OTRA PERSPECTIVA
"El Mercado de lo Irrenunciable: Cuando la
Vida se Cotiza en Bolsa Negra"
Jose Rafael Moya Saavedra
Prólogo
La
desaparición consentida:
Cuando la
muerte es legal, la indiferencia es cómplice y la dignidad humana se negocia
sin escándalo.
Capítulo 1: Aborto
– La Eliminación de lo Invisible
Cuando el
derecho se vuelve una negación y la vida comienza sin opción de ser defendida.
Capítulo 2: Eutanasia
– La Muerte Administrada
Cuando el
dolor encuentra respuesta en la aguja, no en el acompañamiento.
Capítulo 3: Trata
de Personas – El Cuerpo como Moneda y Condena
Cuando se
vive con cuerpo... pero sin libertad.
Capítulo 4: Tráfico
de Órganos – La Vida Como Repuesto
Cuando el
cuerpo se convierte en inventario y el silencio en complicidad.
Capítulo 5: Explotación
Infantil – Infancia, Robada y Vendida
Cuando
jugar, deja de ser un derecho y crecer se vuelve condena.
Capítulo 6: Conclusión
– La Desaparición Consentida
Cuando todos
miran hacia otro lado, la desaparición ya no necesita capucha.
Capítulo 7: Conclusión analítica: La Impunidad
como Sistema
"Cuando
exterminan la vida con discursos de progreso, resistir es una forma de amar lo
irrenunciable."
Nota del Autor
Este ensayo nació del dolor acumulado. De mirar
y no poder callar. De entender que las formas de desaparición se han
diversificado, sofisticado, legalizado.
No pretendo imponer verdades, sino proponer
preguntas. Preguntas incómodas, éticamente urgentes. Porque si como sociedad
aceptamos que se puede matar sin tocar, desaparecer sin rastro, o comercializar
lo humano sin escándalo, entonces algo profundo en nuestra conciencia ya se ha
perdido.
Escribo esto desde la orilla de la resistencia.
Desde el periodismo, la ética, la fe y la razón. Porque todavía creo que hay
vidas que no pueden cotizarse, ni callarse, ni desecharse.
Rafael Moya
Ciudad de México, 2025
Prólogo: La Desaparición Consentida
Cuando
la muerte es legal, la indiferencia es cómplice
y la
dignidad humana se negocia sin escándalo
Hay vidas que ya no gritan
porque nadie espera que lo hagan. Vidas borradas antes de ser nombradas. Vidas
que se extinguen con una firma, una pastilla, una aguja, un clic, un
diagnóstico, un veredicto o una sentencia que no siempre lleva toga ni martillo.
Desaparecer no siempre
requiere violencia física. Basta con no ver, no nombrar, no indignarse. Hoy, la
vida humana —especialmente la más vulnerable— es fragmentada y troceada en
discursos de progreso, rentabilidad o compasión selectiva. Bajo palabras como
"autonomía", "decisión", "dignidad" o "bien
común" se oculta una lógica silenciosa de exterminio.
El aborto, la eutanasia, la
trata de personas, el tráfico de órganos y la explotación infantil no
son fenómenos aislados. Son expresiones de un mismo mercado: el de lo
irrenunciable. Un sistema que ha encontrado formas de desaparecer cuerpos y
vidas sin levantar sospechas. Sin disparar un solo tiro. Sin tocar, pero
matando.
Este ensayo no busca
moralizar. Busca denunciar. No pretende dictar dogmas, sino romper silencios.
Porque mientras el mundo discute libertades, el cuerpo de los más frágiles
es moneda, carne, objeto o estorbo. Y cada vez que aceptamos eso como
normal... cavamos una nueva fosa en nuestra conciencia.
Y lo más alarmante: no
siempre es el crimen quien ejecuta, sino el Estado quien permite. No es
solo omisión: es una estructura funcional. Cuando la ley deja de proteger y se
vuelve selectiva, la desaparición ya no es un crimen... es una política.
