martes, 11 de febrero de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

La vigilancia aérea de EE.UU. en México: ¿Carteles o políticos en la mira?

Opinión de Jose Rafael Moya Saavedra

El incremento de vuelos de reconocimiento de la Marina y la Fuerza Aérea de EE.UU. sobre la frontera con México y en el espacio aéreo internacional en Baja California ha encendido las alarmas en círculos políticos y de seguridad nacional. Oficialmente, estas misiones han sido justificadas como parte de la estrategia estadounidense para combatir el tráfico de drogas y la crisis del fentanilo. Sin embargo, fuentes de inteligencia y datos abiertos sugieren que el foco de atención podría no ser exclusivamente el crimen organizado, sino también actores políticos vinculados a estas redes ilícitas.

Aumento inusual de vuelos de vigilancia

Tradicionalmente, EE.UU. ha desplegado aeronaves especializadas en operaciones antidrogas, como los P-3 Orion y los RC-135, para rastrear rutas de tráfico y comunicaciones criminales. No obstante, en las últimas semanas, han entrado en operación aviones de mayor capacidad estratégica, como el Boeing P-8 Poseidón y el U-2, más utilizados en operaciones de guerra y vigilancia contra potencias extranjeras.

Según registros de vuelo, entre enero y febrero de 2025, al menos 18 misiones de vigilancia fueron ejecutadas a lo largo de la frontera con México, algunas de ellas extendiéndose hacia el Golfo de California y la costa de Sinaloa. Un hecho especialmente significativo ocurrió el 4 de febrero, cuando un avión RC-135 Rivet Joint sobrevoló Baja California y se acercó a Sinaloa, lo que indica un monitoreo intensivo de la región clave para el tráfico de fentanilo.

Más que narcotráfico: la intersección con la política mexicana

El discurso oficial del gobierno de Trump ha insistido en la necesidad de designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo que abriría la puerta a acciones militares directas sin necesidad de la aprobación del gobierno mexicano. Sin embargo, los movimientos recientes de Washington sugieren que no solo se trata de los cárteles, sino también de sus vínculos con políticos mexicanos.

Estados clave como Tamaulipas, Sinaloa y Sonora han sido mencionados en reportes de inteligencia de EE.UU. por sus nexos entre políticos y el crimen organizado. La designación de Fausto Isidro Meza Flores, alias ‘El Chapo Isidro’, como uno de los 10 fugitivos más buscados por el FBI, junto con la vigilancia intensificada en estos estados, refuerza la hipótesis de que la recolección de datos no solo busca identificar rutas de narcotráfico, sino también estructuras de poder que facilitan estas operaciones.

Un caso emblemático es el del gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, cuya administración ha sido señalada por su supuesta relación con el huachicol fiscal y el financiamiento ilícito de campañas electorales a través de Sergio Carmona. Según el informe de Guacamaya Leaks filtrado en 2022, la campaña de Villarreal estuvo vinculada con operaciones de tráfico de combustible, generando preocupación en agencias de seguridad de EE.UU.

         Otro caso es el del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, cuya relación con el crimen organizado ha sido denunciada por figuras cercanas a su partido. Jocelyn Hernández, fundadora de Morena en Sinaloa, declaró en 2024 que Rocha y Villarreal participaron en reuniones con ‘El Chapo Isidro’ en la sierra sinaloense para negociar financiamiento electoral.

En Sonora, el gobernador Alfonso Durazo ha sido vinculado con una trama de conflicto de interés en la que un fideicomiso manejado por su hijo fue clave para ceder 150 hectáreas en la frontera a una empresa china con exenciones fiscales, una operación que ha despertado sospechas en Washington sobre lavado de dinero y cooperación con actores extranjeros.

La estrategia de Trump y la posibilidad de intervención

El contexto internacional y la política interna de EE.UU. colocan a México en una situación vulnerable. La retórica de Trump sobre el combate a los cárteles y su decisión de militarizar la frontera han elevado las tensiones. El presidente republicano ha insinuado en varias ocasiones la posibilidad de incursiones militares para “neutralizar” a los grupos criminales que considera una amenaza directa para la seguridad estadounidense.

El Pentágono ha utilizado estrategias similares en el pasado en países considerados riesgosos para la seguridad de EE.UU., justificando intervenciones con información de inteligencia recopilada mediante vigilancia aérea. Fuentes en Washington han mencionado que la recopilación de datos en México puede ser utilizada como evidencia para argumentar que la colusión entre políticos y el crimen organizado justifica acciones unilaterales, similares a las operaciones de eliminación de líderes terroristas en Medio Oriente.

Consecuencias para México

La creciente presión de EE.UU. sobre el gobierno de Claudia Sheinbaum podría empujar a México a tomar medidas drásticas para demostrar cooperación en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, la designación de cárteles como organizaciones terroristas extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés) implicaría que cualquier actor vinculado a ellos, incluidos funcionarios y políticos, sea sujeto de sanciones y posibles órdenes de captura internacional.

Si EE.UU. decide avanzar en su estrategia de acciones encubiertas o directas en territorio mexicano, la soberanía nacional se verá amenazada, y la relación bilateral entrará en una etapa de alta tensión diplomática. La presencia de aviones espía y vuelos de reconocimiento sugiere que la administración de Trump está construyendo un caso para legitimar estas acciones.

COLOFON

El discurso oficial del gobierno de México insiste en que EE.UU. está enfocando su vigilancia exclusivamente en los cárteles. No obstante, la información disponible sugiere que Washington está observando mucho más allá del crimen organizado y se está preparando para utilizar esos datos en contra de políticos mexicanos.

La gran pregunta no es si habrá intervención, sino cuándo y bajo qué justificación. El aumento de vuelos de reconocimiento es la antesala de un argumento que podría escalar hasta una crisis diplomática o incluso una intervención militar selectiva. México debe prepararse para el peor escenario: un enfrentamiento directo con la administración de Trump bajo la bandera de la seguridad nacional de EE.UU.

Fuentes consultadas:

1.       Guacamaya Leaks, 2022.

2.       Reporte de inteligencia del Departamento de Justicia de EE.UU., 2023.

3.       Testimonios de Jocelyn Hernández sobre vínculos entre políticos y el crimen organizado en Sinaloa, 2024.

4.       Datos abiertos sobre vuelos de reconocimiento de la Marina y Fuerza Aérea de EE.UU., enero-febrero 2025.

5.       Declaraciones de funcionarios del FBI y el Departamento de Defensa de EE.UU. sobre el combate a los cárteles en México.

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