miércoles, 3 de septiembre de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

Sheinbaum: la heredera del populismo mayoritario

Parte 3: Populismo en América: espejos y contrastes

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

Claudia Sheinbaum no llegó al poder como outsider, como caudillo militar ni como millonario excéntrico. Su historia es distinta: científica de formación, mujer de estilo sereno, administradora eficaz. Pero detrás de esa diferencia hay un hilo rojo que la conecta con Trump y Bolsonaro: el populismo como fuerza que tensa la democracia.

La continuidad de un proyecto

Sheinbaum no es ruptura, es continuidad. Hereda el capital político de Andrés Manuel López Obrador y con él la legitimidad de las urnas, que le entregaron mayorías amplias en Congreso y poder para moldear instituciones. Su discurso es menos incendiario, pero igual de claro: “el pueblo decidió”. Esa frase funciona como llave maestra para abrir cualquier puerta y para derribar cualquier muro institucional que se interponga.

El estilo diferente

A diferencia de Trump o Bolsonaro, Sheinbaum no busca la confrontación diaria ni el insulto como arma. Su tono es técnico, incluso académico. Habla de datos, de medio ambiente, de ciencia. Pero el fondo es el mismo: utilizar la legitimidad popular para justificar la concentración del poder.

La serenidad no elimina la tentación. La disfraza.

La tentación del poder absoluto

Con una mayoría legislativa cómoda, Sheinbaum tiene en sus manos la posibilidad de reformar la Constitución. Y ya se habla de cambios profundos en materia judicial, electoral y administrativa.

  • Los organismos autónomos se ven como obstáculos (casi eliminados)
  • La Suprema Corte, Capturada.
  • La crítica, como ruido innecesario.

El populismo mayoritario no necesita gritar: actúa con la tranquilidad de saber que tiene los votos para hacerlo.

El dilema mexicano

México vive en un umbral delicado.

Puede consolidar una democracia socialdemócrata con instituciones fuertes, capaz de enfrentar la desigualdad y la violencia desde un marco de legalidad.

O puede repetir el guion latinoamericano: el populismo centralizador que convierte las mayorías en cheque en blanco y debilita los contrapesos hasta dejarlos irrelevantes.

Un populismo en clave mexicana

Sheinbaum no grita como Trump ni provoca como Bolsonaro. No se viste de outsider ni de mesías. Pero enfrenta el mismo dilema: usar el respaldo popular como herramienta de gobierno o como excusa para arrasar con lo que incomoda.

El futuro mexicano dependerá menos del estilo y más de la decisión: gobernar con instituciones o gobernar sobre ellas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

  OTRA PERSPECTIVA  Bukele: el populismo millennial Parte 4: Populismo en América: espejos y contrastes Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra...