OTRA PERSPECTIVA
Título: "No estás solo": La
maquinaria de impunidad y la traición a las mujeres en el poder
Opinion de Jose Rafael Moya saavedra
Ciudad de México, 25 de marzo de 2025. Este
día quedó marcado como uno de los más oscuros en la memoria reciente de la
Cámara de Diputados. Con 291 votos, se desechó la solicitud de desafuero
contra el diputado federal y exgobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco,
acusado de violencia sexual en grado de tentativa. Lo que se evidenció no fue
solo una votación, sino la operación de una maquinaria de impunidad que
protege a los poderosos y aplasta a las víctimas.
En una escena que hiela la
sangre, mientras las denuncias exigían justicia, un grupo mayoritario de
diputadas —mujeres que llegaron a ocupar una curul gracias a la lucha
feminista— decidieron levantar la mano en favor del silencio, la
complicidad y la protección del patriarcado. Flanqueando al acusado, le
gritaron al unísono: "¡No estás solo!". Y con ello, borraron
en segundos décadas de lucha feminista.
La imagen que circula desde
entonces, publicada por Yolitzin Jaimes, nombra con contundencia: "DIPUTADAS:
Traidoras de la lucha de las mujeres". El cartel enumera a más de 150
legisladoras que votaron a favor de desechar el procedimiento. En palabras de
la activista: "Que en la memoria permanezca que ellas, hoy, les
arrebataron a las víctimas la posibilidad de acceder a la justicia".
Este operativo no es nuevo. Ya
ocurrió con Félix Salgado Macedonio, hoy senador, acusado de violación
por al menos dos mujeres. En uno de los casos, la fiscalía general de la
República lo devolvió a una fiscalía estatal, que lo desechó por prescripción.
Otro caso permanece congelado desde 2016. La impunidad también protegió a Gerardo
Fernández Noroña, sancionado por violencia política de género, sin
consecuencias reales.
El caso de Blanco parecía
distinto: pruebas, testimonios, una carpeta de investigación y una solicitud
formal de desafuero. Sin embargo, la Sección Instructora decidió desecharla por
una presunta mala integración del expediente. El pleno, en una votación
revestida de tecnicismos legislativos, selló el destino del proceso. El
lenguaje legislativo confundió a la opinión pública: votar “a favor”
significaba desechar el procedimiento.
Lo más indignante fue que
ninguna figura clave del gobierno alzó la voz con contundencia. Claudia
Sheinbaum, presidenta de la República, permaneció en silencio durante su
conferencia matutina. La secretaria de la Mujer, Citlalli Hernández, emitió una
declaración tardía y ambigua, enfocada más en el proceso legislativo que en la
víctima.
Diputadas como Margarita
García (PT) denunciaron desde la tribuna: “¡Qué vergüenza lo que hoy
están aprobando en contra de las mujeres! Hipócritas quienes se visten de
morado y rosa para reconocernos el 8 de marzo”. Ivonne Ortega (Movimiento
Ciudadano) cuestionó el reglamento que permitió al acusado usar la máxima
tribuna: “¿Dónde dice que el violentador puede cerrar la intervención?
Quiero que lo comprueben”.
La votación fue el reflejo de
un Estado que en los tres poderes protege a los suyos. Un legislador acusado de
intento de violación subió al estrado rodeado de diputadas que aplaudieron y
corearon su defensa. ¿Dónde quedó el feminismo institucional? ¿Dónde la
promesa de "llegamos todas"?
Mientras tanto, las víctimas siguen esperando. La ciudadanía, confundida por los procedimientos, asiste a una función legislativa donde el agresor gana aplausos y las víctimas quedan fuera del guion.
Este artículo no solo denuncia
la impunidad en el caso Cuauhtémoc Blanco, sino que recuerda que la justicia en
México sigue secuestrada por los intereses políticos. Hoy, las curules que
debieron ser trincheras por la justicia se convirtieron en escudos del
patriarcado.
Porque en México, la impunidad no es solo
norma: es estrategia.
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