OTRA PERSPECTIVA
“Morena: El Circo del Poder que no Para”
Opinión de Jose Rafael Moya Saavedra
Dicen que la perfección no
existe, pero Morena está empeñada en demostrar que la imperfección
puede ser una obra de arte. Con 77 días en el poder, ya hemos sido testigos
de un espectáculo digno de una tragicomedia shakesperiana, protagonizada por
Adán Augusto López y Ricardo Monreal. Ambos líderes, como caballeros en una
justa medieval, pelean con espadas de presupuestos y escudos de contratos,
mientras el telón de fondo lo componen denuncias, acusaciones y uno que otro
fideicomiso sospechoso.
El recorte presupuestario: ¿Drama o
distracción?
Según Adán Augusto, 123
millones de pesos desaparecieron del presupuesto del Senado. "Negocitos,"
le llama. Monreal, ofendido, respondió como si le hubieran robado el postre en
una comida familiar: con gritos, desmentidos y acusaciones de "teatro
barato." Porque claro, nada grita unidad partidista como dos de sus
figuras más prominentes tirándose lodo en público.
Pero no nos engañemos, el
presupuesto es solo el telón. El verdadero espectáculo está en los bastidores,
donde Pemex, la CFE y Conagua sirven como tablero de Monopoly en el que las
fichas no son del pueblo, sino de sus líderes.
Sheinbaum, la espectadora presidencial
Mientras los caballeros se
batían en duelo, la presidenta Claudia Sheinbaum observaba desde su carruaje
oficial (con ventanillas blindadas, por supuesto). Su intervención fue tan
contundente como un “¡Felices fiestas y próspero año nuevo!”. Porque,
claro, nada apaga un incendio político como un buen deseo navideño. Más tarde,
desde su podio matutino, Sheinbaum sugirió que las diferencias se resuelvan...
denunciándolas. Un consejo que no compromete a nadie, pero luce muy bien en los
titulares.
El liderazgo estilo AMLO: ¿Irremplazable o
inexistente?
Lo interesante aquí es la
sombra omnipresente de López Obrador. Cada disputa interna recuerda que el
verdadero pegamento del partido no era un proyecto de nación, sino la figura
del hombre que, desde su retiro espiritual en Palacio Nacional, sigue siendo el
único capaz de mantener esta orquesta desafinada tocando la misma canción.
Sheinbaum, en cambio, parece más interesada en que el barco flote, aunque las
cubiertas estén llenas de grietas.
¿División o estrategia teatral?
Mientras el pueblo observa,
Morena sigue ofreciendo un espectáculo fascinante. Divididos, pero juntos;
peleando, pero abrazados. Es como ver a un equipo de fútbol donde los jugadores
compiten por el balón, olvidando que están en el mismo equipo. Al menos, por
ahora.
El Titanic de la Cuarta Transformación
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