lunes, 1 de septiembre de 2025

 


OTRA PERSPECTIVA

Populismo en América: espejos y contrastes

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

 

Populismo: palabra que incomoda, poder que seduce.

Todos hablan de populismo, pero pocos saben realmente qué significa. La palabra se usa como insulto, como elogio o como arma de campaña. Lo cierto es que el populismo no es una ideología, sino un estilo: una forma de dividir el mundo entre “el pueblo bueno” y “la élite corrupta”.

El imán del populismo

El populismo surge cuando la política tradicional se agota. Llega en tiempos de crisis, cuando la gente siente que nadie la escucha. Entonces aparece un líder que promete ser la voz directa del pueblo, sin intermediarios, sin partidos, sin instituciones que “estorben”.
Su fuerza es emocional: conecta con el enojo, con la frustración, con la esperanza de que alguien, por fin, “les diga sus verdades” a los poderosos.

El doble filo

El populismo puede ser bálsamo o veneno.

  • Regenera cuando devuelve poder a los olvidados y sacude a las élites adormecidas.
  • Deteriora cuando concentra poder, destruye instituciones y convierte la voz del pueblo en excusa perfecta para imponer la voz de uno solo.

Por eso incomoda: porque nunca es neutro. Es motor de esperanza o ruta al autoritarismo.

El mapa americano

Hoy el continente está lleno de espejos populistas:

  • Autoritarismos consolidados: Venezuela, Nicaragua, Cuba. Ahí el populismo dejó de ser promesa y se volvió dictadura.
  • Tensiones institucionales: México, Estados Unidos, Brasil, Colombia, Argentina, El Salvador. Países donde el populismo vive un pulso constante con las instituciones: unas resisten, otras se doblan.
  • Contrapesos firmes: Uruguay, Chile, Canadá. Lugares donde las reglas democráticas aún pesan más que el carisma de un líder.

El mapa americano

Hoy el continente está lleno de espejos populistas: 

País / Líder

Estilo de liderazgo

Rasgos populistas

Situación institucional

Nivel de riesgo democrático

EE. UU. – Donald Trump

Outsider, confrontativo

“America First”, ataques a prensa y jueces

Instituciones tensionadas pero resilientes

Alto, contenido

Brasil – Jair Bolsonaro

Exmilitar, conservador

Polarización, desprestigio a tribunales, negacionismo COVID

Justicia procesó intento de golpe

Alto, con reacción

México – Claudia Sheinbaum (AMLO antecedente)

Científica, serena

Legitimidad mayoritaria, reformas contra contrapesos

Mayorías legislativas, tensión con SCJN

Medio-Alto

El Salvador – Nayib Bukele

Carismático, digital

Populismo millennial, régimen de excepción

Congreso y Corte bajo control

Alto, hacia autoritarismo

Venezuela – Nicolás Maduro

Autoritario

Populismo chavista degenerado en dictadura

Institucionalidad colapsada

Máximo

Nicaragua – Daniel Ortega

Caudillo revolucionario

Populismo revolucionario devenido dictadura

Eliminación total de elecciones libres

Máximo

Cuba – Miguel Díaz-Canel

Continuidad castrista

Retórica revolucionaria, partido único

Sin pluralismo político real

Máximo

Argentina – Javier Milei

Libertario, disruptivo

Anti-“casta política”, estilo personalista

Instituciones tensionadas por decretos

Medio-Alto

Colombia – Gustavo Petro

Progresista, exguerrillero

Discurso antiélites, polarización

Tensiones con justicia y FF.AA.

Medio

Chile – Gabriel Boric

Progresista joven

Reformista, institucional

Proceso constituyente fallido pero democrático

Medio-Bajo

Uruguay – Lacalle Pou

Liberal moderado

No populista

Institucionalidad robusta

Bajo

Canadá – Justin Trudeau

Carismático, parlamentario

Liderazgo personalista limitado

Contrapesos sólidos

Bajo

Haití – Estado sin liderazgo

Colapso estatal

No populismo, vacío de poder

Instituciones fallidas

Máximo


Una historia larga, una tentación recurrente

El populismo en América no nació ayer.

  • Orígenes clásicos: a inicios del siglo XX, con Vargas en Brasil, Cárdenas en México, Perón en Argentina o Velasco Ibarra en Ecuador, que movilizaron a las masas con nacionalismo, redistribución y desafío a las élites.
  • La represión militar: en la segunda mitad del siglo XX, dictaduras sofocaron movimientos populistas en Argentina, Chile y Uruguay.
  • Neopopulismo del siglo XXI: con Chávez, Evo, Correa, AMLO, Bolsonaro y Trump, el populismo se modernizó: ahora usa redes sociales, discursos polarizantes y promesas de refundación nacional.

Incluso Estados Unidos tuvo su propia versión: el “populismo de la pradera” del siglo XIX, con agricultores enfrentados a banqueros y políticos urbanos. Fue efímero, rural y blanco. Muy distinto al latinoamericano, que fue urbano, obrero, inclusivo y de larga duración.

Qué es el populismo

En términos simples: el populismo es un enfoque político que apela al pueblo contra las élites, con un líder carismático que se presenta como intérprete único de la voluntad popular.

  • Fuerza: da voz a los olvidados, rompe monopolios de poder, sacude sistemas cerrados.
  • Debilidad: simplifica la política, erosiona instituciones, alimenta caudillismos.

El dilema de siempre

El populismo no desaparece. Se transforma, cambia de rostro y de bandera. Puede vestirse de izquierda, de derecha, de outsider millonario o de científica serena. Su esencia, sin embargo, es la misma: el atajo político que promete devolver el poder al pueblo.

La pregunta no es si habrá populismo, sino qué harán las instituciones para resistirlo o dejarse arrasar por él.

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