OTRA PERSPECTIVA
Radar apagado: El desmantelamiento silencioso de la
protección climática en el siglo XXI
(Parte II de la serie “Cuando
la Alerta Colapsa”)
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
Introducción
El primer ensayo nos permitió
identificar una paradoja dolorosa: en un mundo cada vez más vulnerable a los
desastres climáticos, los sistemas públicos diseñados para alertar y proteger a
la población están siendo debilitados. Este nuevo texto se inserta como
continuación crítica: ¿qué sucede cuando esos sistemas de alerta colapsan
o son deliberadamente desmantelados? ¿Quién pierde, quién gana, y cómo se
manifiesta el riesgo cuando ya no hay radar, voz ni prevención?
La ausencia de mantenimiento, la
falta de coordinación institucional, el desmantelamiento técnico y los recortes
presupuestarios dejan a millones de personas expuestas. Desde Texas hasta
Tabasco, desde Bangladesh hasta Sonora, los testimonios humanos revelan una
constante: cuando el Estado apaga sus sensores, la sociedad queda sola.
Este ensayo busca trazar
paralelismos, exponer consecuencias y proponer rutas de solución frente a un
fenómeno global que se disfraza de austeridad, pero desemboca en tragedia.
2. Casos de estudio internacionales: El debilitamiento de
las alertas climáticas
Del análisis estructural a los casos concretos: así se
manifiesta el radar apagado en el mundo.
Texas (julio 2025): Desbordamiento sin aviso
Las lluvias extremas en el centro
de Texas desbordaron súbitamente el río Guadalupe, arrasando un campamento
cristiano y dejando al menos cuatro menores fallecidos, decenas de heridos y
múltiples desaparecidos. Las alertas fallaron. La infraestructura de vigilancia
no respondió a tiempo, y la coordinación estatal se mostró caótica.
“El agua subió en minutos... no tuvimos tiempo de sacar
nada.” —Lorena Guillén, sobreviviente
“Aplicamos estrategias de supervivencia con las niñas... No sabíamos si íbamos
a salir de ahí.” —Monitoras mexicanas en el campamento Mystic
“Los árboles estaban destrozados, las casas arrasadas... la búsqueda fue a
contrarreloj.” —Brigadista de rescate
Más allá del fenómeno natural, el
colapso de la alerta fue institucional. Las deficiencias de mantenimiento, la
saturación de canales y la falta de inversión previa en resiliencia expusieron
una tragedia que pudo haberse mitigado.
Estados Unidos – NOAA bajo presión política
Durante la administración Trump,
la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), encargada del
sistema nacional de alertas meteorológicas, sufrió amenazas de recorte
presupuestal de hasta el 17%. Se intentó eliminar programas satelitales
esenciales y se redujeron fondos para investigaciones climáticas.
Uno de los episodios más
preocupantes fue el “Sharpiegate” (2019), cuando la Casa Blanca
alteró un mapa oficial para justificar un error del presidente sobre la
trayectoria del huracán Dorian. Este hecho reveló la vulnerabilidad de
los sistemas científicos frente a presiones políticas que comprometen la
seguridad pública.
México: recorte ambiental en plena crisis climática
El Proyecto de Presupuesto de
Egresos de la Federación 2025 propone recortes de hasta el 40% al sector
ambiental. La Conanp, encargada de las Áreas Naturales Protegidas, operará
con apenas 10.2 pesos por hectárea. Profepa y ASEA, responsables de
fiscalización y justicia ambiental, enfrentan una parálisis operativa.
Las consecuencias ya son
visibles: en Tabasco, dos inundaciones severas en cinco años (2020 y
2025) dejaron a miles de familias afectadas. A pesar de la experiencia
acumulada, la falta de actualización tecnológica y la fragmentación
interinstitucional impidieron respuestas preventivas efectivas. La desaparición
de fideicomisos también impactó negativamente la capacidad de acción inmediata.
Sur global: interdependencia y fragilidad estructural
La Organización Meteorológica
Mundial (OMM) ha advertido que más del 60% de los países en África y el
Caribe carecen de sistemas de alerta temprana eficaces. Muchos dependen de
datos generados por agencias como la NOAA, EUMETSAT (Europa) o JMA (Japón).
Esto significa que los recortes en los países centrales generan un efecto
dominó global: la reducción de cobertura satelital y datos abiertos
compromete la vigilancia climática en todo el planeta.
