OTRA PERSPECTIVA
Epigmenio Ibarra y la
Democracia: Reflexión sobre el Artículo “Ni un Ápice de Autocrítica”
Por Jose Rafael Moya Saavedra
Epigmenio Ibarra, reconocido
productor y periodista, es sin duda una figura que genera pasiones encontradas
en el México actual. Su columna “Ni un ápice de autocrítica” refleja un
profundo compromiso con el proyecto de la Cuarta Transformación (4T), pero
también un discurso polarizante que nos invita a reflexionar sobre su impacto
en el debate democrático del país.
En el texto, Ibarra arremete
contra los críticos del gobierno, acusándolos de falta de credibilidad, racismo
y misoginia. Aunque algunos de sus señalamientos pueden tener fundamentos, su
tono general nos lleva a preguntarnos: ¿este tipo de lenguaje contribuye
realmente a la construcción de un diálogo democrático? O, por el contrario,
¿está perpetuando una división que limita la posibilidad de tender puentes
entre diferentes puntos de vista?
El Periodismo Crítico: Pilar
de la Democracia
Es cierto que los medios de
comunicación y los líderes de opinión tienen una responsabilidad enorme en
cualquier democracia: deben ser éticos, críticos y autocríticos. Si fallan,
deben rendir cuentas, como cualquier otro actor público. Pero el periodismo
crítico no puede ser reducido a “calumnia” o “ficción,” como lo sugiere Ibarra.
Su existencia es esencial para equilibrar el poder, para cuestionar decisiones
y exigir transparencia. Sin un periodismo libre, las democracias se debilitan.
Por eso, descalificar de forma
generalizada a los críticos no solo es injusto, sino peligroso. Implica asumir
que cualquier cuestionamiento al gobierno es un ataque al país, una idea que
históricamente ha sido utilizada por regímenes autoritarios para silenciar
voces disidentes.
La Cuarta Transformación y la
“Democradura”
El proyecto de la 4T ha generado
esperanza en millones de mexicanos que anhelan un cambio profundo y duradero.
Sin embargo, también ha despertado preocupaciones legítimas sobre ciertas
prácticas y discursos. El término “democradura” se usa para describir sistemas
que, aunque mantienen formas democráticas, presentan rasgos autoritarios, como
la concentración del poder o la desconfianza hacia instituciones autónomas.
Epigmenio Ibarra defiende
apasionadamente estas transformaciones, pero al hacerlo parece ignorar que los
cambios reales no solo requieren liderazgo fuerte, sino también contrapesos,
diálogo y rendición de cuentas. Nadie duda de la importancia histórica de
movimientos como el liderado por López Obrador, pero idealizarlos como
perfectos y atacar a quienes los critican no fortalece la democracia; la
debilita.
El Discurso Polarizante
Uno de los mayores problemas del
artículo de Ibarra es su tono. Al dividir a la sociedad entre “ellos” (los
críticos) y “nosotros” (los defensores de la 4T), refuerza una narrativa que
impide el diálogo. ¿Qué pasa con los ciudadanos que no se identifican
plenamente con ninguno de los bandos? ¿Dónde quedan las voces que quieren
construir, criticar y proponer sin ser etiquetadas como enemigas o aliadas?
Es entendible que, en un país con
tantas desigualdades y heridas históricas, las emociones estén a flor de piel.
Pero es justamente por eso que necesitamos líderes, periodistas y ciudadanos
que busquen unir, no dividir.
Un Llamado al Equilibrio
Ni el gobierno ni sus críticos
son infalibles. Así como se puede y se debe cuestionar a los líderes de opinión
que fallan en sus análisis, también es necesario señalar las áreas donde la 4T
tiene retos pendientes: la militarización, la inseguridad, la polarización
social. Solo reconociendo tanto los logros como las fallas podremos construir
un México más justo.
Epigmenio Ibarra tiene un rol
importante en este proceso. Como voz influyente, tiene la oportunidad de
promover un debate más sano y equilibrado. Su pasión por el proyecto de la 4T
es evidente, pero la transformación verdadera requiere algo más que defender
una visión única: necesita apertura, humildad y disposición para escuchar otras
perspectivas.
El artículo de Epigmenio Ibarra
nos deja muchas reflexiones. Por un lado, nos recuerda la importancia de
reconocer las transformaciones que vive el país. Pero por otro, también nos
muestra cómo el lenguaje polarizante puede ser un obstáculo para el diálogo
democrático.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario