OTRA PERSPECTIVA
Cuando el rugido
es silencio: lo que nos dice León XIV desde Roma
Opinion de jose Rafael Moya Saavedra
No llegó con estruendo. No
extendió los brazos como emperador. Subió al balcón… y bajó la cabeza. Así
empezó el pontificado de León XIV: con una reverencia silenciosa y un mensaje
que no necesita gritos para hacerse oír.
Elegido en un tiempo de ruido
global, polarización y algoritmos, el nuevo Papa no es una figura de ruptura.
Pero tampoco es continuidad ciega. Es un puente. Robert Francis Prevost, nacido
en Chicago, formado en Perú, agustino de corazón latinoamericano, se convierte
en el primer Papa estadounidense de la historia. Pero lo que más sorprende es
que, siendo de Estados Unidos, no representa el poder, sino la periferia.
Eligio llamarse León no por
fortaleza imperial, sino por evocar a León XIII, el Papa que alzó la voz por
los obreros en la primera revolución industrial. Hoy, León XIV habla de la
inteligencia artificial como la nueva frontera moral. No la teme, pero la enfrenta
con criterio: dignidad humana, justicia y trabajo no pueden quedar al arbitrio
de los códigos.
No es casualidad que su primera
reunión con los cardenales no haya sido en el Palacio Apostólico, sino en el
Aula Sinodal. Está diciendo, sin decirlo, que su papado se guiará por la
escucha, la colegialidad, la sinodalidad.
Y mientras algunos esperan un
Papa activista, él se muestra como pastor. No rehúse el estilo de Francisco,
pero tampoco lo calca. Sabe que los nuevos tiempos no exigen un protagonista,
sino un servidor que camine con su pueblo. En sus palabras iniciales hay eco de
humildad, pero también de firmeza:
“Este yugo supera mis capacidades. Pero el Señor no me
dejará solo”.
Esa frase dice más de lo que
parece. Porque hoy, gobernar la Iglesia no es solo un reto espiritual: es
también un campo de tensiones geopolíticas, culturales y tecnológicas. Trump y
Vance lo felicitan, pero saben que este Papa no es su aliado ideológico. Él ha
caminado con migrantes, ha defendido a los pobres, ha criticado guerras y ha
llamado a cuidar la casa común.
Los que lo conocen no lo ven como
un doctrinario, sino como un compañero de viaje. "Bob", como le
siguen diciendo en Illinois o en los Andes peruanos, no llegó al papado como
quien conquista una cima, sino como quien acepta una cruz. Y eso cambia todo.
En un mundo obsesionado con
levantar muros, León XIV habla de puentes. En una era de filtros, se muestra
sin artificios. En tiempos donde tantos gritan, su rugido es el silencio del
que sirve.
Porque tal vez el Espíritu Santo
no eligió al más carismático ni al más popular. Eligó al que supo caminar con
el pueblo... antes de cargar la tiara.
En tiempos de ruido, el verdadero rugido es el del alma
que sirve sin alarde. Y ese rugido, hoy, viene de Roma.
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