OTRA PERSPECTIVA
Populismo en América: espejos y contrastes
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
Populismo: palabra que incomoda, poder que seduce.
Todos hablan de populismo, pero
pocos saben realmente qué significa. La palabra se usa como insulto, como
elogio o como arma de campaña. Lo cierto es que el populismo no es una
ideología, sino un estilo: una forma de dividir el mundo entre “el pueblo
bueno” y “la élite corrupta”.
El imán del populismo
El populismo surge cuando la
política tradicional se agota. Llega en tiempos de crisis, cuando la gente
siente que nadie la escucha. Entonces aparece un líder que promete ser la voz
directa del pueblo, sin intermediarios, sin partidos, sin instituciones que
“estorben”.
Su fuerza es emocional: conecta con el enojo, con la frustración, con la
esperanza de que alguien, por fin, “les diga sus verdades” a los poderosos.
El doble filo
El populismo puede ser bálsamo o veneno.
- Regenera
cuando devuelve poder a los olvidados y sacude a las élites adormecidas.
- Deteriora
cuando concentra poder, destruye instituciones y convierte la voz del
pueblo en excusa perfecta para imponer la voz de uno solo.
Por eso incomoda: porque nunca es neutro. Es motor de
esperanza o ruta al autoritarismo.
El mapa americano
Hoy el continente está lleno de espejos populistas:
- Autoritarismos
consolidados: Venezuela, Nicaragua, Cuba. Ahí el populismo dejó de ser
promesa y se volvió dictadura.
- Tensiones
institucionales: México, Estados Unidos, Brasil, Colombia, Argentina,
El Salvador. Países donde el populismo vive un pulso constante con las
instituciones: unas resisten, otras se doblan.
- Contrapesos
firmes: Uruguay, Chile, Canadá. Lugares donde las reglas democráticas
aún pesan más que el carisma de un líder.
El mapa americano
Hoy el continente está lleno de espejos populistas:
País / Líder |
Estilo de liderazgo |
Rasgos populistas |
Situación institucional |
Nivel de riesgo democrático |
EE. UU. – Donald Trump |
Outsider, confrontativo |
“America First”, ataques a prensa y jueces |
Instituciones tensionadas pero resilientes |
Alto, contenido |
Brasil – Jair Bolsonaro |
Exmilitar, conservador |
Polarización, desprestigio a tribunales, negacionismo
COVID |
Justicia procesó intento de golpe |
Alto, con reacción |
México – Claudia Sheinbaum (AMLO antecedente) |
Científica, serena |
Legitimidad mayoritaria, reformas contra contrapesos |
Mayorías legislativas, tensión con SCJN |
Medio-Alto |
El Salvador – Nayib Bukele |
Carismático, digital |
Populismo millennial, régimen de excepción |
Congreso y Corte bajo control |
Alto, hacia autoritarismo |
Venezuela – Nicolás Maduro |
Autoritario |
Populismo chavista degenerado en dictadura |
Institucionalidad colapsada |
Máximo |
Nicaragua – Daniel Ortega |
Caudillo revolucionario |
Populismo revolucionario devenido dictadura |
Eliminación total de elecciones libres |
Máximo |
Cuba – Miguel Díaz-Canel |
Continuidad castrista |
Retórica revolucionaria, partido único |
Sin pluralismo político real |
Máximo |
Argentina – Javier Milei |
Libertario, disruptivo |
Anti-“casta política”, estilo personalista |
Instituciones tensionadas por decretos |
Medio-Alto |
Colombia – Gustavo Petro |
Progresista, exguerrillero |
Discurso antiélites, polarización |
Tensiones con justicia y FF.AA. |
Medio |
Chile – Gabriel Boric |
Progresista joven |
Reformista, institucional |
Proceso constituyente fallido pero democrático |
Medio-Bajo |
Uruguay – Lacalle Pou |
Liberal moderado |
No populista |
Institucionalidad robusta |
Bajo |
Canadá – Justin Trudeau |
Carismático, parlamentario |
Liderazgo personalista limitado |
Contrapesos sólidos |
Bajo |
Haití – Estado sin liderazgo |
Colapso estatal |
No populismo, vacío de poder |
Instituciones fallidas |
Máximo |
Una historia larga, una tentación recurrente
El populismo en América no nació ayer.
- Orígenes
clásicos: a inicios del siglo XX, con Vargas en Brasil, Cárdenas en
México, Perón en Argentina o Velasco Ibarra en Ecuador, que movilizaron a
las masas con nacionalismo, redistribución y desafío a las élites.
- La
represión militar: en la segunda mitad del siglo XX, dictaduras
sofocaron movimientos populistas en Argentina, Chile y Uruguay.
- Neopopulismo
del siglo XXI: con Chávez, Evo, Correa, AMLO, Bolsonaro y Trump, el
populismo se modernizó: ahora usa redes sociales, discursos polarizantes y
promesas de refundación nacional.
Incluso Estados Unidos tuvo su
propia versión: el “populismo de la pradera” del siglo XIX, con
agricultores enfrentados a banqueros y políticos urbanos. Fue efímero, rural y
blanco. Muy distinto al latinoamericano, que fue urbano, obrero, inclusivo y de
larga duración.
Qué es el populismo
En términos simples: el populismo es un enfoque político que
apela al pueblo contra las élites, con un líder carismático que se presenta
como intérprete único de la voluntad popular.
- Fuerza:
da voz a los olvidados, rompe monopolios de poder, sacude sistemas
cerrados.
- Debilidad:
simplifica la política, erosiona instituciones, alimenta caudillismos.
El dilema de siempre
El populismo no desaparece. Se
transforma, cambia de rostro y de bandera. Puede vestirse de izquierda, de
derecha, de outsider millonario o de científica serena. Su esencia, sin
embargo, es la misma: el atajo político que promete devolver el poder al pueblo.
La pregunta no es si habrá
populismo, sino qué harán las instituciones para resistirlo o dejarse
arrasar por él.
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