OTRA PERSPECTIVA
El Colegio Cardenalicio 2025: Entre tradición, diversidad
y la batalla silenciosa por el futuro de la Iglesia
¿Qué Iglesia Nacerá de las sombras del proximo Conclave?
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
El Colegio Cardenalicio no es solo un conjunto de nombres y
edades.
Es el termómetro silencioso de la Iglesia Católica, el mapa oculto de
sus batallas internas, sus sueños incumplidos y sus miedos latentes.
Con 135 cardenales electores, repartidos entre tradiciones seculares y carismas
religiosos, con raíces en cinco continentes,
el próximo Cónclave será mucho más que una elección:
será un reflejo —y una apuesta— por el futuro espiritual y político de más de
mil millones de católicos en el mundo.
¿Qué Iglesia se prepara en las sombras de San Pedro?
Hoy, más que nunca, mirar el rostro del Colegio Cardenalicio es mirar el rostro
del cambio... o de la resistencia.
El próximo Cónclave no será sólo una elección.
Será un espejo y una encrucijada:
¿Hacia dónde caminará la Iglesia Católica en un mundo en transformación
vertiginosa?
Para entenderlo, no basta con observar los rostros.
Hay que mirar las raíces: quiénes son, de dónde vienen, qué mundos
representan los cardenales que tienen hoy en sus manos la elección del futuro
Papa.
El rostro cambiante del Cónclave
Hoy, el Colegio Cardenalicio cuenta con 252 miembros,
de los cuales 135 son electores: es decir, tienen menos de 80 años y el
derecho de elegir y ser elegidos.
De esos 135 electores:
- Aproximadamente
el 20% pertenecen al clero regular (miembros de órdenes
religiosas).
- El
80% restante proviene del clero secular (sacerdotes diocesanos
no vinculados a órdenes).
Esta división no es trivial: refleja dos formas distintas
de vivir la Iglesia, dos tradiciones que, aunque hermanadas, a veces
dialogan en tensión:
el carisma comunitario de las órdenes religiosas frente a la estructura
pastoral y jerárquica de las diócesis.
Una Iglesia menos eurocéntrica (pero todavía dominante)
Aunque Europa sigue concentrando el 40% de los
electores, América (30%), África (15%), Asia (12%) y Oceanía (3%) muestran un
crecimiento notable.
La estrategia de Francisco durante su pontificado ha sido
clara:
dar voz a las periferias.
Nombrar cardenales en países históricamente marginales como Mongolia, Lesoto,
Myanmar o Tonga no es un gesto estético: es un intento de descentralizar el
corazón de la Iglesia.
Sin embargo, el peso de Europa en número y tradición sigue
marcando las dinámicas de poder internas.
Entre teólogos, diplomáticos y pastores
La mayoría de los cardenales electores son hombres de sólida
formación académica:
- Doctores
en Teología Dogmática, Derecho Canónico, Filosofía o Ciencias
Sociales.
- Muchos
han sido obispos diocesanos.
- Otros
han servido como nuncios apostólicos o responsables vaticanos.
Hablan italiano casi todos, pero también inglés, español,
francés, portugués, y cada vez más, lenguas asiáticas y africanas.
Esta pluralidad puede enriquecer el debate en un
futuro Cónclave, pero también podría fragmentarlo.
El factor religioso: un nuevo equilibrio
Entre los cardenales del clero regular destacan:
- Salesianos
(SDB): 10 cardenales
- Jesuitas
(SJ): 9 cardenales (incluido el propio Papa Francisco)
- Franciscanos
(OFM y OFM Capuchinos): 10 cardenales
- Dominicos
(OP): 4 cardenales
- Otros:
Redentoristas, Agustinos, Cistercienses, Espiritanos, etc.
Los cardenales religiosos suelen representar posiciones
más abiertas en temas sociales (pobreza, migración, diálogo
interreligioso), mientras que los seculares muestran una gama más
amplia que va desde el conservadurismo doctrinal hasta el progresismo
moderado.
Este equilibrio puede ser clave en la dinámica de una
elección papal futura.
Lo que anticipa el próximo Cónclave
El mapa está trazado, pero la partida no está definida.
Varios factores jugarán:
- Edad
promedio elevada (72 años), lo que implica un Cónclave relativamente
conservador en estilo, aunque diverso en proveniencias.
- Tensión
latente entre centro y periferias.
- La
creciente presencia de voces del Sur global que exigen una Iglesia más
misionera, menos burocrática.
- La
influencia de la tradición frente a la necesidad de reformas reales.
Más que nunca, el próximo Papa será el fruto de una
negociación entre visiones de Iglesia, más que una imposición de bloques.
"La historia de la Iglesia siempre se ha escrito
entre tensiones.
Hoy, esas tensiones viajan en múltiples idiomas, múltiples geografías y
múltiples sueños."
Colofón
El próximo Cónclave no será solo una elección.
Será una declaración sobre qué Iglesia quiere ser la Iglesia para el siglo
XXI.
¿Una Iglesia cerrada sobre sí misma?
¿O una Iglesia que camine de verdad hacia las periferias de un mundo herido?
El Colegio Cardenalicio ya ha puesto las piezas en el
tablero.
Pronto, sabremos hacia dónde deciden moverlas.
El cónclave que viene no será solo un ritual milenario, ni
un proceso interno aislado.
Será una batalla serena pero crucial sobre el alma de la Iglesia:
- ¿Una
fe encerrada en sus murallas o una fe que se arriesga en las calles?
- ¿Una
autoridad vertical o una comunidad que escucha los márgenes?
- ¿Un
liderazgo que administra ruinas o que siembra futuro?
Cada voto en la Capilla Sixtina será, en el fondo, una
respuesta silenciosa a estas preguntas.
Mientras tanto, aquí afuera, el mundo observa.
Y espera.
Y reza —algunos por continuidad, otros por milagro.
Porque en el corazón de Roma, se juega algo más que un
nombre en una fumata blanca:
se juega el horizonte mismo de la esperanza.
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