sábado, 16 de noviembre de 2024

 

OTRA PERSPECTIVA

Del Movimiento Estudiantil de 1968 a la Democradura: ¿Traición a los Ideales de Libertad?

Por José Rafael Moya Saavedra

Es extraño escuchar, una y otra vez, la frase "2 de octubre no se olvida" resonando en la memoria colectiva de México, mientras que en los hechos parece haber sido olvidada por quienes hoy ostentan el poder. Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador, líderes de la llamada Cuarta Transformación, han reivindicado el movimiento estudiantil de 1968 con palabras y gestos simbólicos, pero muchas de sus acciones parecen traicionar los ideales que ese movimiento encarnó. Mientras los estudiantes de aquel año luchaban contra un régimen autoritario conocido como la "dictadura perfecta," hoy enfrentamos señales de una "democradura," donde el poder se concentra peligrosamente y se desdibujan los contrapesos democráticos.

El 2 de octubre no solo es un recordatorio de la tragedia de Tlatelolco; es también una advertencia. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a aprender de ella?

Los Estudiantes y Su Lucha por la Libertad

El movimiento estudiantil de 1968 nació como un grito colectivo de hartazgo ante la represión, la censura y la injusticia. Como recordó Pablo Gómez, uno de sus líderes y preso político de esa época, no solo eran jóvenes soñadores: eran también una generación que entendía la necesidad de pelear por las libertades democráticas. La masacre de Tlatelolco fue un acto brutal de un Estado que no dudó en recurrir a la violencia para mantener su control.

Aquellos estudiantes luchaban por algo sencillo, pero poderoso: el derecho a disentir, a expresarse, a caminar por las calles sin miedo. Su lucha no solo era por ellos mismos, sino por todos los mexicanos que, de alguna manera, habían aceptado la opresión como una norma. Aunque la tragedia marcó profundamente al país, también sembró las semillas de un cambio que, con el tiempo, permitió a más ciudadanos participar activamente en la construcción de una democracia.

Sheinbaum, AMLO y los Gestos de Reconocimiento

Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador, como líderes de la Cuarta Transformación, han reconocido públicamente la importancia histórica del movimiento del '68. Sheinbaum, en su primera conferencia como presidenta, dedicó tiempo a honrar a las víctimas y emitió un decreto que reconocía la responsabilidad del Estado en la masacre. Además, ofreció disculpas públicas y prometió que las Fuerzas Armadas nunca más serían utilizadas para reprimir al pueblo.

Sin embargo, las palabras y los gestos simbólicos no siempre van de la mano con las acciones. La Cuarta Transformación se presenta como heredera de los ideales del movimiento del '68, pero algunas de sus prácticas despiertan inquietudes. La militarización de tareas civiles, el debilitamiento de instituciones como el INE y el Poder Judicial, y un discurso que constantemente descalifica a los críticos recuerdan demasiado a las dinámicas autoritarias que los jóvenes del '68 combatieron.

¿De la "Dictadura Perfecta" a la Democradura?

El régimen priista de la segunda mitad del siglo XX utilizaba elecciones controladas, censura y represión para perpetuarse en el poder. Aunque México logró superar esa etapa con avances democráticos importantes, hoy enfrentamos un contexto que parece traer de vuelta viejas prácticas bajo nuevas formas. La "democradura," un término que describe sistemas donde las apariencias democráticas encubren dinámicas autoritarias, parece estar tomando forma en México.

La Cuarta Transformación concentra poder en el Ejecutivo, socavando los contrapesos que garantizan una democracia funcional. Se promueven cambios estructurales, como la elección popular de jueces, que aunque suenan democráticos, podrían politizar instituciones clave. La polarización política, alimentada desde el discurso oficial, crea un ambiente donde la crítica es descalificada y el diálogo, ignorado.

El Espíritu del '68: Más Que Memoria, una Lección

Los jóvenes del '68 no solo marcharon por las calles; soñaron con un México donde la libertad y la justicia fueran posibles para todos. Ese sueño está lejos de cumplirse. Reconocer oficialmente el 2 de octubre como un crimen de Estado y ofrecer disculpas son pasos necesarios, pero insuficientes. El verdadero homenaje a aquellos estudiantes sería construir un país donde ningún gobierno pueda imponer su voluntad sobre los ciudadanos, donde las instituciones sean fuertes y autónomas, y donde el poder se ejerza con responsabilidad y humildad.

¿Traición o Continuidad?

Algunos dirían que la Cuarta Transformación, con sus gestos simbólicos, honra a los estudiantes del '68. Otros ven una traición a esos ideales, pues las acciones no reflejan el espíritu democrático que el movimiento encarnaba. El reto no es solo recordar, sino actuar para que lo que ocurrió en Tlatelolco no se repita, ni bajo formas explícitas ni encubiertas.

Un México por el Que Vale la Pena Luchar

El movimiento estudiantil de 1968 nos enseñó que la democracia no es un regalo, sino una conquista. Es algo por lo que hay que luchar constantemente, especialmente frente a quienes, desde el poder, intentan moldearla a su conveniencia. La memoria del '68 no debe ser solo un recordatorio de la tragedia, sino un llamado a la acción para construir un México donde los ideales de justicia, libertad y respeto sean una realidad cotidiana.

Hoy más que nunca, el "2 de octubre no se olvida" debe significar más que palabras: debe ser un compromiso para honrar a quienes dieron todo por un México mejor, y para exigir que ese sueño no sea traicionado por quienes prometieron protegerlo.

 

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