lunes, 14 de abril de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

Unidad de terciopelo y codazos bajo la mesa

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

Ricardo Monreal, ese viejo lobo de mar de la política morenista —que lo mismo cita a Wallerstein que acomoda un café con edulcorante para Claudia o Marcelo según sople el viento—, nos regaló esta semana un texto digno de disección quirúrgica o de sobremesa con mezcal: una oda a la unidad, pero con tono de quien ya escuchó los gritos desde la cocina.

El artículo empieza culto, elegante, con mención al Foro Social Mundial, al altermundismo y hasta al sistema-mundo. Uno espera que, tras tal introducción, venga una tesis doctoral... pero lo que aparece es una crónica anticipada del pleito interno que ya huele a frijol recalentado: "no hay claudistas ni obradoristas", "los nuevos no son traidores", "la diversidad es riqueza"... Ajá.

“Explicación no pedida, acusación manifiesta”, diría la tía Lencha mientras pela habas. Porque cuando hay que insistir tanto en que nadie se está peleando, es porque alguien ya aventó el primer codazo bajo la mesa y otro ya escondió el pastel de la sucesión.

Monreal habla de Morena como si fuera una kermés de pueblo mágico: todos caben, todos bailan, nadie se empuja. Pero luego suelta perlas como "no somos una cofradía cerrada" o "renovarse no es traicionarse", como quien le dice a su esposa que no es infiel... justo antes de que ella revise los mensajes del WhatsApp.

También nos receta una lista de lo que Morena no debe ser: ni club de puros, ni secta de fundadores, ni convento de radicales. Lástima que, en el fondo, el movimiento ya se está pareciendo a todo eso, según de qué lado del templete se mire.

Y claro, la cereza del discurso: la verdadera amenaza no es la oposición, que anda como gallina sin cabeza, sino el fuego amigo. Es decir, ese que llega con guayabera blanca, sonrisa de spot y la mano lista para saludar... mientras con la otra va afilando el cuchillo.

No falta quien lea estas líneas de Monreal como un gesto de madurez. Otros, más callejeados, lo ven como la versión elegante de "aguas con los traidores" disfrazada de poema de paz. En el fondo, es un mensaje claro: la fiesta ya empezó, pero si no se controlan los invitados, se va a romper la piñata antes del segundo piso.

Y no se trata de ser alarmistas. Se trata de entender que el mayor riesgo para Morena no es la derecha, ni el INE, ni Loret, ni siquiera Xóchitl en modo influencer... El riesgo es que la soberbia se instale como huésped y nadie le pida credencial.

Porque ya lo decía la abuela política:

"El poder no cambia a las personas. Solo les quita el filtro."

Y mientras unos escriben sobre unidad con pluma Montblanc, otros ya están repartiendo candidaturas en servilletas de fonda. Eso sí, todo con respeto, inclusión y mucho amor... mientras nadie suelte el bat de béisbol.

 

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