Capítulo 1: Aborto – La Eliminación de lo
Invisible
Cuando
el derecho se vuelve una negación
y la
vida comienza sin opción de ser defendida
1. La paradoja del derecho a no ser
Vivimos en una época que
proclama los derechos como estandartes de civilización. Pero entre todos esos
derechos, hay uno que no tiene defensor ni voz: el de nacer. La Suprema
Corte de Justicia de la Nación, en septiembre de 2023, declaró inconstitucional
criminalizar el aborto a nivel federal. Desde entonces, abortar no puede ser
motivo de cárcel en México. Pero la desaparición sigue ocurriendo. Legal.
Silencio. Administrada.
Hay vidas que no llegan a ser
reconocidas como tales. Vidas que se extinguen antes de ser nombradas. Vidas
que no cuentan, porque contar significaría incomodar.
2. Entre autonomía y estructura: ¿es libre
quien no tiene opciones?
"Mi cuerpo, mi
decisión", se repite como mantra. Pero ¿qué ocurre
cuando esa decisión está influenciada por el miedo, la pobreza, la soledad o la
presión de una pareja o del entorno? En los 18 estados donde el aborto es
legal hasta la semana 12, el acceso real sigue siendo desigual. En muchos
hospitales públicos no hay personal dispuesto a practicarlo. La objeción de
conciencia no es la excepción, sino la norma.
La legalidad ha avanzado. La
justicia, no tanto.
La libertad de decidir sin
alternativas ni acompañamiento no es libertad: es resignación avalada por la
ley.
3. Los números que duelen... y los que no se
ven
Desde 2007 hasta junio de
2024, se han realizado al menos 277,268 abortos legales en la Ciudad de México,
con acceso universal y gratuito. La tasa de mortalidad materna asociada al
procedimiento se redujo prácticamente a cero.
· Desde
el punto de vista de salud pública, el aborto legal ha salvado vidas.
· Desde
el punto de vista humano, ha hecho invisibles otras.
¿Quién fue ese ser gestado que no alcanzó a ser sujeto?
¿Cómo se le nombra a quien fue eliminado con protocolo, pero sin duelo?
4. La otra cara: el síndrome sin diagnóstico
Algunas mujeres celebran el
aborto como liberación. Otras lo recuerdan como herida. El llamado "síndrome
post aborto" no está reconocido oficialmente por el DSM-5 ni la OMS,
pero sí hay evidencia de que, en ciertos contextos, puede haber secuelas
emocionales significativas: depresión, ansiedad, aislamiento, insomnio.
Los estudios coinciden en algo: no
es el aborto en sí el que provoca el daño, sino el contexto de vulnerabilidad,
silencio o presión.
Y ese contexto sigue intacto,
incluso cuando el aborto es legal.
5. Invisibilizar para justificar
"Interrupción",
"producto", "cúmulo de células". El lenguaje se
convierte en anestesia moral.
No se habla de corazón. Ni de
nombre. Ni de potencial.
Los métodos más utilizados en
la CDMX son el aborto con medicamentos (misoprostol y mifepristona) y la
aspiración endouterina. Procedimientos técnicos, eficientes, rápidos.
Pero detrás de cada uno hay
una posibilidad interrumpida. Una historia sin final. Una vida borrada antes de
escribirse.
6. Conclusión: la primera desaparición
normalizada
El aborto ha dejado de ser un
tabú en muchos sectores. En otros, aún genera condena. Lo que pocos cuestionan
es que, más allá del marco legal, estamos aceptando como sociedad que hay vidas
que no cuentan.
Que hay humanos que pueden descartarse antes de ser
llamados así.
Y que la desaparición también puede legalizarse si se hace
temprano, con cuidado, y en silencio
El aborto es una desaparición sin tumba.
Y eso, por muy legal que sea, sigue siendo trágico.
