OTRA PERSPECTIVA
🌿 Cristo en la Ciudad
(Lucas 19, 28-40 desde el asfalto)
Jesús sigue entrando a la ciudad.
No en un burrito, sino entre el humo de los camiones y el sudor de la banqueta.
Hoy no lo aclaman con mantos, pero él va dejando rastros entre puestos de garnachas,
paraderos de metro, y los escalones rotos del barrio.
Yo lo conozco.
Le digo Prójimo.
Lo he visto...
En el chavo que se cuelga del vagón con una bocina, pidiendo respeto aunque
cante mal.
En la señora que da un taco aunque no desayunó.
En el papá que se sube con su niña a vender dulces y lo hace con dignidad.
En el morro que, aunque nadie lo ve, recoge su basura porque sÃ.
En la viejita que cruza lento, pero saluda.
En la compa que cura con hierbas y reza bajito.
En quien sobrevive. En quien no se rinde.
Y aunque hay quienes, como los fariseos de antes, quisieran
que esos gritos se apagaran —que no se noten, que no incomoden, que no digan—
Jesús responde con voz clara, como entonces:
“Si estos callaran… las piedras clamarÃan.”
Y las piedras claman.
- Claman los muros rayados con mensajes de protesta.
- Claman los nombres de los desaparecidos escritos en la banqueta.
- Claman los techos de lámina que hacen eco de la lluvia mal repartida.
- Claman las esquinas donde se cocina la esperanza.
Jesús, Cristo en la Ciudad, no entra a Jerusalén.
- Entra al metro Hidalgo.
- Al mercado de Jamaica.
- A la colonia Morelos.
- Al puente de Periférico.
- Y a tu casa, si lo dejas pasar.
No busca palmas, busca compasión.
No quiere aplausos, quiere justicia.
No espera incienso, espera manos que abracen.
Y si tú no hablas, las piedras hablarán por ti.
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