En América Latina, esta
interdependencia se agrava por debilidad institucional interna. Muchos países
no cuentan con marcos legales robustos para blindar sus sistemas meteorológicos
ante recortes presupuestales, lo que los deja a merced del vaivén político.
Excepción positiva: Bangladesh y la alerta comunitaria
Bangladesh ha demostrado que,
incluso con escasos recursos, la voluntad política puede traducirse en vidas
salvadas. A través de un sistema comunitario de alertas compuesto por radios de
manivela, megáfonos, bicicletas y voluntarios capacitados, el país ha logrado reducir
en más del 90% la mortalidad por ciclones en tres décadas (UNDRR, 2021).
Este modelo descentralizado y
accesible demuestra que no se necesitan satélites de última generación para
prevenir desastres, sino coordinación, pedagogía del riesgo y participación
ciudadana.
3. Consecuencias humanas: Cuando el radar se apaga, las
lágrimas caen sin previo aviso
No se trata solo de
presupuestos o satélites. Cuando los sistemas de alerta fallan —por omisión,
por recorte o por negligencia— lo que se pierde son vidas, no cifras.
Durante las inundaciones de
Tabasco en 2020 y 2025, comunidades como Jalpa de Méndez y Centla denunciaron
la ausencia de alertas oficiales. La mayoría se enteró del riesgo por
redes sociales o cuando el agua ya les llegaba al pecho. En algunos casos, los
mensajes institucionales llegaron horas después de que las casas ya estaban
sumergidas.
En Texas, tras el desbordamiento
súbito del río Guadalupe en julio de 2025, los sistemas de radar fallaron por
falta de mantenimiento y coordinación interestatal. El resultado fue
devastador: campamentos arrasados, menores fallecidos, familias atrapadas.
“Escuché el agua y los gritos... Cuando llegó el
helicóptero pensé que todo iba a estar bien.”
—Niño rescatado en el campamento La Junta, Texas
“Era como una película. Se fue la luz a las 3 de la
mañana y solo pensábamos en proteger a las niñas.”
—Monitoras mexicanas en el campamento Mystic
“Los árboles estaban destrozados, las casas arrasadas...
la búsqueda fue a contrarreloj.”
—Brigadista de rescate
En estos escenarios, la
diferencia entre la vida y la muerte se midió en minutos. Pero esos minutos
no estaban respaldados por sensores ni protocolos activos.
Del otro lado del desastre, también hay silencios impuestos.
Una guardaparques de la Conanp, despedida tras los recortes de 2024, lo resumió
así:
“Nos quitaron el uniforme, pero no el compromiso. Solo
que ahora nadie escucha lo que ya no podemos reportar.”
Su testimonio refleja la
dimensión institucional del abandono: quienes tienen el conocimiento y la
experiencia para prevenir riesgos han sido marginados por decisiones
presupuestales cortoplacistas.
Porque cuando el radar se apaga, no
solo falla una tecnología: colapsa una promesa básica del Estado moderno. Y
con ella, la posibilidad de vivir con dignidad y seguridad en territorios cada
vez más amenazados por el cambio climático.
4. Impacto económico sectorial: el costo de la
desinformación
- Agricultura:
La FAO estima que el 34% de las pérdidas por desastres en América Latina
afectan al sector agrícola. Sin datos oportunos, los agricultores siembran
a ciegas, pierden cosechas y enfrentan crisis de deuda.
- Seguros
y reaseguros: Swiss Re reporta que los eventos extremos no anticipados
generan hasta un 40% más de pérdidas netas. La falta de pronósticos
precisos encarece las primas o deja a las regiones fuera del mercado.
- Turismo:
Regiones como Cancún, Acapulco o Veracruz dependen de información
confiable para turistas y operadores. La pérdida de credibilidad puede
generar cancelaciones masivas.
- Energía
y transporte: Fallas en alertas afectan rutas aéreas, abastecimiento
eléctrico y decisiones estratégicas de inversión.
5. Privatización vs. derecho público al riesgo
En medio de la crisis climática
global, un nuevo riesgo se cierne sobre la población: que la información
crítica deje de ser pública y se convierta en una mercancía.