Capítulo 2: Eutanasia – La Muerte Administrada
Cuando
el alivio se convierte en sentencia
y la
dignidad en atajo para desaparecer
1. Morir por compasión... o desaparecer por
omisión
La palabra "dignidad"
ha sido utilizada para justificar tanto el cuidado como el abandono. En el caso
de la eutanasia, se ha convertido en una bandera ambigua. En México, la
eutanasia activa y el suicidio asistido siguen siendo delitos conforme al
Código Penal Federal. Sin embargo, la idea de "muerte digna"
ha ido calando hondo en el imaginario colectivo.
Lo que sí existe es la figura
de voluntad anticipada, regulada en al menos 18 estados, que permite al
paciente terminal rechazar tratamientos que prolonguen artificialmente su vida.
Pero eso no es eutanasia: es omisión terapéutica con base en consentimiento. No
se provoca la muerte; se deja que ocurra.
2. Consentimiento o claudicación
La voluntad anticipada debería
ser un acto de autonomía. Pero, en la práctica, muchas veces es la única vía
que les queda a quienes sufren sin atención. México no cuenta con un sistema
robusto de cuidados paliativos: hay estados sin clínicas especializadas,
hospitales sin morfina, médicos sin entrenamiento. Así, se presenta como
decisión lo que en realidad es desesperación.
En ese contexto, ¿de verdad
el consentimiento es libre? ¿Puede elegir alguien que no ha sido
acompañado, que no ha recibido alivio, que ha sido abandonado por un sistema de
salud inoperante?
3. La sed de legislar la muerte
La eutanasia activa ha sido
discutida en el Congreso de la Unión, pero no ha sido aprobada. Las iniciativas
presentadas en 2023 y 2024 buscan permitirla en casos de enfermedades
terminales o agonía irreversible, bajo requisitos médicos y jurídicos. A nivel
social, el debate ha superado a las leyes: más del 70% de los mexicanos
dice estar a favor de su legalización.
Especialmente en la Ciudad de
México, el derecho a morir se presenta como parte del mismo paquete de
progresismo que defendió el aborto o el matrimonio igualitario. Pero hay una
diferencia radical: aquí se trata de terminar la vida, no de vivirla con plenitud.
4. Morir barato, vivir caro
El acceso a cuidados de
calidad es costoso. Morir, en cambio, puede ser barato. Y en un sistema de
salud colapsado, eso importa.
No es casual que en países
donde la eutanasia es legal, como Canadá, haya crecido el número de personas
que la solicitan por razones económicas. Algunos no pueden pagar su
tratamiento. Otros no quieren ser una carga para su familia. ¿Es eso
autonomía, o es una eutanasia de pobres?
Cuando el Estado no ofrece
alternativas para seguir viviendo con dignidad, su oferta de morir dignamente
se convierte en hipocresía.
5. Dignidad no es desaparición
Una sociedad ética no elimina
a los débiles: los cuida. No facilita la muerte: acompaña la vida. La dignidad
no se resume en una inyección ni se mide en costos. Se construye en el vínculo,
en la empatía, en el sufrimiento compartido.
Hablar de eutanasia sin
garantizar antes los cuidados paliativos, el alivio del dolor, el
acompañamiento emocional y espiritual, es como invitar al suicidio con membrete
oficial.
6. Conclusión: una desaparición voluntaria...
inducida
La eutanasia no puede tratarse
como un derecho universal mientras no haya equidad en el derecho a vivir con
dignidad. Y en México, donde ni siquiera hay cobertura médica suficiente
para millones, legalizar la muerte sin garantizar la vida es una forma
encubierta de exclusión.
La muerte no es el problema.
El problema es que hay vidas que esta sociedad ya no quiere sostener. Que le
estorban. Que le cuestan.
Y cuando eso se normaliza,
estamos frente a una desaparición consentida. Firmada. Avalada. Con anestesia
ética y aprobación mediática.
Pero, aun así, desaparición.
Capítulo 3: Trata de Personas – El Cuerpo como
Moneda y Condena
Cuando
se vive con cuerpo... pero sin libertad
1. Desaparecer sin morir
No todas las desapariciones
ocurren bajo tierra. Algunas caminan, trabajan, sonríen... y duelen. La trata
de personas es la forma más eficiente y brutal de la esclavitud moderna.
