miércoles, 4 de diciembre de 2024


 

OTRA PERSPECTIVA

Epigmenio Ibarra y la Democracia: Reflexión sobre el Artículo “Ni un Ápice de Autocrítica”

Por Jose Rafael Moya Saavedra

    Epigmenio Ibarra, reconocido productor y periodista, es sin duda una figura que genera pasiones encontradas en el México actual. Su columna “Ni un ápice de autocrítica” refleja un profundo compromiso con el proyecto de la Cuarta Transformación (4T), pero también un discurso polarizante que nos invita a reflexionar sobre su impacto en el debate democrático del país.

    En el texto, Ibarra arremete contra los críticos del gobierno, acusándolos de falta de credibilidad, racismo y misoginia. Aunque algunos de sus señalamientos pueden tener fundamentos, su tono general nos lleva a preguntarnos: ¿este tipo de lenguaje contribuye realmente a la construcción de un diálogo democrático? O, por el contrario, ¿está perpetuando una división que limita la posibilidad de tender puentes entre diferentes puntos de vista?

El Periodismo Crítico: Pilar de la Democracia

    Es cierto que los medios de comunicación y los líderes de opinión tienen una responsabilidad enorme en cualquier democracia: deben ser éticos, críticos y autocríticos. Si fallan, deben rendir cuentas, como cualquier otro actor público. Pero el periodismo crítico no puede ser reducido a “calumnia” o “ficción,” como lo sugiere Ibarra. Su existencia es esencial para equilibrar el poder, para cuestionar decisiones y exigir transparencia. Sin un periodismo libre, las democracias se debilitan.

    Por eso, descalificar de forma generalizada a los críticos no solo es injusto, sino peligroso. Implica asumir que cualquier cuestionamiento al gobierno es un ataque al país, una idea que históricamente ha sido utilizada por regímenes autoritarios para silenciar voces disidentes.

La Cuarta Transformación y la “Democradura”

    El proyecto de la 4T ha generado esperanza en millones de mexicanos que anhelan un cambio profundo y duradero. Sin embargo, también ha despertado preocupaciones legítimas sobre ciertas prácticas y discursos. El término “democradura” se usa para describir sistemas que, aunque mantienen formas democráticas, presentan rasgos autoritarios, como la concentración del poder o la desconfianza hacia instituciones autónomas.

    Epigmenio Ibarra defiende apasionadamente estas transformaciones, pero al hacerlo parece ignorar que los cambios reales no solo requieren liderazgo fuerte, sino también contrapesos, diálogo y rendición de cuentas. Nadie duda de la importancia histórica de movimientos como el liderado por López Obrador, pero idealizarlos como perfectos y atacar a quienes los critican no fortalece la democracia; la debilita.

El Discurso Polarizante

    Uno de los mayores problemas del artículo de Ibarra es su tono. Al dividir a la sociedad entre “ellos” (los críticos) y “nosotros” (los defensores de la 4T), refuerza una narrativa que impide el diálogo. ¿Qué pasa con los ciudadanos que no se identifican plenamente con ninguno de los bandos? ¿Dónde quedan las voces que quieren construir, criticar y proponer sin ser etiquetadas como enemigas o aliadas?

    Es entendible que, en un país con tantas desigualdades y heridas históricas, las emociones estén a flor de piel. Pero es justamente por eso que necesitamos líderes, periodistas y ciudadanos que busquen unir, no dividir.

Un Llamado al Equilibrio

    Ni el gobierno ni sus críticos son infalibles. Así como se puede y se debe cuestionar a los líderes de opinión que fallan en sus análisis, también es necesario señalar las áreas donde la 4T tiene retos pendientes: la militarización, la inseguridad, la polarización social. Solo reconociendo tanto los logros como las fallas podremos construir un México más justo.

    Epigmenio Ibarra tiene un rol importante en este proceso. Como voz influyente, tiene la oportunidad de promover un debate más sano y equilibrado. Su pasión por el proyecto de la 4T es evidente, pero la transformación verdadera requiere algo más que defender una visión única: necesita apertura, humildad y disposición para escuchar otras perspectivas.

    El artículo de Epigmenio Ibarra nos deja muchas reflexiones. Por un lado, nos recuerda la importancia de reconocer las transformaciones que vive el país. Pero por otro, también nos muestra cómo el lenguaje polarizante puede ser un obstáculo para el diálogo democrático.

     En lugar de perpetuar divisiones, México necesita voces que construyan puentes, que reconozcan tanto los logros como las áreas de mejora, y que fomenten un periodismo comprometido con la verdad. Solo así podremos avanzar hacia un futuro donde el cambio no sea impuesto, sino construido entre todos. Porque al final, la democracia no se trata de vencer, sino de convencer.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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