OTRA PERSPECTIVA
Del Movimiento Estudiantil de 1968 a la Democradura:
¿Traición a los Ideales de Libertad?
Por José Rafael Moya Saavedra
Es extraño escuchar, una y otra vez, la frase "2 de
octubre no se olvida" resonando en la memoria colectiva de México,
mientras que en los hechos parece haber sido olvidada por quienes hoy ostentan
el poder. Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador, líderes de la
llamada Cuarta Transformación, han reivindicado el movimiento estudiantil de
1968 con palabras y gestos simbólicos, pero muchas de sus acciones parecen
traicionar los ideales que ese movimiento encarnó. Mientras los estudiantes de
aquel año luchaban contra un régimen autoritario conocido como la "dictadura
perfecta," hoy enfrentamos señales de una "democradura," donde
el poder se concentra peligrosamente y se desdibujan los contrapesos
democráticos.
El 2 de octubre no solo es un recordatorio de la tragedia de
Tlatelolco; es también una advertencia. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a
aprender de ella?
Los Estudiantes y Su Lucha por la Libertad
El movimiento estudiantil de 1968 nació como un grito
colectivo de hartazgo ante la represión, la censura y la injusticia. Como
recordó Pablo Gómez, uno de sus líderes y preso político de esa época, no solo
eran jóvenes soñadores: eran también una generación que entendía la necesidad
de pelear por las libertades democráticas. La masacre de Tlatelolco fue un acto
brutal de un Estado que no dudó en recurrir a la violencia para mantener su
control.
Aquellos estudiantes luchaban por algo sencillo, pero
poderoso: el derecho a disentir, a expresarse, a caminar por las calles sin
miedo. Su lucha no solo era por ellos mismos, sino por todos los mexicanos que,
de alguna manera, habían aceptado la opresión como una norma. Aunque la
tragedia marcó profundamente al país, también sembró las semillas de un cambio
que, con el tiempo, permitió a más ciudadanos participar activamente en la
construcción de una democracia.
Sheinbaum, AMLO y los Gestos de Reconocimiento
Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador, como
líderes de la Cuarta Transformación, han reconocido públicamente la importancia
histórica del movimiento del '68. Sheinbaum, en su primera conferencia como
presidenta, dedicó tiempo a honrar a las víctimas y emitió un decreto que
reconocía la responsabilidad del Estado en la masacre. Además, ofreció
disculpas públicas y prometió que las Fuerzas Armadas nunca más serían
utilizadas para reprimir al pueblo.
Sin embargo, las palabras y los gestos simbólicos no siempre
van de la mano con las acciones. La Cuarta Transformación se presenta como
heredera de los ideales del movimiento del '68, pero algunas de sus prácticas
despiertan inquietudes. La militarización de tareas civiles, el debilitamiento
de instituciones como el INE y el Poder Judicial, y un discurso que
constantemente descalifica a los críticos recuerdan demasiado a las dinámicas
autoritarias que los jóvenes del '68 combatieron.
¿De la "Dictadura Perfecta" a la Democradura?
El régimen priista de la segunda mitad del siglo XX
utilizaba elecciones controladas, censura y represión para perpetuarse en el
poder. Aunque México logró superar esa etapa con avances democráticos
importantes, hoy enfrentamos un contexto que parece traer de vuelta viejas
prácticas bajo nuevas formas. La "democradura," un término que
describe sistemas donde las apariencias democráticas encubren dinámicas
autoritarias, parece estar tomando forma en México.
La Cuarta Transformación concentra poder en el Ejecutivo,
socavando los contrapesos que garantizan una democracia funcional. Se promueven
cambios estructurales, como la elección popular de jueces, que aunque suenan
democráticos, podrían politizar instituciones clave. La polarización política,
alimentada desde el discurso oficial, crea un ambiente donde la crítica es
descalificada y el diálogo, ignorado.
El Espíritu del '68: Más Que Memoria, una Lección
Los jóvenes del '68 no solo marcharon por las calles;
soñaron con un México donde la libertad y la justicia fueran posibles para
todos. Ese sueño está lejos de cumplirse. Reconocer oficialmente el 2 de
octubre como un crimen de Estado y ofrecer disculpas son pasos necesarios, pero
insuficientes. El verdadero homenaje a aquellos estudiantes sería construir un
país donde ningún gobierno pueda imponer su voluntad sobre los ciudadanos,
donde las instituciones sean fuertes y autónomas, y donde el poder se ejerza
con responsabilidad y humildad.
¿Traición o Continuidad?
Algunos dirían que la Cuarta Transformación, con sus gestos
simbólicos, honra a los estudiantes del '68. Otros ven una traición a esos
ideales, pues las acciones no reflejan el espíritu democrático que el
movimiento encarnaba. El reto no es solo recordar, sino actuar para que lo que
ocurrió en Tlatelolco no se repita, ni bajo formas explícitas ni encubiertas.
Un México por el Que Vale la Pena Luchar
El movimiento estudiantil de 1968 nos enseñó que la
democracia no es un regalo, sino una conquista. Es algo por lo que hay que
luchar constantemente, especialmente frente a quienes, desde el poder, intentan
moldearla a su conveniencia. La memoria del '68 no debe ser solo un
recordatorio de la tragedia, sino un llamado a la acción para construir un
México donde los ideales de justicia, libertad y respeto sean una realidad
cotidiana.
Hoy más que nunca, el "2 de octubre no se olvida"
debe significar más que palabras: debe ser un compromiso para honrar a quienes
dieron todo por un México mejor, y para exigir que ese sueño no sea traicionado
por quienes prometieron protegerlo.
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