Convierte a seres humanos en mercancía. Los transporta, alquila, revende, desecha.
El cuerpo vive, pero la
persona desaparece.
En México, la trata es un
fenómeno estructural: crimen organizado, desigualdad, corrupción y silencio
social la sostienen. No se trata de casos aislados, sino de un sistema que
alimenta un mercado de cuerpos cada vez más demandados.
2. La anatomía de un delito invisible
La trata en México tiene muchas caras:
· Explotación
sexual (la más frecuente)
· Trabajo
forzado (doméstico, agrícola, fabril)
·
Mendicidad forzada y adoctrinamiento
criminal
·
Matrimonios forzados y tráfico con fines
reproductivos
·
Extracción de órganos
Según datos oficiales, entre
2015 y 2024 se registraron 2,438 víctimas de trata menores de 18 años,
de las cuales 1,819 fueron mujeres. El 85% de las víctimas totales son mujeres
y niñas.
Las entidades con mayor
incidencia son: Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Veracruz y
Nuevo León.
3. Rutas de la esclavitud: el mapa del horror
Las rutas de la trata siguen los corredores migratorios y
turísticos:
· Rutas
ferroviarias: como La Bestia, desde Tapachula (Chiapas)
hasta Ciudad Juárez y Tijuana.
· Rutas
marítimas: del Pacífico (desde Guatemala y El Salvador hasta Baja
California) y del Golfo de México.
· Zonas
turísticas: Cancún, Acapulco, Puerto Vallarta.
· Focos
de enganche y distribución: Ciudad de México, Tlaxcala (Tenancingo),
Puebla y Guadalajara.
El crimen organizado controla
estas rutas y utiliza a migrantes, mujeres indígenas, adolescentes, personas en
situación de pobreza extrema. Todo lo que es vulnerable puede ser convertido
en negocio.
4. Tenancingo: la cuna heredada del
proxenetismo
En Tlaxcala hay un municipio
cuyo nombre es sinónimo de trata: Tenancingo. Durante décadas, ha operado como
epicentro de la explotación sexual comercial, no solo a nivel nacional, sino
internacional.
Ahí, la trata se enseña. Se
hereda. Se transmite de padres a hijos como si fuera oficio.
El método más común: el
enamoramiento. Jóvenes que seducen, conquistan y captan mujeres para llevarlas
a prostíbulos o burdeles en todo México o en EE. UU.
Lo hacen con ayuda de
familiares. Las madres organizan. Los tíos trasladan. Los primos vigilan.
Y aunque se han documentado
cientos de casos, el sistema de impunidad permanece intacto.
5. Demanda, impunidad y complicidad
institucional
La trata no sobreviviría sin
compradores. Cada cliente que paga por sexo con una menor, cada empresario que
contrata jornaleros sin documentos, cada autoridad que calla ante una red de explotación
es parte del engranaje.
México firmó en 2003 el Protocolo
de Palermo y tiene una Ley General para Prevenir y Sancionar la Trata (2012).
Pero las denuncias no se investigan. Las víctimas no son protegidas. La
corrupción bloquea la justicia.
El negocio no solo es
rentable: genera más de 32 mil millones de dólares a nivel mundial. Es el
segundo delito más lucrativo en México, solo después del narcotráfico.
La impunidad no es un
descuido: es parte del sistema. La ausencia de judicialización no responde a
falta de pruebas, sino a una protección activa o pasiva desde el poder político
y judicial. Las redes de trata no podrían operar en las rutas migratorias,
turísticas y urbanas sin la complicidad silenciosa de policías, fiscales,
funcionarios migratorios o jueces que miran hacia otro lado... o que cobran por
hacerlo.
6. Conclusión: cuando el cuerpo sobrevive, pero
la dignidad desaparece
La trata no solo mata cuerpos:
mata futuros. Mata identidades. Mata la confianza en el otro. Y lo hace
mientras todos miran hacia otro lado.