En 2019, The Weather Company
(propiedad de IBM) restringió el acceso gratuito a su API meteorológica,
afectando a miles de desarrolladores que usaban esos datos para construir
sistemas de alerta temprana, en especial en países con bajo presupuesto
estatal. Casos similares se han documentado en Sudáfrica, Filipinas y otros
países del sur global, donde se ha explorado incluso el cobro por datos en
tiempo real, afectando la capacidad de respuesta comunitaria y la equidad en el
acceso a información crítica.
Como advierte Jorge Alberto
Hidalgo Toledo (2024), “vivimos atrapados en el lenguaje, porque al mismo
tiempo que nos permite habitar el mundo, lo delimita, lo recorta, lo
condiciona.” Esta reflexión cobra fuerza en el contexto climático:
cuando los datos son privatizados, silenciados o manipulados, no solo se apaga
un radar técnico, sino también el lenguaje de la advertencia, la posibilidad de
entender y anticipar. El riesgo deja de ser comunicable… y por tanto,
prevenible.
La privatización de la
información meteorológica no es un simple cambio de modelo de negocio:
representa una amenaza directa a la justicia climática. En un contexto de
desigualdad estructural, solo acceden a datos de calidad quienes pueden pagar,
dejando a comunidades rurales, pueblos originarios y sectores precarizados sin
herramientas para anticiparse.
Propuesta: Ley de Datos Climáticos Abiertos
Frente a esta amenaza silenciosa, urge construir un blindaje
legal que garantice:
- Acceso
libre, oportuno y continuo a la información crítica sobre clima,
fenómenos naturales y riesgos asociados.
- Validación
científica y transparencia en la generación y uso de los datos.
- Protección
ante usos especulativos o comercialmente excluyentes, que limiten su
disponibilidad en contextos de emergencia.
El derecho a anticiparse es un
derecho humano. No puede depender del saldo en la cuenta bancaria ni del
interés de una empresa por monetizar el pronóstico. En una era de
hiperconectividad, la información que salva vidas debe ser un bien común, no un
privilegio.
6. Soluciones posibles: corresponsabilidad e innovación
para un futuro más seguro
Frente al debilitamiento de los
sistemas públicos de alerta, no basta con denunciar: hay que proponer. Y
no cualquier propuesta, sino soluciones viables, sostenidas y basadas en corresponsabilidad
entre Estado, sociedad y comunidad internacional.
Financiamiento innovador
Uno de los grandes retos de los sistemas de vigilancia
climática es su sostenibilidad presupuestaria. Para ello, se requiere:
- Bonos
verdes y de impacto social, orientados a financiar infraestructura de
alertamiento, estaciones meteorológicas comunitarias y tecnologías
resilientes.
- Cooperación
triangular (Sur-Sur), especialmente con países que han demostrado
efectividad con pocos recursos, como Bangladesh, Kenia o Vietnam.
- Alianzas
público-comunitarias, donde el Estado brinda soporte técnico y la
comunidad aporta monitoreo territorial, como ha ocurrido en Filipinas con
programas de alertas locales frente a tifones.
Blindaje legal e
institucional
El riesgo de que cada sexenio
recorte, desmantele o politice las instituciones de vigilancia puede mitigarse
mediante:
- Reformas
constitucionales o legales que establezcan mínimos operativos
protegidos para organismos clave como CONAGUA, SMN, Conanp o Profepa, independientemente
del gobierno en turno.
- Creación
de fondos soberanos para emergencias climáticas, con reglas claras
de asignación y auditoría pública.
- Instrumentación
de una Ley de Datos Climáticos Abiertos, como se propuso en el bloque
anterior, para asegurar transparencia, continuidad y acceso universal.
Ciencia ciudadana: monitoreo desde el territorio
La vigilancia climática no es
tarea exclusiva del Estado. En muchos casos, la comunidad es la primera en
detectar el cambio, y puede convertirse en un actor estratégico si se le
dota de herramientas:
- Redes
comunitarias de monitoreo, apoyadas por universidades o gobiernos
locales, pueden nutrir de datos en tiempo real los sistemas nacionales.
- Plataformas
como Ushahidi (usada en África para mapear desastres) o Alerta
Temprana Participativa (América Latina) demuestran que con
celulares, radios y organización es posible construir alertas
efectivas desde abajo.
- Aplicaciones
móviles como AlertaMX o OpenAlert, combinadas con saberes locales
(ciclos de lluvia, comportamiento animal, niveles de ríos), potencian una
inteligencia colectiva con base tecnológica y cultural.
