miércoles, 21 de mayo de 2025

 

OTRAPERSPECTIVA

Crimen, silencio y una cámara desobediente: Tres hipótesis sobre el atentado en Tlalpan 

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

Hay crímenes que no solo matan personas. Matan certezas.

El ataque contra Ximena Guzmán y José Muñoz, ocurrido la mañana del 20 de mayo en Calzada de Tlalpan, no es solo una escena de sangre. Es una línea de fractura. De esas que dejan al descubierto no sólo a los responsables materiales, sino también las grietas institucionales, los pactos que no se nombran… y las verdades que solo se filtran cuando una cámara se rebela.

Aquí, desde la otra banqueta —literal y simbólicamente— observamos. Y proponemos tres hipótesis de trabajo para entender lo que pudo pasar:

1.  El mensaje criminal: cuando el narco no manda WhatsApps, manda muertos

El ataque fue preciso, directo, sin margen de error. La ejecución sugiere profesionalismo, logística, escape planeado.

En pleno contexto electoral, con disputas territoriales soterradas, no sería la primera vez que un grupo delictivo "incomode" a ciertos actores para marcar territorio o cobrar lealtades.

Los datos encajan: violencia selectiva, impunidad inmediata, y un claro intento de disuasión. Porque cuando el narco quiere hablar, no manda notas de prensa: manda cadáveres.

2.  El silencio interno: cuando el Estado no ve… porque no quiere ver

Frente al lugar del atentado había una cámara del C5. Perfectamente ubicada. No se ha difundido un solo segundo de su contenido.

Horas después, personal identificado del mismo C5 fue grabado manipulando esa cámara sin custodia judicial, sin explicación, sin transparencia.
¿Qué buscaban? ¿Revisar? ¿Retirar? ¿Borrar?

La negativa de los operadores a responder preguntas ante una periodista solo refuerza la sospecha: o no se grabó nada, o lo que se grabó no se debía mostrar. Y eso ya es una historia en sí misma.

3. La cámara que rompió el guion: cuando un lente anónimo arruina la puesta en escena

El único video que conocemos del atentado no viene de ninguna institución. Viene de una cámara privada ubicada en un inmueble de un solo piso al otro lado de la calle. Esa cámara, sin saberlo, rompió el blindaje narrativo. Lo mostró todo. Y desató lo que parecía evitarse: el escándalo.

Esa imagen filtrada al público dejó en evidencia el crimen… y, quizás, también una operación para silenciarlo. Fue esa cámara —no la oficial— la que nos recordó que en esta ciudad, el crimen ocurre a plena luz del día, pero también la verdad… si alguien se atreve a grabarla.

Conclusión: un caso, tres planos… y ninguna respuesta oficial

¿Fue el narco? ¿Fue alguien adentro? ¿Fueron ambos? Lo que sí sabemos es que hubo muertos, silencio institucional y una cámara que vio lo que nadie quería mostrar. Y eso basta para exigir algo más que ruedas de prensa sin alma y comunicados sin firma.

Desde la otra banqueta, donde no se toman decisiones, pero sí se hacen preguntas, seguimos observando. Porque, aunque algunos quisieran que miráramos para otro lado… ya vimos.

 

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