Hay niñas desaparecidas que
aún están vivas. Hay adolescentes con nombre nuevo y cara maquillada. Hay niños
convertidos en brazos laborales, ojos de halcón, instrumentos de terror.
Y mientras eso ocurra, la
desaparición no necesita balas. Le basta con el silencio. Y con el precio
justo.
Capítulo 4: Tráfico de Órganos – La Vida Como
Repuesto
Cuando el cuerpo se convierte en refacción
y la dignidad en catálogo
1. El negocio más silencioso
Hay delitos que dejan sangre.
Otros dejan cicatrices. El tráfico de órganos rara vez deja rastro. Pero su
huella es profunda: cuerpos mutilados, desaparecidos o vendidos por partes. En
México, esta práctica es ilegal y sancionada con severidad. El artículo 327
de la Ley General de Salud prohíbe de forma explícita cualquier comercio de
órganos. Y sin embargo... ocurre.
La paradoja es clara: el país
cuenta con un marco legal sólido, pero también con corrupción médica, impunidad
judicial, zonas sin vigilancia y miles de personas vulnerables que podrían ser
víctimas sin dejar rastro.
2. Marco legal robusto, realidad sin blindaje
La ley prohíbe la extracción y
comercio de órganos. Las penas oscilan entre 15 y 25 años de cárcel para quien
extraiga órganos sin consentimiento o sin aval sanitario, y entre 4 y 15 años
si se trasladan ilegalmente al extranjero. En la CDMX, el lucro con
restos humanos o fetos puede castigarse hasta con 22 años de prisión.
Pero no existe una Norma
Oficial Mexicana específica que regule con rigor la operación nacional de
trasplantes. Este vacío técnico-normativo permite la ambigüedad y limita la
fiscalización, sobre todo en el sector privado y en clínicas de fachada.
3. Víctimas invisibles, cuerpos sin justicia
Migrantes en tránsito, menores
desaparecidos, personas sin identificación, habitantes en extrema pobreza...
todos son blanco fácil. La ONU estima que entre el 5% y 10% de trasplantes a
nivel global provienen del mercado negro. México, con sus más de 25 menores
desaparecidos cada día, es un campo fértil para estas prácticas.
La fiscalía general de la
República y el CENATRA han recibido denuncias, pero no existe una
base de datos pública consolidada. La impunidad se protege con la falta de
información.
La falta de datos consolidados
no es una simple carencia administrativa: es un mecanismo de encubrimiento. Ni
la FGR ni CENATRA han hecho pública una base confiable y auditada sobre
denuncias por tráfico de órganos, lo que impide conocer la dimensión real
del fenómeno. Esta opacidad institucional puede funcionar como un escudo
para proteger a quienes operan, facilitan o permiten estas redes dentro del
sistema médico o judicial.
4. Rutas y lavado: órganos al mejor postor
El crimen organizado opera con
empresas fachada, traslados encubiertos y circuitos financieros para lavar el
dinero obtenido. Las víctimas pueden ser interceptadas en rutas migratorias o
secuestradas en zonas marginadas. La extracción puede hacerse en sitios
improvisados o, peor aún, en instalaciones médicas toleradas por la corrupción.
El mercado incluye turismo de
trasplantes: pacientes extranjeros que viajan a países como México en busca de
un órgano. La ley exige estándares éticos, pero en la práctica no siempre se
respetan.
5. Mitos, miedos y campañas ineficaces
En 2022, se lanzó una campaña
para combatir los mitos sobre la donación. Uno de los más persistentes es que "si
te registras como donante, te pueden matar para sacar tus órganos".
Aunque falso, este miedo se nutre de la desconfianza en las instituciones, de
casos sin resolver y de fosas con cuerpos vaciados.
El problema no es solo el
tráfico, sino el miedo legítimo que genera, en un país donde la desaparición
tiene mil formas.
6. Conclusión: la dignidad por partes
El cuerpo humano no debería
tener precio. Pero en México, hay quienes cotizan el corazón, el hígado, los
riñones... mientras otros no pueden costear una consulta.