Corresponsabilidad significa
pasar del modelo vertical al modelo colaborativo: donde el gobierno
garantiza, pero la comunidad participa; donde la tecnología ayuda, pero no
sustituye al juicio humano; donde el financiamiento fluye con transparencia y
visión de largo plazo.
El futuro de la alerta climática no está solo en más
sensores, sino en más vínculos.
7. Llamado ético y político: el silencio también mata
Silenciar los sensores no cancela el riesgo. Solo lo
disfraza.
Recortar presupuestos climáticos no genera ahorro. Genera
dolor.
Apagar una alerta hoy es multiplicar funerales mañana.
En el siglo XXI, la
vulnerabilidad climática no es solo un fenómeno natural, sino
también una consecuencia política. Cada peso recortado a la vigilancia
temprana, cada antena desconectada, cada guardaparques despedido o estación
meteorológica abandonada, se transforma —tarde o temprano— en gasto
humanitario, pérdida económica y duelo colectivo.
“Quien recorta la alerta, amplifica el daño.”
No se trata solo de eficiencia
administrativa o racionalidad presupuestaria. Se trata de dignidad humana,
derecho a la vida y equidad intergeneracional. La información sobre el
riesgo no puede ser privilegio ni moneda de cambio electoral. Debe ser garantía
constitucional, como lo es el acceso al agua o la salud.
“El derecho a saber, a anticiparse y a protegerse no
puede depender del ciclo presupuestal.”
En Tabasco, en Texas, en el sur
de Asia o en las sierras mexicanas, las sirenas apagadas no evitaron la
tormenta. Solo evitaron que muchos pudieran huir a tiempo.
Un Estado que no previene, abandona.
Y una sociedad que no exige prevención, se condena a vivir de luto cíclico.
Apagar el radar —por negligencia o por cálculo— puede ser
más letal que la tormenta misma.
8. Bibliografía y fuentes consultadas
Organismos multilaterales y agencias internacionales
- IPCC. (2023). Sixth Assessment Report
(AR6). Intergovernmental Panel on Climate Change.
- UNDRR. (2021). Global Assessment Report on
Disaster Risk Reduction.
- World Meteorological
Organization (WMO). (2023). State of Climate Services: Early Warning Systems.
- FAO
& CEPAL. (2022). Impactos del cambio climático en la
agricultura y seguridad alimentaria en América Latina.
- United Nations Office for
South-South Cooperation (UNOSSC). (2020). Cooperation in
Climate Resilience.
Estudios académicos y literatura especializada
- Hidalgo
Toledo, J. A. (2024). Lenguaje programado, mundo domesticado:
inteligencia artificial y desinformación. Anáhuac México.
- Wisner, B., Blaikie, P.,
Cannon, T., & Davis, I. (2004). At Risk: Natural Hazards, People’s
Vulnerability and Disasters. Routledge.
- Cutter, S. (2016). The landscape of disaster
resilience indicators in the USA. Natural Hazards Review.
- Ramos,
A. & Rodríguez, M. (2021). Política ambiental en México:
desmantelamiento institucional y crisis ecológica. UNAM.
Informes gubernamentales y datos oficiales
- NOAA (National Oceanic and
Atmospheric Administration). (2020-2024). Reportes anuales de
fenómenos extremos.
- INEGI.
(2024). Estadísticas de daños por fenómenos naturales en México
(2020-2023).
- Secretaría
de Hacienda y Crédito Público (SHCP). (2024). Proyecto de
Presupuesto de Egresos de la Federación 2025.
- CONANP
y PROFEPA. (2023). Diagnóstico interno sobre capacidad operativa y
recursos humanos.
Fuentes periodísticas y testimonios
- CNN
en Español. (2025, julio). Inundaciones en Texas: testimonios y
cifras oficiales tras la tragedia en campamentos juveniles.
- El
País. (2024). México recorta un 40% del presupuesto ambiental pese
a la crisis climática.
- Reforma.
(2023). Guardaparques denuncian abandono institucional tras
recortes en Conanp.
- The Guardian. (2019). IBM’s Weather Company cuts
public access to real-time weather data.
- Entrevistas
directas: Lorena Guillén (Texas), guardaparques Conanp (México),
brigadistas en Centla (Tabasco).
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