domingo, 18 de mayo de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

León XIV: el amor como gobierno, la unidad como misión

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

En el sagrato de San Pedro, bajo el sol tibio de un nuevo tiempo eclesial, el Papa León XIV no alzó la voz... la afinó con el Evangelio. No prometió reformas, sino caminos. No habló de poder, sino de amor. Y ese cambio de tono es, en sí mismo, una ruptura con las expectativas políticas y una lección pastoral con eco profundo.

En su primera homilía (18/05/2025) como sucesor de Pedro, León XIV no construyó una imagen de sí mismo. Prefirió levantar, piedra por piedra, una visión de Iglesia donde el poder no manda, sino que sirve; donde el que guía no se impone, sino que ama "más", como Cristo pidió a Pedro junto al lago.

Un pontificado que arranca desde la herida

No es casual que el nuevo Papa hablara de la tristeza que dejó la muerte de Francisco como un pueblo que se siente "oveja sin pastor". León XIV sabe que llega en un momento de duelo e incertidumbre, pero también de espera. Y lo que propone no es espectáculo de cambio, sino conversión en comunión: una Iglesia que pastorea desde el amor oblativo, que no domina ni seduce, sino que acompaña con ternura radical.

Unidad, no uniformidad

El Pontífice no teme las diferencias. Las asume como parte del edificio común: todos, dice, somos "piedras vivas" del Reino. Y como tal, no hay privilegios ni ciudadanos de segunda. Ni en la Iglesia, ni en el mundo.

Ese es uno de los giros más potentes de su discurso: la unidad no se construye anulando diferencias, sino abrazándolas. Su mirada a las otras religiones, a los pueblos, a las culturas, no es condescendiente: es fraterna. Porque lo que propone León XIV no es una cristiandad nostálgica, sino una humanidad reconciliada.

Caridad como política de alto nivel

León XIV es directo: el mundo está herido por la violencia, el odio, la exclusión y un sistema económico que margina a los pobres y destruye la Tierra. Y frente a eso, su propuesta no es teórica ni ambigua. Propone el amor. Pero no el amor blando del eslogan: propone la caridad como forma de gobierno, como sustancia de autoridad, como única legitimidad del poder.

Aquí el Papa entronca con León XIII y su Rerum Novarum, al citarlo de forma explícita. En un mundo cada vez más ideologizado, León XIV devuelve al centro una idea tan revolucionaria como olvidada: que amar puede ser la estrategia más efectiva para cambiar la historia.

La hora del Evangelio

"Esta es la hora del amor", dijo con firmeza. No es solo un llamado espiritual. Es un programa. Es una forma de confrontar la indiferencia, la tentación de encerrarse en lo propio, y las grietas que atraviesan tanto a la Iglesia como al mundo.

 Y en esa hora, el Papa no se presenta como salvador, sino como hermano. Como Pedro, ha sido herido por la vida y por su propio límite. Por eso puede hablar de un amor que perdona, reconstruye, lanza la red otra vez. La autoridad no nace del privilegio, sino del amor probado.

Una nueva melodía

León XIV ha empezado su ministerio afinando el tono. En lugar de respuestas cerradas, ofrece una melodía abierta. En lugar de muros, puentes. En lugar de cálculo, confianza.

Y tal vez, en una época como la nuestra, tan propensa al ruido y al enfrentamiento, lo verdaderamente revolucionario sea eso: un pontificado que no grita... porque quiere que escuchemos lo esencial.

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