sábado, 26 de abril de 2025

 


OTRA PERSPECTIVA

El Colegio Cardenalicio 2025: Entre tradición, diversidad y la batalla silenciosa por el futuro de la Iglesia

¿Qué Iglesia Nacerá de las sombras del proximo Conclave?

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

El Colegio Cardenalicio no es solo un conjunto de nombres y edades.
Es el termómetro silencioso de la Iglesia Católica, el mapa oculto de sus batallas internas, sus sueños incumplidos y sus miedos latentes.
Con 135 cardenales electores, repartidos entre tradiciones seculares y carismas religiosos, con raíces en cinco continentes,
el próximo Cónclave será mucho más que una elección:
será un reflejo —y una apuesta— por el futuro espiritual y político de más de mil millones de católicos en el mundo.

¿Qué Iglesia se prepara en las sombras de San Pedro?
Hoy, más que nunca, mirar el rostro del Colegio Cardenalicio es mirar el rostro del cambio... o de la resistencia.

El próximo Cónclave no será sólo una elección.
Será un espejo y una encrucijada:
¿Hacia dónde caminará la Iglesia Católica en un mundo en transformación vertiginosa?

Para entenderlo, no basta con observar los rostros.
Hay que mirar las raíces: quiénes son, de dónde vienen, qué mundos representan los cardenales que tienen hoy en sus manos la elección del futuro Papa.

El rostro cambiante del Cónclave

Hoy, el Colegio Cardenalicio cuenta con 252 miembros, de los cuales 135 son electores: es decir, tienen menos de 80 años y el derecho de elegir y ser elegidos.

De esos 135 electores:

  • Aproximadamente el 20% pertenecen al clero regular (miembros de órdenes religiosas).
  • El 80% restante proviene del clero secular (sacerdotes diocesanos no vinculados a órdenes).

Esta división no es trivial: refleja dos formas distintas de vivir la Iglesia, dos tradiciones que, aunque hermanadas, a veces dialogan en tensión:
el carisma comunitario de las órdenes religiosas frente a la estructura pastoral y jerárquica de las diócesis.

Una Iglesia menos eurocéntrica (pero todavía dominante)

Aunque Europa sigue concentrando el 40% de los electores, América (30%), África (15%), Asia (12%) y Oceanía (3%) muestran un crecimiento notable.

La estrategia de Francisco durante su pontificado ha sido clara:
dar voz a las periferias.
Nombrar cardenales en países históricamente marginales como Mongolia, Lesoto, Myanmar o Tonga no es un gesto estético: es un intento de descentralizar el corazón de la Iglesia.

Sin embargo, el peso de Europa en número y tradición sigue marcando las dinámicas de poder internas.

Entre teólogos, diplomáticos y pastores

La mayoría de los cardenales electores son hombres de sólida formación académica:

  • Doctores en Teología Dogmática, Derecho Canónico, Filosofía o Ciencias Sociales.
  • Muchos han sido obispos diocesanos.
  • Otros han servido como nuncios apostólicos o responsables vaticanos.

Hablan italiano casi todos, pero también inglés, español, francés, portugués, y cada vez más, lenguas asiáticas y africanas.

Esta pluralidad puede enriquecer el debate en un futuro Cónclave, pero también podría fragmentarlo.

El factor religioso: un nuevo equilibrio

Entre los cardenales del clero regular destacan:

  • Salesianos (SDB): 10 cardenales
  • Jesuitas (SJ): 9 cardenales (incluido el propio Papa Francisco)
  • Franciscanos (OFM y OFM Capuchinos): 10 cardenales
  • Dominicos (OP): 4 cardenales
  • Otros: Redentoristas, Agustinos, Cistercienses, Espiritanos, etc.

Los cardenales religiosos suelen representar posiciones más abiertas en temas sociales (pobreza, migración, diálogo interreligioso), mientras que los seculares muestran una gama más amplia que va desde el conservadurismo doctrinal hasta el progresismo moderado.

Este equilibrio puede ser clave en la dinámica de una elección papal futura.

Lo que anticipa el próximo Cónclave

El mapa está trazado, pero la partida no está definida.
Varios factores jugarán:

  • Edad promedio elevada (72 años), lo que implica un Cónclave relativamente conservador en estilo, aunque diverso en proveniencias.
  • Tensión latente entre centro y periferias.
  • La creciente presencia de voces del Sur global que exigen una Iglesia más misionera, menos burocrática.
  • La influencia de la tradición frente a la necesidad de reformas reales.

Más que nunca, el próximo Papa será el fruto de una negociación entre visiones de Iglesia, más que una imposición de bloques.

"La historia de la Iglesia siempre se ha escrito entre tensiones.
Hoy, esas tensiones viajan en múltiples idiomas, múltiples geografías y múltiples sueños."

Colofón

El próximo Cónclave no será solo una elección.
Será una declaración sobre qué Iglesia quiere ser la Iglesia para el siglo XXI.

¿Una Iglesia cerrada sobre sí misma?
¿O una Iglesia que camine de verdad hacia las periferias de un mundo herido?

El Colegio Cardenalicio ya ha puesto las piezas en el tablero.
Pronto, sabremos hacia dónde deciden moverlas.

El cónclave que viene no será solo un ritual milenario, ni un proceso interno aislado.
Será una batalla serena pero crucial sobre el alma de la Iglesia:

  • ¿Una fe encerrada en sus murallas o una fe que se arriesga en las calles?
  • ¿Una autoridad vertical o una comunidad que escucha los márgenes?
  • ¿Un liderazgo que administra ruinas o que siembra futuro?

Cada voto en la Capilla Sixtina será, en el fondo, una respuesta silenciosa a estas preguntas.

Mientras tanto, aquí afuera, el mundo observa.
Y espera.
Y reza —algunos por continuidad, otros por milagro.

Porque en el corazón de Roma, se juega algo más que un nombre en una fumata blanca:
se juega el horizonte mismo de la esperanza.

 

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