miércoles, 26 de marzo de 2025

 

OTRA PERSPECTIVA

Tres caras de la desaparición en México: Teuchitlán, los pasillos sin medicinas y la invisibilización de las mujeres

Opinión de Jose Rafael Moya Saavedra

En México, el concepto de “desaparición” suele asociarse a fosas clandestinas y violencia criminal. Sin embargo, existen otras formas igual de letales y silenciosas que cobran vidas sin dejar rastro inmediato: campos de exterminio institucionales, el desabasto crónico de medicinas y la violencia de género que invisibiliza a las mujeres. Este artículo explora esas tres dimensiones para comprender cómo desaparecen cuerpos, derechos y dignidad.

I. Teuchitlán: la cloaca que destapó la impunidad

El reciente hallazgo en Teuchitlán puso al descubierto una cloaca literal donde fueron arrojados cuerpos de personas desaparecidas. Más allá del horror de los restos humanos, este caso revela la complicidad institucional: la negligencia en la búsqueda, la falta de protocolos efectivos y la cultura de la impunidad que mantiene enterradas vidas sin justicia.

II. Pasillos sin medicinas: desaparición lenta por omisión estatal

El desabasto de medicamentos en farmacias y hospitales públicos es una forma de desaparición gradual. Cada receta incumplida condena a enfermos crónicos —niños con cáncer, personas con diabetes, pacientes en lista de espera para trasplantes— a una agonía prolongada. Este fenómeno cobra más de 20 vidas al día en México, convirtiendo corredores sanitarios en escenarios de muerte silenciosa.

III. Mujeres invisibles: cifras escalofriantes y voces que reclaman justicia

La violencia contra las mujeres en México no solo se traduce en desapariciones físicas, sino también en la erosión de su presencia social y derechos. En 2023, el 87.9% de las víctimas de violencia familiar y el 92.3% de las víctimas de violencia sexual atendidas en hospitales eran niñas y adolescentes. Cada día son asesinadas aproximadamente 10 mujeres, lo que suma más de 3,000 homicidios anuales; en 2024 se documentaron 79 feminicidios de niñas y adolescentes, un incremento respecto a 2023.

Además, 9.8 millones de mujeres y niñas han sufrido ciberacoso, y 291 niñas entre 0 y 17 años fueron víctimas de trata de personas en 2024, representando el 77.4% de los casos en este rango de edad. Estas cifras reflejan una violencia estructural que convierte la vida de las mujeres en una desaparición lenta y sistemática.

El reciente caso de Cuauhtémoc Blanco, donde el pleno de la Cámara de Diputados votó para mantener su fuero a pesar de la acusación de intento de violación, desató una ola de indignación. Legisladoras como Margarita García (PT) calificaron la decisión como “una traición a la justicia y a las mujeres violentadas”: “¡Qué vergüenza lo que hoy están aprobando en contra de las mujeres! Hipócritas quienes se visten de morado y rosa para reconocernos el 8 de marzo”. Ivonne Ortega (Movimiento Ciudadano) cuestionó la legalidad de otorgarle la palabra al acusado: “¿Dónde dice que el violentador puede cerrar la intervención? Quiero que lo comprueben”.

 Esta protección política refuerza la percepción de impunidad y desalienta a las víctimas a denunciar. Organizaciones civiles convocaron a la marcha “No Llegamos Todas” el 29 de marzo en la Glorieta de las Mujeres que Luchan, exigiendo el desafuero de Blanco y reformas urgentes para garantizar que ningún agresor, sin importar su rango, quede fuera del alcance de la justicia.

Las desapariciones en México adoptan múltiples formas: fosas clandestinas, pasillos vacíos de medicinas y mujeres borradas por la violencia y la indiferencia. Reconocer estas realidades es urgente para exigir políticas integrales que protejan vidas, garanticen medicamentos esenciales y aseguren justicia sin privilegios para nadie.

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