OTRA PERSPECTIVA
Rosario Piedra Ibarra y la CNDH: ¿Autonomía o Cercanía al
Poder?
Por José Rafael Moya Saavedra
La reelección de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha generado un intenso debate
público, evidenciando las tensiones entre quienes defienden su gestión como un
avance en derechos humanos y quienes critican su cercanía al poder político.
La reelección y su justificación
El Senado de la República aprobó la reelección de Rosario
Piedra Ibarra al frente de la CNDH, asegurando su permanencia hasta 2029. Desde
la institución, este hecho ha sido presentado como un "triunfo del pueblo
mexicano" y un avance en la autonomía del organismo. En un comunicado, la
CNDH argumentó que la elección popular de juzgadores, derivada de la reforma
judicial, fortalece la independencia del Poder Judicial al desligarlo de
influencias partidistas.
La institución defendió su enfoque preventivo y conciliador,
resaltando que el 86.7% de las peticiones han sido resueltas mediante
orientación, conciliación o durante el trámite, una cifra que, según la CNDH,
supera significativamente a gestiones anteriores. Además, destacó que el 1.5%
de recomendaciones emitidas representa el mayor índice en los últimos 18 años.
Críticas a la gestión de Rosario Piedra
A pesar de los datos presentados, las críticas no se han
hecho esperar. Intelectuales, periodistas y diversos sectores de la sociedad
han señalado que la CNDH bajo la dirección de Piedra Ibarra prioriza la
protección al poder político en lugar de defender a las víctimas de violaciones
a derechos humanos. Entre las voces más destacadas se encuentra la de la
escritora Sabina Berman, quien en su artículo “Tropezar dos veces con la
señora Piedra” cuestionó la independencia del organismo y acusó a la
ombudsperson de proteger al gobierno en turno.
Berman señaló que la gestión de la CNDH "defiende al
poder y no a las víctimas", argumentando que el enfoque preventivo ha
dejado en segundo plano la función esencial del organismo como contrapeso
crítico en un contexto marcado por la militarización y los cuestionamientos
sobre derechos humanos en México.
La defensa institucional
La respuesta de la CNDH a las críticas fue contundente,
calificando los señalamientos de “infundios” y “narrativas fantasiosas”. La
institución argumentó que los datos sobre las quejas y recomendaciones han sido
malinterpretados de manera tendenciosa, y que su enfoque actual prioriza
resolver las peticiones antes de que se consumen violaciones, beneficiando
directamente a los quejosos.
En un tono desafiante, el organismo cuestionó a Berman y
otros críticos, exigiendo pruebas de sus acusaciones y rechazando las
insinuaciones de que el Ejército sea el mayor violador de derechos humanos. “A
lo mejor les gustaría ver al Ejército señalado como el mayor violador, pero eso
no es así”, señaló el comunicado.
Datos y comparaciones
La CNDH utilizó cifras históricas para reforzar su postura:
Durante el sexenio de Felipe Calderón, sólo el 31.4% de los
expedientes se resolvieron mediante conciliación u orientación.
En el periodo de Enrique Peña Nieto, la cifra aumentó a
41.2%.
En la gestión de Piedra Ibarra, el porcentaje asciende al
86.7%.
Sin embargo, los críticos argumentan que estas cifras no
reflejan necesariamente una mejora en el desempeño del organismo, sino un
cambio de enfoque que podría minimizar la gravedad de violaciones sistemáticas.
¿Autonomía o cercanía al poder?
La controversia sobre la CNDH y Rosario Piedra trasciende
los datos. En un contexto político donde la militarización y la concentración
de poder son temas sensibles, la percepción de que la CNDH opera en favor del
gobierno erosiona su legitimidad como organismo autónomo.
Para algunos, la postura defensiva de la institución refleja
un intento de proteger su gestión ante ataques mediáticos. Para otros,
representa una señal preocupante de que el organismo podría estar actuando más
como un aliado político que como un defensor de los derechos humanos.
La reelección de Rosario Piedra Ibarra plantea preguntas
fundamentales sobre el papel de la CNDH en el panorama político y social de
México. Si bien la prevención y conciliación son herramientas valiosas, el
organismo enfrenta el desafío de demostrar su independencia y eficacia en un
entorno polarizado. La legitimidad de la CNDH dependerá no solo de sus cifras,
sino de su capacidad para actuar como un verdadero contrapeso en defensa de las
víctimas, incluso frente al poder político
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