados.
Epílogo: la risa que se volvió sospecha
La ironía cruel es que un
título nacido para el humor negro hoy encierra un drama nacional. La vida
pública mexicana se parece a la película, pero sin risas: un guion donde cada
testigo caído parece más un “cabo” eliminado que un cabo atado.
En el cine, los enredos
terminan con créditos finales. En México, la película sigue corriendo, con
víctimas reales y un público que ya no ríe, sino que se pregunta: ¿quién
será el próximo cabo en caer?
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