OTRA PERSPECTIVA
Democracias que resisten: Uruguay, Chile y Canadá
Parte 5: Populismo en América: espejos y contrastes
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
En un continente marcado por
populismos que gritan y se imponen a las instituciones, hay países que
recuerdan que la democracia no sobrevive por milagro, sino por disciplina y
convicción. Uruguay, Chile y Canadá son la otra cara del espejo: democracias que,
con sus matices y tensiones, siguen resistiendo al hechizo del poder absoluto.
Uruguay: la joya institucional de América Latina
En medio de la tormenta populista
regional, Uruguay brilla como excepción. No es casualidad: es tradición.
Durante más de un siglo, este pequeño país cultivó una cultura política de
alternancia, negociación y respeto a las reglas.
El presidente Luis Lacalle Pou
gobierna con firmeza, pero dentro de un marco donde izquierda y derecha se
suceden sin deslegitimarse mutuamente. Aquí no hay asaltos a congresos ni
reformas para perpetuarse: hay un sistema que funciona porque la sociedad lo
defiende. Uruguay demuestra que la democracia puede ser frágil en tamaño, pero
sólida en convicción.
Chile: la democracia puesta a prueba
Chile vivió su terremoto político
en 2019 con el estallido social. Las calles clamaron por una nueva
Constitución, y el proceso parecía la antesala de una refundación histórica.
Pero el camino fue accidentado: un proyecto constitucional rechazado en plebiscito
y un segundo intento aún enredado.
Muchos lo vieron como fracaso; en
realidad fue un acto de madurez democrática. La sociedad dijo “no” y el sistema
corrigió sin derrumbarse. Gabriel Boric, joven presidente, enfrenta la difícil
tarea de gobernar con altas expectativas y un Congreso dividido. Su fortaleza
no está en imponer, sino en someterse a la institucionalidad, aunque eso
desgaste su popularidad. Chile nos recuerda que la democracia también se mide
por su capacidad de enmendar.
Canadá: el equilibrio del norte
Más al norte, Canadá muestra otra
lección. Justin Trudeau es un líder carismático, con discurso progresista y
estilo mediático que fácilmente podría caer en excesos populistas. Pero el
sistema parlamentario, los contrapesos federales y la tradición de diálogo
limitan cualquier tentación.
Aquí las instituciones pesan más
que los nombres. El resultado es un país donde la estabilidad democrática no
significa ausencia de conflicto, sino reglas claras para resolverlo. En un
continente donde el presidencialismo suele ser el terreno fértil del caudillo,
Canadá muestra la fuerza de un diseño institucional pensado para equilibrar.
El otro lado del espejo
Uruguay, Chile y Canadá no son
paraísos. Tienen desigualdades, protestas, divisiones y crisis. Pero han
probado que las instituciones, cuando son fuertes, pueden contener al populismo
y evitar que el poder se convierta en cheque en blanco.
Colofón
Uruguay, Chile y Canadá nos
recuerdan que la democracia no sobrevive por inercia: se cultiva todos los
días, se defiende en las crisis y se fortalece cuando las instituciones pesan
más que los nombres propios.
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