lunes, 24 de febrero de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

El Lábaro Patrio en Tiempos de Sombra

Opinión de jose Rafael Moya Saavedra

Hoy, 24 de febrero, Día de la Bandera, recordamos con orgullo el emblema que nos ha acompañado en las luchas por la libertad, la justicia y la soberanía. Nuestra bandera no es solo un símbolo patrio; es la historia viva de un país que ha resistido invasiones, dictaduras y crisis, que ha luchado por su democracia y que, aún en los tiempos más oscuros, ha encontrado la manera de salir adelante.

Sin embargo, este año el lábaro ondea en un México herido. Un país donde la violencia se ha convertido en el pan de cada día, donde el crimen organizado ha infiltrado los rincones más profundos de nuestras instituciones, y donde el miedo ha desplazado la esperanza. La realidad nos obliga a preguntarnos: ¿qué significa hoy la bandera? ¿Representa todavía la unión, la independencia y el legado de los héroes que nos dieron patria? ¿O es solo un estandarte vacío en un país donde el Estado se desmorona ante el poder del narco?

No podemos permitir que la corrupción y la impunidad sean los nuevos colores de nuestro escudo. No podemos resignarnos a ver a nuestra bandera ondear entre la violencia y el sometimiento. El rojo de su franja no es la sangre de víctimas olvidadas, sino el sacrificio de aquellos que creyeron en un México mejor. El verde no es la esperanza rota por la desesperanza, sino el recordatorio de que aún hay quienes luchan por la justicia. Y el blanco no es el vacío de las instituciones debilitadas, sino el anhelo de paz que todavía resiste en el corazón de su gente.

Hoy, más que nunca, nuestra bandera nos convoca. Nos llama a recuperar el sentido de nación, a exigir un gobierno que no se arrodille ante la delincuencia, a reconstruir el tejido social que nos han arrebatado. Porque México no es de los cárteles ni de los políticos que los protegen. México es de su gente, de quienes no han dejado de creer, de quienes no han dejado de luchar.

Que este Día de la Bandera no sea solo una ceremonia, sino un recordatorio de que la patria no se rinde. Que México no se entrega. Que nuestro emblema, manchado por la violencia y la injusticia, aún tiene la fuerza para representar la dignidad de un pueblo que se niega a ser vencido.

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