OTRA PERSPECTIVA
Despertando al México Bronco: Dos marchas, un
mismo grito
Opinión de José Rafael Moya Saavedra
El México bronco no siempre
aparece con machetes ni caballos. A veces lo hace con pancartas, a veces con
veladoras. En una misma semana, en dos escenarios distintos, la calle volvió a
recordarle al poder que la paciencia social tiene límites.
El 31 de agosto en la
Ciudad de México, la llamada “Marcha de la Resistencia”
tomó Paseo de la Reforma con más de 15 mil personas. Era un desfile opositor,
sí, pero también un acto de advertencia: “México no se vende”, “Fuera
Morena”, se leía en las mantas. Detrás estaban figuras como Vicente
Fox, Margarita Zavala, Claudio X. González y colectivos ciudadanos que buscan
frenar lo que llaman el deterioro democrático. El mensaje fue político, con la
vista puesta en la concentración de poder y en la erosión de contrapesos.
Una semana después, el 7 de
septiembre en Sinaloa, la “Marcha por la Paz” reveló otra
cara del mismo hartazgo. No hubo consignas partidistas, sino rostros cansados,
familias enteras exigiendo lo elemental: dejar de vivir con miedo. Alejandro
Moreno lo resumió con crudeza: “Es el grito desesperado de un pueblo que
ya no puede más”. Y tenía razón: las balas diarias, los secuestros y la
impunidad constante son ya un modo de vida en el norte.
Dos marchas distintas, dos
públicos distintos, pero un mismo trasfondo: la desconfianza absoluta en las
instituciones.
- En
la capital, la percepción de que el poder se ha vuelto autoritario y sordo
al diálogo.
- En
el norte, la certeza de que el Estado ha sido rebasado por el crimen
organizado y que la justicia es un lujo inaccesible.
Jesús Reyes Heroles lo dijo
hace décadas: “Hay un México bronco que debemos evitar que despierte”.
Hoy ese México no solo despertó: se está organizando. A veces en marchas
opositoras, a veces en reclamos sociales sin banderas. La diferencia es de
formas, no de fondo.
Lo preocupante es que el poder
político parece más ocupado en administrar la confrontación que en atender sus
causas. Un país donde se normalizan los asesinatos políticos, los linchamientos
comunitarios y la polarización como espectáculo, es un país donde lo bronco
avanza sin freno.
La historia
advierte que lo bronco, una vez encendido, no se apaga con discursos ni con
cifras maquilladas. Se apaga con instituciones sólidas, con justicia real, con
gobiernos que escuchen y respondan.
Hoy las calles lo gritan: una marcha por la democracia,
otra por la vida. Distintas consignas, pero un mismo mensaje: México no
aguanta más indiferencia.
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