domingo, 7 de septiembre de 2025

 



OTRA PERSPECTIVA

Populismo en América: balance hemisférico y lecciones para el futuro

Parte 7 y ultimo: Populismo en América: espejos y contrastes

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

El continente americano es un espejo roto donde cada país refleja, a su modo, la tensión eterna entre pueblo e instituciones. Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Sheinbaum en México, Bukele en El Salvador, Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua y Díaz-Canel en Cuba: todos distintos, todos con un hilo común.

El populismo no es ideología, es estilo. Puede vestirse de izquierda o de derecha, de outsider millonario o de científica serena, de caudillo revolucionario o de influencer digital. Pero su esencia no cambia: dividir entre pueblo y élite, y usar la legitimidad popular como escudo para concentrar poder.

Tres rostros del populismo en América

  • Autoritarismos consolidados: Venezuela, Nicaragua y Cuba son la fotografía más oscura. El populismo dejó de ser promesa y se convirtió en régimen, devorando instituciones y cancelando la democracia.
  • Populismos en tensión institucional: Estados Unidos, Brasil, México, Argentina, Colombia y El Salvador muestran que las democracias pueden tambalear cuando un líder fuerte desafía las reglas. A veces resisten (EE. UU., Brasil), a veces se doblan (México, Colombia), a veces se rinden (El Salvador).
  • Contrapesos firmes: Uruguay, Chile y Canadá son recordatorio de que la democracia puede resistir si las instituciones pesan más que los nombres propios.

Lecciones que deja el mapa hemisférico

  1. El populismo no desaparece: se adapta. Puede gritar en un mitin, tuitear en un smartphone o hablar con bata de laboratorio.
  2. Las instituciones importan: donde son fuertes, el populismo se frena; donde son débiles, se convierte en autoritarismo.
  3. El pueblo necesita más que discursos: si las democracias no resuelven pobreza, desigualdad y violencia, el terreno queda fértil para cualquier líder que prometa soluciones inmediatas.
  4. La polarización es rentable, pero corrosiva: los líderes populistas dividen para ganar. Las sociedades que sobreviven son las que logran dialogar después de la división.
  5. La democracia no es automática: requiere cuidado diario, vigilancia ciudadana y contrapesos que no se dejen intimidar por el carisma del poder.

Colofón 

El populismo en América es advertencia y oportunidad. Advierte lo fácil que es debilitar instituciones cuando un líder concentra todo el poder. Pero también recuerda que hay países donde la democracia sigue viva, capaz de corregirse y de resistir.

El futuro del continente no depende de evitar al populismo —porque siempre regresará con otro rostro—, sino de construir instituciones que sobrevivan al aplauso, al grito y al tuit.

La lección final es clara: los líderes pasan, las instituciones quedan. Y si no quedan, lo que permanece no es democracia, sino silencio.

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