domingo, 7 de septiembre de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

Despertando al México Bronco: Dos marchas, un mismo grito

Opinión de José Rafael Moya Saavedra

El México bronco no siempre aparece con machetes ni caballos. A veces lo hace con pancartas, a veces con veladoras. En una misma semana, en dos escenarios distintos, la calle volvió a recordarle al poder que la paciencia social tiene límites.

El 31 de agosto en la Ciudad de México, la llamada “Marcha de la Resistencia tomó Paseo de la Reforma con más de 15 mil personas. Era un desfile opositor, sí, pero también un acto de advertencia: “México no se vende”, “Fuera Morena”, se leía en las mantas. Detrás estaban figuras como Vicente Fox, Margarita Zavala, Claudio X. González y colectivos ciudadanos que buscan frenar lo que llaman el deterioro democrático. El mensaje fue político, con la vista puesta en la concentración de poder y en la erosión de contrapesos.

Una semana después, el 7 de septiembre en Sinaloa, la “Marcha por la Paz” reveló otra cara del mismo hartazgo. No hubo consignas partidistas, sino rostros cansados, familias enteras exigiendo lo elemental: dejar de vivir con miedo. Alejandro Moreno lo resumió con crudeza: “Es el grito desesperado de un pueblo que ya no puede más”. Y tenía razón: las balas diarias, los secuestros y la impunidad constante son ya un modo de vida en el norte.

Dos marchas distintas, dos públicos distintos, pero un mismo trasfondo: la desconfianza absoluta en las instituciones.

  • En la capital, la percepción de que el poder se ha vuelto autoritario y sordo al diálogo.
  • En el norte, la certeza de que el Estado ha sido rebasado por el crimen organizado y que la justicia es un lujo inaccesible.

Jesús Reyes Heroles lo dijo hace décadas: “Hay un México bronco que debemos evitar que despierte”. Hoy ese México no solo despertó: se está organizando. A veces en marchas opositoras, a veces en reclamos sociales sin banderas. La diferencia es de formas, no de fondo.

Lo preocupante es que el poder político parece más ocupado en administrar la confrontación que en atender sus causas. Un país donde se normalizan los asesinatos políticos, los linchamientos comunitarios y la polarización como espectáculo, es un país donde lo bronco avanza sin freno.

          La historia advierte que lo bronco, una vez encendido, no se apaga con discursos ni con cifras maquilladas. Se apaga con instituciones sólidas, con justicia real, con gobiernos que escuchen y respondan.

Hoy las calles lo gritan: una marcha por la democracia, otra por la vida. Distintas consignas, pero un mismo mensaje: México no aguanta más indiferencia.

 

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