El tráfico de órganos no es
ciencia ficción. Es una forma de desaparición institucionalizada, disfrazada de
necesidad médica. Es un negocio que no mira al paciente, sino al billete. Que
no salva vidas, sino que desaparece otras para mantener su industria
clandestina.
Y mientras la impunidad siga
operando como anestesia social, este crimen seguirá funcionando... como un
trasplante que nunca se rechaza.
Capítulo 5: Explotación Infantil – Infancia
Robada y Vendida
Cuando
crecer se convierte en condena
y el juego en mercancía
1. Los niños que no llegan a ser
Hay infancias que se rompen
antes de aprender a escribir. Que se silencian antes de alzar la voz. En
México, millones de niñas y niños son explotados en múltiples formas: trabajan
en los campos, limpian casas, piden limosna en las esquinas o son vendidos para
prostitución, pornografía o actividades del crimen organizado.
Viven: Pero viven con miedo, con
hambre, con cadenas invisibles.
Y cada día que pasa sin que
los miremos, los perdemos un poco más.
2. Cifras que duelen: la infancia bajo amenaza
En 2022, más de 3.7
millones de menores entre 5 y 17 años estaban en situación de trabajo
infantil, lo que representa el 13.1% de esa población en México.
De ellos, 1.2 millones
realizaban trabajos peligrosos, como labores en la construcción, el agro,
el comercio informal o el servicio en bares.
Entre diciembre de 2018 y
abril de 2024, se registraron 1,808 víctimas de trata menores de edad,
con una proporción abrumadora de mujeres (1,371).
La explotación infantil no solo es real. Está creciendo.
3. Las peores formas de trabajo infantil
La legislación mexicana y los convenios de la OIT
clasifican como las formas más graves:
·
Esclavitud y servidumbre por deudas
·
Trata de personas
·
Trabajo forzoso
·
Reclutamiento para prostitución o
pornografía
·
Participación en actividades ilícitas
(halcones, mensajeros, mulas de droga)
· Mendicidad
forzada
Estas prácticas ocurren en zonas
urbanas y rurales, en calles, campos, casas, talleres clandestinos y hasta
en escuelas que callan. La frontera entre trabajo infantil y esclavitud es
delgada, y en muchos casos, invisible.
4. El Estado que firma tratados, pero no protege
México ha ratificado todos los
convenios relevantes: la Convención sobre los Derechos del Niño, los
Convenios 138 y 182 de la OIT, y cuenta con leyes como la Ley General de
los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
Pero las leyes no bastan cuando no se aplican.
Las inspecciones laborales son
escasas. Las denuncias no prosperan. Y los patrones, tratantes o explotadores
rara vez enfrentan consecuencias.
Los niños siguen siendo propiedad de alguien, nunca sujetos
de derechos.
5. Ejemplos que gritan: casos recientes
En febrero de 2024, 18
menores fueron rescatados de una huerta de arándanos en Michoacán, donde
trabajaban en condiciones de semiesclavitud.
En zonas de Guerrero y
Chiapas, niñas indígenas son entregadas en matrimonio forzado o vendidas por
sus propias familias.
En redes sociales y
plataformas digitales, se han detectado cientos de perfiles de explotación
sexual infantil que operan sin mayor regulación.
Este no es un caso aislado. En
zonas rurales como Chiapas, Guerrero y Tlaxcala, la venta de menores o
su uso en explotación sexual o laboral es una práctica conocida, tolerada y, en
ocasiones, facilitada por autoridades locales o comunitarias.
No se trata solo de pobreza:
se trata de estructuras culturales e institucionales que normalizan la
explotación infantil como parte de la economía familiar o regional.
Mientras tanto, el Estado brilla por su ausencia o por su conveniencia. La
vigilancia es escasa, las inspecciones simuladas y las sanciones, inexistentes...
6. Conclusión: cuando la infancia no se salva,
desaparece
La explotación infantil no es
solo un problema laboral o de justicia. Es una forma brutal de desaparición
anticipada.
