viernes, 5 de septiembre de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

Democracias que resisten: Uruguay, Chile y Canadá

Parte 5: Populismo en América: espejos y contrastes

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

En un continente marcado por populismos que gritan y se imponen a las instituciones, hay países que recuerdan que la democracia no sobrevive por milagro, sino por disciplina y convicción. Uruguay, Chile y Canadá son la otra cara del espejo: democracias que, con sus matices y tensiones, siguen resistiendo al hechizo del poder absoluto.

Uruguay: la joya institucional de América Latina

En medio de la tormenta populista regional, Uruguay brilla como excepción. No es casualidad: es tradición. Durante más de un siglo, este pequeño país cultivó una cultura política de alternancia, negociación y respeto a las reglas.

El presidente Luis Lacalle Pou gobierna con firmeza, pero dentro de un marco donde izquierda y derecha se suceden sin deslegitimarse mutuamente. Aquí no hay asaltos a congresos ni reformas para perpetuarse: hay un sistema que funciona porque la sociedad lo defiende. Uruguay demuestra que la democracia puede ser frágil en tamaño, pero sólida en convicción.

Chile: la democracia puesta a prueba

Chile vivió su terremoto político en 2019 con el estallido social. Las calles clamaron por una nueva Constitución, y el proceso parecía la antesala de una refundación histórica. Pero el camino fue accidentado: un proyecto constitucional rechazado en plebiscito y un segundo intento aún enredado.

Muchos lo vieron como fracaso; en realidad fue un acto de madurez democrática. La sociedad dijo “no” y el sistema corrigió sin derrumbarse. Gabriel Boric, joven presidente, enfrenta la difícil tarea de gobernar con altas expectativas y un Congreso dividido. Su fortaleza no está en imponer, sino en someterse a la institucionalidad, aunque eso desgaste su popularidad. Chile nos recuerda que la democracia también se mide por su capacidad de enmendar.

Canadá: el equilibrio del norte

Más al norte, Canadá muestra otra lección. Justin Trudeau es un líder carismático, con discurso progresista y estilo mediático que fácilmente podría caer en excesos populistas. Pero el sistema parlamentario, los contrapesos federales y la tradición de diálogo limitan cualquier tentación.

Aquí las instituciones pesan más que los nombres. El resultado es un país donde la estabilidad democrática no significa ausencia de conflicto, sino reglas claras para resolverlo. En un continente donde el presidencialismo suele ser el terreno fértil del caudillo, Canadá muestra la fuerza de un diseño institucional pensado para equilibrar.

El otro lado del espejo

Uruguay, Chile y Canadá no son paraísos. Tienen desigualdades, protestas, divisiones y crisis. Pero han probado que las instituciones, cuando son fuertes, pueden contener al populismo y evitar que el poder se convierta en cheque en blanco.

Colofón

Uruguay, Chile y Canadá nos recuerdan que la democracia no sobrevive por inercia: se cultiva todos los días, se defiende en las crisis y se fortalece cuando las instituciones pesan más que los nombres propios.

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