OTRA PERSPECTIVA
Trump y Bolsonaro: el eco populista a ambos lados del
continente
Parte 2: Populismo
en América: espejos y contrastes
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
Dos hombres distintos, un mismo libreto.
Donald Trump, magnate
inmobiliario convertido en outsider político, y Jair Bolsonaro, capitán
retirado del Ejército brasileño con décadas en el Congreso, parecían no tener
mucho en común. Pero bastó escucharlos un par de veces para reconocer el eco:
el mismo tono desafiante, el mismo enemigo —“la élite corrupta”— y la misma
promesa de devolver la grandeza perdida a sus naciones.
El espejo hemisférico
Bolsonaro no escondió su
admiración por Trump. Tomó de él el estilo confrontativo, la guerra abierta
contra la prensa, el uso de las redes sociales como arma política y hasta la
asesoría de Steve Bannon.
El “Make America Great
Again” se tropicalizó en un “Brasil por encima de todo, Dios por
encima de todos”.
El resultado fue el mismo:
sociedades divididas, polarizadas y atrapadas en un permanente estado de
campaña.
El choque con las instituciones
Los dos líderes llevaron su cruzada más allá de la retórica.
En Estados Unidos, el asalto al
Capitolio en enero de 2021 mostró hasta dónde podía llegar la retórica
incendiaria de Trump.
En Brasil, el ataque a los Tres
Poderes en Brasilia, en enero de 2023, fue una réplica aún más brutal de ese
guion.
La diferencia estuvo en la
respuesta: la justicia brasileña procesó a Bolsonaro por intento de golpe; en
Estados Unidos, Trump enfrenta condenas por delitos comerciales, pero su papel
en el asalto al Capitolio aún permanece en la penumbra judicial.
Dos estilos, un mismo riesgo
Trump se presentó como el
empresario que venía a limpiar la “ciénaga” de Washington; Bolsonaro como el
exmilitar que encarnaba al “pueblo contra el sistema”.
Uno en inglés y otro en portugués, ambos hablaban el idioma del populismo: el
del líder que dice representar directamente a las masas y que, en nombre de esa
legitimidad, considera secundarias las instituciones.
Más allá de la anécdota
Trump y Bolsonaro no inventaron el populismo, pero sí lo
llevaron al extremo:
- La
política como espectáculo.
- La
confrontación como método.
- El
poder por encima de las reglas.
El espejo hemisférico que forman
no es casualidad: es advertencia. Cuando las democracias se dejan seducir por
el ruido, los gritos del líder terminan ahogando las voces de las
instituciones.
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