Desaparece la
risa. Desaparece el juego. Desaparece el derecho a crecer sin
miedo.
Y cuando una sociedad permite
que su niñez sea vendida, esclavizada o olvidada, lo que está perdiendo no es
solo su futuro, sino también su alma.
Los niños no deberían luchar
por sus derechos. Deberían vivirlos.
Pero mientras el Estado siga
administrando excusas en lugar de justicia, el mercado seguirá cotizando a la
infancia... como un recurso más.
Capítulo 6: Conclusión – La Desaparición
Consentida
Cuando
el crimen ya no necesita esconderse,
porque tiene credencial, uniforme o acta
notarial
Ya no basta con hablar de
omisión. En México, la desaparición de vidas vulnerables —por aborto
sistematizado, eutanasia encubierta, trata de personas, tráfico de órganos o
explotación infantil— no ocurre a pesar del Estado, sino muchas veces con
él.
Un médico que firma sin
preguntar. Un policía que mira hacia otro lado. Un juez que deja
libre al tratante. Un funcionario que protege a los suyos. Un burócrata
que pierde expedientes. Un sistema que castiga a quien denuncia, y premia
al que calla.
Este ensayo ha querido gritar
por quienes ya no pueden hacerlo. Pero no basta con gritar. Hay que señalar. Y
el dedo apunta alto: la desaparición moderna es una política funcional del
poder.
El mercado de lo irrenunciable se sostiene con
tres columnas:
1.- Un Estado que legaliza, omite o encubre.
· Que
firma tratados de protección mientras promueve leyes de muerte. Que prohíbe en
el papel lo que permite en los hechos. Que mide el éxito en estadísticas, no en
dignidad.
2.- Un crimen organizado que no opera en la
sombra, sino con estructuras, rutas, tarifas y aliados.
· Que
controla las rutas de trata, los destinos del turismo médico, las huertas de
esclavitud infantil. Que sabe cuánto vale un cuerpo... y cuánto cuesta
silenciarlo.
3.- Una sociedad anestesiada que mira hacia
otro lado.
·
Que defiende la libertad para abortar, pero no
se pregunta por las condiciones de esa decisión. Que cree en la dignidad para
morir, pero no en el deber de acompañar. Que consume productos baratos sin
saber que llevan manos pequeñas, dolor escondido, y sangre diluida.
El pacto implícito: que desaparezcan, pero sin
molestar
Porque al final, el mensaje es claro:
Puedes morir si no eres útil.
Puedes ser vendido si no tienes nombre.
Puedes trabajar si no exiges derechos.
Puedes donar tus órganos si no tienes quién te
busque.
La desaparición se ha vuelto rentable. Y para muchos,
tolerable.
Eso es lo que más duele:
que el exterminio ya no necesita camuflaje, porque encontró legitimidad.
La última trinchera: resistir al precio de la vida
Este ensayo no busca moralizar. Busca incomodar.
Porque si seguimos aceptando
que algunas vidas pueden ser descartadas legalmente, vendidas impunemente o
eliminadas en nombre de la dignidad, lo próximo que desaparecerá será nuestro
propio derecho a existir sin condiciones.
La desaparición consentida no se detiene con más leyes,
sino con más verdad.
Con periodistas, defensores, creyentes, médicos, maestras,
madres y padres que digan: hasta aquí.
7. Conclusión analítica: La Impunidad como Sistema
La colusión entre autoridades del Estado (locales,
municipales, judiciales, sanitarias o migratorias) y las redes de crimen
organizado es una constante silenciosa que permite que estos delitos prosperen
y se mantengan. El patrón que se repite:
· Ley sí
hay.
· Voluntad
política no.
· Impunidad
siempre.
Porque mientras haya quien
resista, el mercado de lo irrenunciable encontrará su límite.
Y la dignidad volverá a ser eso que no se vende. Ni se
mata. Ni se desaparece.
"Cuando
exterminan la vida con discursos de progreso,
resistir
es una forma de amar lo irrenunciable."
R.
Moya, "El Mercado de lo Irrenunciable"
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