jueves, 4 de septiembre de 2025

 


OTRA PERSPECTIVA

 Bukele: el populismo millennial

Parte 4: Populismo en América: espejos y contrastes

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

Nayib Bukele no gobierna desde el Palacio Nacional. Gobierna desde su cuenta de Twitter —o mejor dicho, desde X. Con gorra hacia atrás, frases cortas y la seguridad de un influencer, convirtió la política en espectáculo digital. Si Trump fue el reality show y Bolsonaro el mitin de masas, Bukele es el populismo millennial: el poder administrado a golpe de clic.

El presidente influencer

Bukele entendió algo que sus antecesores no: las redes no son un complemento de la política, son el nuevo escenario central. No necesita ruedas de prensa ni largos discursos. Un meme, un post, un hilo viral, bastan para instalar la narrativa del día.

Se vende como outsider que derrotó a los partidos tradicionales y como el joven que vino a limpiar la corrupción con métodos “nuevos”. En su versión digital, la política es simple: pueblo contra criminales, presidente contra viejos políticos, justicia inmediata contra un enemigo visible.

Los éxitos a la vista

La realidad también juega a su favor. El Salvador, que fue durante años uno de los países más violentos del mundo, ha visto caer sus homicidios de manera drástica bajo su régimen de excepción. Las maras, que parecían invencibles, han sido debilitadas como nunca antes.

Ese resultado, tangible y visible, le da a Bukele un apoyo popular que roza lo absoluto. Mientras otros presidentes pelean con encuestas divididas, él gobierna con una aprobación envidiable en toda América Latina.

El costo oculto

Pero detrás del aplauso hay una factura peligrosa.

Miles de detenciones arbitrarias, familias enteras denunciando abusos, cárceles abarrotadas y sin debido proceso. El Congreso y la Corte Suprema ya no son contrapesos, sino extensiones del Ejecutivo. La reelección inmediata, prohibida por la Constitución salvadoreña, se convirtió en realidad gracias a jueces alineados.

El resultado: una institucionalidad debilitada, que funciona mientras Bukele mantenga el aplauso, pero que deja un precedente frágil para el día en que otro intente usar el mismo camino.

El laboratorio del populismo digital

Bukele es pionero. Si el populismo clásico usaba mítines, micrófonos y plazas, el suyo usa hashtags, tendencias y transmisiones en vivo. Convirtió likes y retuits en legitimidad política. Transformó el aplauso digital en capital de poder real.

El Salvador es hoy el laboratorio de un autoritarismo digital: un régimen donde la democracia se somete a la inmediatez de las redes sociales y el carisma del líder se mide en trending topics.

El dilema regional

El modelo Bukele seduce. Presidentes y candidatos en todo el continente lo miran con atención: resultados inmediatos, popularidad arrasadora, crítica internacional neutralizada con un simple meme. Pero la pregunta es incómoda: ¿qué queda de la democracia cuando todo el poder se concentra en una cuenta de usuario?

Cierre editorial

Bukele es el espejo futurista del populismo: gobierna con un clic, concentra el poder con un decreto y convence al mundo con una selfie. El Salvador es hoy el escenario donde la democracia se prueba frente a un autoritarismo que ya no marcha con botas ni discursos de plaza, sino con emojis y algoritmos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

  OTRA PERSPECTIVA  Bukele: el populismo millennial Parte 4: Populismo en América: espejos y contrastes Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra...