OTRA PERSPECTIVA
Populismo en América: balance hemisférico y
lecciones para el futuro
Parte 7 y ultimo: Populismo en América: espejos
y contrastes
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
El continente americano es un
espejo roto donde cada país refleja, a su modo, la tensión eterna entre pueblo
e instituciones. Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Sheinbaum en
México, Bukele en El Salvador, Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua y
Díaz-Canel en Cuba: todos distintos, todos con un hilo común.
El populismo no es ideología,
es estilo. Puede vestirse de izquierda o de derecha, de outsider millonario o
de científica serena, de caudillo revolucionario o de influencer digital. Pero
su esencia no cambia: dividir entre pueblo y élite, y usar la legitimidad
popular como escudo para concentrar poder.
Tres rostros del populismo en América
- Autoritarismos
consolidados: Venezuela, Nicaragua y Cuba son la
fotografía más oscura. El populismo dejó de ser promesa y se convirtió en
régimen, devorando instituciones y cancelando la democracia.
- Populismos
en tensión institucional: Estados Unidos, Brasil,
México, Argentina, Colombia y El Salvador muestran que las democracias
pueden tambalear cuando un líder fuerte desafía las reglas. A veces
resisten (EE. UU., Brasil), a veces se doblan (México, Colombia), a veces
se rinden (El Salvador).
- Contrapesos
firmes: Uruguay, Chile y Canadá son recordatorio
de que la democracia puede resistir si las instituciones pesan más que los
nombres propios.
Lecciones que deja el mapa hemisférico
- El
populismo no desaparece: se adapta. Puede gritar
en un mitin, tuitear en un smartphone o hablar con bata de laboratorio.
- Las
instituciones importan: donde son fuertes, el populismo se
frena; donde son débiles, se convierte en autoritarismo.
- El
pueblo necesita más que discursos: si las democracias no
resuelven pobreza, desigualdad y violencia, el terreno queda fértil para
cualquier líder que prometa soluciones inmediatas.
- La
polarización es rentable, pero corrosiva: los líderes
populistas dividen para ganar. Las sociedades que sobreviven son las que
logran dialogar después de la división.
- La
democracia no es automática: requiere cuidado
diario, vigilancia ciudadana y contrapesos que no se dejen intimidar por
el carisma del poder.
Colofón
El populismo en América es
advertencia y oportunidad. Advierte lo fácil que es debilitar instituciones
cuando un líder concentra todo el poder. Pero también recuerda que hay países
donde la democracia sigue viva, capaz de corregirse y de resistir.
El futuro del continente no
depende de evitar al populismo —porque siempre regresará con otro rostro—, sino
de construir instituciones que sobrevivan al aplauso, al grito y al tuit.
La lección final es clara: los
líderes pasan, las instituciones quedan. Y si no quedan, lo que permanece no es
democracia, sino silencio.
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