OTRA PERSPECTIVA
El Gran Circo Americano: Cómo el Pueblo Sabio Eligió a su
Nuevo Payaso
Opinión de Jose Rafael Moya Saavedra
Los estadounidenses, con su
envidiable talento para convertir cualquier evento serio en un espectáculo, han
vuelto a superarse a sí mismos. En una elección que parecía más un casting de
reality show que un proceso democrático, el "pueblo sabio" de
los Estados Unidos decidió poner en el centro del escenario a un payaso
político, literalmente. Y no hablamos de un simple cómico de stand-up, sino de
alguien que promete un show que ni el Cirque du Soleil podría igualar. ¡Bienvenidos
al gran circo americano, damas y caballeros!
La carpa ya está montada
Las expectativas son altas y las
palomitas están listas. Desde la "Gran Carpa Blanca" de
Washington, los reflectores iluminan un espectáculo que mezcla drama, comedia y
tragedia, todo en un solo acto. El público está dividido: algunos se emocionan
por los malabares discursivos, mientras otros cruzan los dedos esperando no ser
parte del número de "tírenle al blanco" de políticas públicas.
Los números se suceden a ritmo
vertiginoso: promesas extravagantes, bailes al borde del abismo económico, y el
show estelar de un protagonista que alterna entre negaciones, acusaciones y
frases como: "Soy la persona más inocente del planeta, lo cual todos
saben." Si algo sabemos es que este circo no escatimará en sorpresas.
El maestro de ceremonias
El payaso en cuestión, cuyo
peinado parece un homenaje al algodón de azúcar, no decepciona. Su arsenal
incluye chistes malos, promesas imposibles y un maquillaje político que apenas
oculta las arrugas de sus verdaderas intenciones. Su actuación, sin embargo,
tiene un toque especial: logra que cada uno de sus errores se convierta en trending
topic, porque si algo sabe hacer este showman es mantenernos
entretenidos.
Entre demandas judiciales y
entrevistas incendiarias, Trump insiste en que el espectáculo debe continuar. "Todo
esto es una caza de brujas," proclama desde el centro del escenario,
mientras esquiva citatorios legales como si fueran balas de un cañón humano.
Pero la verdadera magia está en su capacidad para desviar la atención: cuando
se le pregunta sobre documentos clasificados encontrados en sus residencias,
responde con algo como: "Obama también se llevó papeles, pero nadie
habla de eso. ¡Es un doble estándar!"
Y cuando la crítica se pone seria, remata con su ya clásico:
"Fake news!"
Las promesas circenses
En la función inaugural, nuestro
payaso prometió que "volveríamos a ser grandes," aunque nadie
sabe si hablaba del circo, de los globos o simplemente de su ego. El
espectáculo incluye trucos de magia económica ("¡Desaparece la
inflación!"), acrobacias diplomáticas ("¡Salten al vacío sin
red con los aliados!") y un acto de escapismo legal que tiene al
público mordiéndose las uñas.
Entre sus últimas proezas,
destaca un truco de "desaparece y aparece" en redes sociales, donde
su plataforma Truth Social se convierte en el altavoz de sus argumentos más
surrealistas. ¿Su más reciente número? Asegurar que, si vuelve al poder,
"indultará a todos los patriotas del 6 de enero porque no hicieron nada
malo." Claro, porque en este circo, los actos de "malabarismo
legal" siempre terminan con aplausos de su público fiel.
El público sabio
La elección de este payaso es un
recordatorio de que la democracia, ese maravilloso experimento, a veces produce
resultados... inesperados. Algunos lo llaman sabiduría popular, otros lo
atribuyen al "voto por el meme." Lo cierto es que el pueblo
sabio eligió a su artista no porque sea el mejor, sino porque promete que nadie
se aburrirá. Y vaya si lo cumple.
Mientras tanto, los dimes y
diretes del maestro de ceremonias no cesan. En una reciente entrevista,
declaró: "Soy la única persona que puede salvar a este país. Todos los
demás son payasos, pero yo soy el verdadero espectáculo." Y con esa
frase, el público, confundido pero emocionado, sigue aplaudiendo.
El desenlace
¿Será este circo el mejor
espectáculo en la Tierra o terminará siendo un desastre tan grande que ni los
payasos sabrán cómo salir de la carpa? Solo el tiempo lo dirá. Mientras
tanto, el mundo observa, con un balde de palomitas en una mano y una mezcla de
incredulidad y diversión en la otra.
Porque, al final del día, si la
política es un circo, al menos que el payaso nos haga reír... antes de que nos
haga llorar.

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