miércoles, 30 de abril de 2025

 


OTRA PERSPECTIVA

 Fogatas, no hornos: la alquimia verbal del fiscal Gertz

Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra

Hay oficios que requieren precisión quirúrgica, otros que se manejan con bisturí político. Pero lo de Alejandro Gertz Manero es alquimia pura: transforma un campo de exterminio en un "centro de adiestramiento" con el mismo desenfado con el que uno convierte plomo en oro... o huesos en "material no concluyente".

El fiscal general apareció como quien entra a apagar un incendio con saliva, pero eso sí: saliva con doctorado. Llegó, dictó, concluyó y se fue. ¿Que se encontraron restos óseos, cientos de objetos personales, zapatos apilados como en una vitrina de museo del horror? Bah, eso son cosas menores. Lo importante era una sola cosa: que no hubo cremación. ¿Por qué? Porque no alcanzaron los 750 grados centígrados.

Así es. En la patria del "no se hagan bolas", ahora resulta que si no hay horno industrial, no hay exterminio. Si no hay flama Michelin, no hay crimen. Y si el fuego no huele a Auschwitz, entonces sólo fue una carne asada del narco con servicio de reclutamiento incluido.

Gertz, siempre tan técnico, nos regaló una parte forense con el alma de un notario y la puntería de un ilusionista. Donde las madres buscadoras ven campos de muerte, él ve Fogatas artesanales. Donde hay cráneos, él ve evidencia "insuficiente". Y donde huele a impunidad, él detecta aroma a gobernabilidad.

¡Y qué timing, caray! Justo ahora que Claudia Sheinbaum quiere consolidar su imagen de presidenta empática, científica, cercana al pueblo, aparece el fiscal con su informe para diluir la palabra "exterminio" como si fuera ácido muriático en una cubeta de léxico. Le regaló un favor político con envoltura institucional: no era campo de muerte, era curso de verano del CJNG. ¡Qué alivio!

Claro, las madres no tragan ese cuento. Guerreros Buscadores le contestaron con datos, restos, registros forenses, y con una frase demoledora: "No se atreva a negar lo que nosotras escarbamos con las uñas". Pero el fiscal, fiel a su estilo, aplica la máxima de la 4T: si no puedes borrar la evidencia, nómbrala diferente.

Y entonces lo que ocurrió en Teuchitlán no fue exterminio: fue "adiestramiento". No fue esclavitud forzada: fue "reclutamiento no convencional". No fueron restos calcinados: fueron "fragmentos ambiguos". Y nosotros, según él, debemos quedarnos muy tranquilos... porque no hubo horno. Sólo fogatas.

Qué alivio, ¿verdad?

El horror de Teuchitlán no necesita más pruebas. Necesita menos complicidad. Pero el fiscal, en vez de justicia, ofrece semántica. Y eso no cura, no sana, no encuentra. Sólo encubre. Si Gertz Manero no estuviera donde está, podría dar clases de narrativa en Hogwarts o poner un negocio de maquillaje verbal para dictaduras emergentes.

 La presidenta dice que estará del lado de las víctimas. Qué bueno. Pero ya es hora de que ese lado también incluya llamar las cosas por su nombre. Porque si al crimen se le dice operativo, a la cremación se le llama fogata, y a la impunidad se le dice prudencia institucional, entonces ya no sólo estamos enterrando cuerpos: estamos enterrando palabras. Y con ellas, la verdad.

Y esa, señor fiscal, no se apaga ni con 750 grados centígrados.

  PIE DE FOTO: Un perito observa los restos calcinados de ropa en un cuarto oscuro. Según la FGR, ahí no hubo exterminio, solo "fogatas". Las madres, en cambio, ven lo que Gertz no quiere nombrar. La verdad arde, aunque el informe diga lo contrario.

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