OTRA PERSPECTIVA
Fogatas, no
hornos: la alquimia verbal del fiscal Gertz
Opinion de Jose Rafael Moya Saavedra
Hay oficios que requieren
precisión quirúrgica, otros que se manejan con bisturí político. Pero lo de
Alejandro Gertz Manero es alquimia pura: transforma un campo de exterminio en
un "centro de adiestramiento" con el mismo desenfado con el que uno
convierte plomo en oro... o huesos en "material no concluyente".
El fiscal general apareció como
quien entra a apagar un incendio con saliva, pero eso sí: saliva con doctorado.
Llegó, dictó, concluyó y se fue. ¿Que se encontraron restos óseos, cientos
de objetos personales, zapatos apilados como en una vitrina de museo del
horror? Bah, eso son cosas menores. Lo importante era una sola cosa: que no
hubo cremación. ¿Por qué? Porque no alcanzaron los 750 grados
centígrados.
Así es. En la patria del "no
se hagan bolas", ahora resulta que si no hay horno industrial, no hay
exterminio. Si no hay flama Michelin, no hay crimen. Y si el fuego no huele a
Auschwitz, entonces sólo fue una carne asada del narco con servicio de
reclutamiento incluido.
Gertz, siempre tan
técnico, nos regaló una parte forense con el alma de un notario y la puntería
de un ilusionista. Donde las madres buscadoras ven campos de muerte, él ve
Fogatas artesanales. Donde hay cráneos, él ve evidencia
"insuficiente". Y donde huele a impunidad, él detecta aroma a
gobernabilidad.
¡Y qué timing, caray!
Justo ahora que Claudia Sheinbaum quiere consolidar su imagen de presidenta
empática, científica, cercana al pueblo, aparece el fiscal con su informe para
diluir la palabra "exterminio" como si fuera ácido muriático en una
cubeta de léxico. Le regaló un favor político con envoltura institucional: no
era campo de muerte, era curso de verano del CJNG. ¡Qué alivio!
Claro, las madres no tragan ese
cuento. Guerreros Buscadores le contestaron con datos, restos, registros
forenses, y con una frase demoledora: "No se atreva a negar lo que
nosotras escarbamos con las uñas". Pero el fiscal, fiel a su estilo,
aplica la máxima de la 4T: si no puedes borrar la evidencia, nómbrala
diferente.
Y entonces lo que ocurrió en
Teuchitlán no fue exterminio: fue "adiestramiento". No fue
esclavitud forzada: fue "reclutamiento no convencional". No
fueron restos calcinados: fueron "fragmentos ambiguos". Y
nosotros, según él, debemos quedarnos muy tranquilos... porque no hubo horno. Sólo
fogatas.
Qué alivio, ¿verdad?
El horror de Teuchitlán no
necesita más pruebas. Necesita menos complicidad. Pero el fiscal, en vez de
justicia, ofrece semántica. Y eso no cura, no sana, no encuentra. Sólo encubre.
Si Gertz Manero no estuviera donde está, podría dar clases de narrativa en
Hogwarts o poner un negocio de maquillaje verbal para dictaduras emergentes.
Y esa, señor fiscal, no se apaga ni con 750 grados
centígrados.
PIE DE FOTO: Un perito observa los restos calcinados de ropa en un cuarto oscuro. Según la FGR, ahí no hubo exterminio, solo "fogatas". Las madres, en cambio, ven lo que Gertz no quiere nombrar. La verdad arde, aunque el informe diga lo contrario.
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