domingo, 6 de julio de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

Abrazadas bajo un árbol: Espejo de un país que ha perdido el rumbo

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

El sábado 5 de julio de 2025, en un paraje agrícola de la costa de Hermosillo, tres niñas fueron encontradas abrazadas, sin vida, bajo la sombra de un árbol. Tenían entre 6 y 12 años. Su madre había sido localizada muerta un día antes, en la misma carretera. El crimen, según la Fiscalía, fue cometido por la pareja sentimental de la madre, presunto integrante de un grupo delictivo. Los cuerpos fueron hallados gracias a una denuncia anónima, seguida por la acción valiente del colectivo Buscadoras por la Paz.

Pero más allá de las cifras, más allá del protocolo forense y las ruedas de prensa, hay una imagen que hiere el alma del país: tres niñas abrazadas hasta el final, como si en su último gesto intentaran protegerse de un mundo que no supo protegerlas.

Este no es solo un caso más. Es una tragedia bisagra. Un parteaguas moral. Una fotografía brutal de lo que sucede cuando la violencia entra al hogar, cuando el crimen organizado penetra lo íntimo, y cuando el Estado —en sus distintos niveles— falla como garante del bien común.

Un país donde la infancia ya no es sagrada

No hay símbolo más potente del extravío nacional que el asesinato de niñas. Significa que hemos roto el pacto más elemental de humanidad. Significa que ya no existe refugio seguro. Ni siquiera en los brazos de una madre. Ni siquiera bajo la sombra de un árbol.

México está perdiendo la batalla por su futuro, no porque carezca de recursos o inteligencia, sino porque ha normalizado la desaparición, el feminicidio y el abandono institucional. Porque calla ante la injusticia cotidiana. Porque convierte el horror en estadística.

Cuando el Estado no previene, también es responsable

La gestión del riesgo no puede limitarse a huracanes o sismos. El riesgo social —ese que se enraíza en la pobreza, la impunidad, el machismo y el crimen organizado— mata más vidas al año que cualquier fenómeno natural.

¿Dónde estaban las alertas tempranas de violencia intrafamiliar?
¿Quién levantó la voz cuando las amenazas se convirtieron en hechos?
¿Por qué se sigue pensando que la seguridad es asunto de balas y no de cuidados?

No basta con investigar. Se necesita reconstruir la protección. Porque lo que está roto no es solo una familia: es la confianza en que vivir en México no equivale a estar en peligro.

🛑 No basta el duelo. Urge un cambio

Este crimen debe doler. Pero también debe movernos. Urge blindar la infancia con algo más que discursos:

  • Centros de atención temprana a la violencia familiar.
  • Protección efectiva de mujeres amenazadas.
  • Redes de seguridad vecinal, escolar y comunitaria.
  • Coordinación real entre fiscalías, policías y sociedad civil.

Y, sobre todo, una voluntad política que entienda que la vida de una niña vale más que cualquier cálculo electoral.

 

✝️ Epílogo: El árbol como altar

Ese árbol que las resguardó, aunque no pudo salvarlas, ha quedado sembrado en nuestra conciencia colectiva. Que no se convierta en una tumba simbólica más. Que sea un altar civil donde la sociedad se comprometa a que nunca más.

Porque no fueron solo tres niñas. Fueron nuestras hijas. Fueron el espejo de un país que, si no despierta, seguirá enterrando su esperanza con cada fosa que abre.

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