OTRA PERSPECTIVA
León XIV: el amor como gobierno, la unidad como misión
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
En el sagrato de San Pedro, bajo
el sol tibio de un nuevo tiempo eclesial, el Papa León XIV no alzó la voz... la
afinó con el Evangelio. No prometió reformas, sino caminos. No habló de poder,
sino de amor. Y ese cambio de tono es, en sí mismo, una ruptura con las
expectativas políticas y una lección pastoral con eco profundo.
En su primera homilía (18/05/2025)
como sucesor de Pedro, León XIV no construyó una imagen de sí mismo. Prefirió
levantar, piedra por piedra, una visión de Iglesia donde el poder no manda,
sino que sirve; donde el que guía no se impone, sino que ama "más",
como Cristo pidió a Pedro junto al lago.
Un pontificado que arranca desde la herida
No es casual que el nuevo Papa
hablara de la tristeza que dejó la muerte de Francisco como un pueblo que se
siente "oveja sin pastor". León XIV sabe que llega en un
momento de duelo e incertidumbre, pero también de espera. Y lo que propone no
es espectáculo de cambio, sino conversión en comunión: una Iglesia que pastorea
desde el amor oblativo, que no domina ni seduce, sino que acompaña con ternura
radical.
Unidad, no uniformidad
El Pontífice no teme las
diferencias. Las asume como parte del edificio común: todos, dice, somos
"piedras vivas" del Reino. Y como tal, no hay privilegios ni
ciudadanos de segunda. Ni en la Iglesia, ni en el mundo.
Ese es uno de los giros más
potentes de su discurso: la unidad no se construye anulando diferencias, sino
abrazándolas. Su mirada a las otras religiones, a los pueblos, a las culturas,
no es condescendiente: es fraterna. Porque lo que propone León XIV no es una
cristiandad nostálgica, sino una humanidad reconciliada.
Caridad como política de alto nivel
León XIV es directo: el mundo
está herido por la violencia, el odio, la exclusión y un sistema económico que
margina a los pobres y destruye la Tierra. Y frente a eso, su propuesta no es
teórica ni ambigua. Propone el amor. Pero no el amor blando del eslogan:
propone la caridad como forma de gobierno, como sustancia de autoridad, como
única legitimidad del poder.
Aquí el Papa entronca con León
XIII y su Rerum Novarum, al citarlo de forma explícita. En un mundo cada vez
más ideologizado, León XIV devuelve al centro una idea tan revolucionaria como
olvidada: que amar puede ser la estrategia más efectiva para cambiar la
historia.
La hora del Evangelio
"Esta es la hora del
amor", dijo con firmeza. No es solo un llamado espiritual. Es un
programa. Es una forma de confrontar la indiferencia, la tentación de
encerrarse en lo propio, y las grietas que atraviesan tanto a la Iglesia como
al mundo.
Una nueva melodía
León XIV ha empezado su
ministerio afinando el tono. En lugar de respuestas cerradas, ofrece una
melodía abierta. En lugar de muros, puentes. En lugar de cálculo, confianza.
Y tal vez, en una época como la
nuestra, tan propensa al ruido y al enfrentamiento, lo verdaderamente
revolucionario sea eso: un pontificado que no grita... porque quiere que
escuchemos lo esencial.
Es una opinión muy valiosa y un buen análisis de lo más sobresaliente
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